Gustavo Santaolalla confía en el que el rock volverá a sonar con fuerza y que reemergerá de América Latina, donde él comenzó hace cinco décadas y donde sigue produciendo a músicos de toda la región. “Yo digo que en este momento el rock en el mundo está también en cuarentena... y yo creo que la vacuna viene de Latinoamérica y de la mujer, eso es lo que yo siento”, dice el laureado músico argentino. Santaolalla es productor ejecutivo de “Rompan todo”, el nuevo documental de Netflix sobre la historia del rock en español contada a través de muchos de sus protagonistas (incluido él mismo como parte del grupo Arco Iris), en yuxtaposición con la realidad sociopolítica de la época.
Y siente que no podría llegar en mejor momento. Durante la pandemia, Santaolalla cita esperanzado, se han incrementado considerablemente las ventas de guitarras eléctricas ? “que no se usan para tocar tecno”, dice. (Fender reportó un aumento en sus ventas de 17% durante la crisis sanitaria pese al cierre del 90% de sus tiendas físicas y de sus fábricas, y anticipa un récord de ventas para 2021).
Pero “Rompan todo” no es lo único que lo tiene emocionado. Además del estreno de la serie de Amazon Prime Video “El Cid”, que también musicalizó, y de los honores que recibió por su partitura para el galardonado videojuego del año “The Last of Us Part II”, el ganador de dos Oscar, 18 Latin Grammy y dos Grammy celebra la primera nominación al Grammy de su banda Bajofondo por “Aura”, un álbum que combina tango, candombe, murga y milonga con rock, música electrónica, hip hop y jazz. (El grupo también compitió en noviembre por el Latin Grammy a la grabación del año por “Solari Yacumenza”, un tema inspirado en una profecía del difunto artista visual Benjamín Solari Parravicini, considerado una especie de Nostradamus argentino).
En una entrevista vía Zoom con The Associated Press, Santaolalla conversó desde su casa en Los Angeles sobre estos proyectos.
—Ahora sumás una nueva nominación al Grammy con Bajofondo. ¿Podríamos decir que, con tantos reconocimientos, lo raro sería que no figuraras?
—No, no es así. Para mí sigue siendo siempre un motivo de alegría saber que el trabajo que hace uno o el trabajo en el que uno está involucrado de alguna manera tiene algún impacto o se conecta con la gente. Eso es lo más gratificante de todo; por eso siempre lo vivo con la misma alegría. Bajofondo siempre es un desafío artístico y comercial. Para nosotros es una sorpresa estar nominados, aunque te parezca mentira. Es una agradable y hermosa sorpresa y atesoramos esa nominación como una victoria, realmente.
—”Aura” es el cuarto álbum del grupo. ¿Cómo fue el proceso creativo de ese disco?
—Lo que es realmente para mí notorio es que nosotros empezamos con el proyecto hace 15 años con Juan Campodónico, que es mi socio productor, y somos los mismos integrantes desde que armamos el proyecto, que empezó como un proyecto de producción discográfica, de estudio; se convirtió en una banda que empezó a tocar en vivo, y con esta misma banda es con la que venimos haciendo nuestros álbumes. Cada álbum ha sido no quedarnos en una zona de confort sino de alguna manera empujarnos a nuevos desafíos, y en este caso nos jugamos totalmente porque a diferencia de los otros, donde digamos se trabajaba con Juan primero las ideas que traían los chicos y luego las llevábamos al grupo, en este caso nos juntamos todos a improvisar. Por eso hay temas de seis, siete y hasta ocho minutos.
—También venís de ser reconocido por la música del videojuego del año, “The Last of Us Part II”, que junto con su edición original se mantiene como tu único trabajo para esta industria.
—Esperé mucho tiempo en mi carrera para hacer videojuegos. Por más que yo no soy un gamer- aunque sí tengo un hijo que lo fue ávidamente cuando era más chico - siempre me pareció que la cosa de la interconectividad, esa interconexión entre el jugador y el juego, era algo que si alguna persona llegaba a conectar con algo emotivo iba a ser un punto de inflexión. Cuando conocí a Neil Druckmann, que es el creador y director del juego, dije “ahora sí, esto es”. Me hizo acordar un poco a Alejandro González Iñárritu (el director de “Babel”, cuya banda sonora pertenece a Santaolalla y obtuvo un Oscar). Su historia me fascinó, la forma en que abordó el juego. Con el primero mucha gente llora en determinados momentos, es muy emotivo. Tiene las cosas de los videogames: las batallas, las peleas, todo eso. Pero él le agregó esta carga de emotividad y una gran historia.
—¿Esto te conectó con un público que quizás no tiene idea de tu amplia trayectoria en la música?
—Me ha conectado con una audiencia increíble, toda nueva, porque son todos chicos de 12, 13, 14 años que son apasionados de la música. La música juega un rol muy importante en este juego, entonces los chicos se conectan de una manera muy intensa y muy profunda y eso me ha dado una satisfacción increíble.
—¿Algún encuentro particularmente especial con esta audiencia?
—¡Sí! He tenido varios, pero el que recuerdo fue en una convención de videojuegos en Kuwait, con las chicas totalmente tapadas, así que lo único que se les ve son los ojos, que son videogamers fanáticas del juego y no puedes ni darles la mano. Una cosa muy rara, pero ver la devoción que tienen por la música en un lugar tan distante, fue muy lindo.
— ¿Qué te llevó a producir “Rompan todo”?
—Es uno de los sueños que tenía. Digamos un poco parte de mi carrera fue tener esta especie de visión bolivariana de una música alternativa que involucraba a todo el continente, y lo he reflejado con mi trabajo en el sello discográfico Surco y con las producciones de bandas de todo el continente, desde Los Prisioneros de Chile hasta Divididos, León Gieco y Bersuit de Argentina, o La Vela Puerca de Uruguay, Juanes de Colombia; y Maldita Vecindad, Molotov, Julieta Venegas y La Maldita Vecindad, de México. En fin, todo eso digamos responde a una visión que yo tenía siempre continental, porque siempre sentí que nuestro rock tenía algo muy potente y que tenían muchas veces hasta un contenido más fuerte que el que podías encontrar en el rock anglo, sobre todo después de los 60, cuando el rock’n’ roll deja de ser un ritmo de moda y se convierte en el rock, y esa música llega a nuestros países de Latinoamérica. Al principio cantábamos en inglés, pero después nos dimos cuenta que teníamos que cantar en nuestro idioma y al poco tiempo nos dimos cuenta que teníamos que tocar en nuestro idioma. Esa música fue tomada por toda la región y realmente convertida en una música nuestra.
Fuente: AP