Federico Fernández es el primer bailarín del teatro Colón. A los 14 años ingresó a la compañía de Julio Bocca y luego pasó a la compañía de Iñaki Urlezaga, donde se especializó en el repertorio clásico. Después bailó en el Ballet Argentino de La Plata hasta que finalmente llegó al Colón. Hoy, a sus 29 años, el artista se deja guiar por la disciplina y la pasión y traspasa los límites del Colón para poner en marcha su propio espectáculo. Se trata de “Buenos Aires Ballet”, una compañía integrada por él, la primera bailarina del Colón, Nadia Muzica, y por las figuras solistas del teatro Colón, que se presenta hoy, a las 20, en el teatro El Círculo (Mendoza y Laprida). Antes del espectáculo, que incluirá 8 de los pas de deux más exquisitos del ballet clásico, como “El Talismán”, “Carnaval de Venecia” y “Carmen”, Fernández dialogó con Escenario sobre la actualidad del teatro Colón y las particularidades de esta profesión donde el cuerpo y el alma se transforman en movimiento.
—¿Cómo va a ser el espectáculo “Buenos Aires Ballet”?
—Está formado por ocho primeras figuras del teatro Colón. La idea es mostrar lo mejor del repertorio clásico en el interior. Esta va a ser la primera función de la gira que esperamos que sea por todo el país y el exterior. La idea de este proyecto es mostrar lo mejor del ballet clásico. La idea es hacer galas de pas de deux con calidad y cultura y acercarlas a todos los públicos.
—Se ve al ballet como una profesión que exige estar en línea, mantener una dieta equilibrada, disciplina estricta. En la película “El cisne negro” se muestra qué tan competitivo puede ser el ámbito de los bailarines y las ansias por tener el rol protagónico...
—Es así tal cual aunque creo que pasa en todas las profesiones pero en el ballet se muestra con un fanatismo y una psicosis exagerada. La disciplina es muy fuerte, pero me lo tomo como cualquier otra persona que toma en serio su profesión, nada más y nada menos. Con respecto al cuerpo, lo más importantes es llevar una dieta completa y sana. Me cuido pero no dejo de darme los gustos porque eso me mantiene bien psíquicamente.
—¿Qué lugar le das al factor emocional en tus performances?
—Siempre me atrajo poder contar historias con el cuerpo, sin palabras, y conectarme con lo emocional de lo que uno está narrando. Creo que a medida que te vas haciendo más profesional, te comprometés más con las obras. Leer el libro, investigar otras versiones que se hicieron anteriormente y ser una persona cultivada es fundamental. En el escenario siempre se va a ver mejor una persona que tiene herramientas culturales que alguien que no las tiene.
—¿Qué balance hacés desde que Maximiliano Guerra está al frente del teatro Colón? ¿Notás una mejora con respecto a la gestión anterior de Lidia Segni?
—No, pero no tiene que ver con Maxi. No se le puede echar la culpa a él ni al que esté de turno, ya que tiene que ver con políticas culturales y las bajadas de línea. El teatro Colón depende de la ciudad de Buenos Aires, y el director de turno responde al gobierno de turno. Desde hace ocho años sufrimos una pérdida de respeto y maltrato hacia los artistas y empleados del Colón, y lamentablemente, creemos que va a ser así cuatro más.
—Cuando asumió Guerra propuso popularizar el ballet sacándolo a la calle. ¿Estás de acuerdo con esa medida?
—Todavía no sucedió. Hasta ahora nadie nos planteó hacer algo para hacernos más visibles. Ojalá suceda. El teatro Colón es muy complicado.
—¿Qué opinás de los precios de las plateas que salen 2 mil pesos y no son accesibles para todos?
—Eso debe cambiar porque es una obligación del Estado que la gente pueda ir al Colón. A mí y a todos los empleados del Colón nos pagan el sueldo con los impuestos que paga la gente. Soy un empleado municipal y es mi obligación brindar un buen espectáculo cultural de acuerdo al teatro Colón. Creo que el Colón debe salir del teatro Colón. Sería muy bueno que nos conozcan desde afuera, poder montar un escenario en la calle y así atraer a la gente a comprar una entrada.
—Estuviste un tiempo en Venezuela en la compañía del Teatro Teresa Carreño. ¿Tuviste otras ofertas para trabajar fuera del país?
—Sí, me instalé en Venezuela para bailar en la compañía oficial de Caracas pero no aguanté más de 5 meses. Tuve varias ofertas para irme a otros países pero elegí quedarme acá porque amo mi país. Me gusta tratar de cambiar las cosas desde adentro. Me gustaría modificar la estructura maquiavélica que tiene el teatro Colón y la forma es estar adentro.