Hay un punto de fuga entre la literatura y el amor, ese punto es la lluvia. Así lo vislumbró Juan Villoro cuando escribió “Conferencia sobre la lluvia”, el unipersonal interpretado y dirigido por Fabián Vena junto a José Luis Arias, que se presentará este sábado a las 21.30, y el domingo a las 20.30, en Arteón de Sarmiento 778. “Vamos por un motivo noble y de amor”, dijo Vena en referencia a su visita a Rosario en solidaridad con la sala.
Se trata de una pieza teatral que tiene como único protagonista a un bibliotecario que intenta dar una conferencia. En esta tarea, divaga ágilmente entre el humor y los libros que lo marcaron, iniciando un viaje por las palabras que lo lleva a navegar entre sus amores y sus autores favoritos. La obra fue escrita por Juan Villoro en 2013 a pedido de la Biblioteca de México y presentada en 2018 en el teatro Regina de Buenos Aires, a cargo del mismo actor que este fin de semana la trae a la ciudad.
“En esta obra el castellano es el protagonista. Tiene un texto que provoca el valor por la palabra y el acercamiento a la literatura. A priori se podría pensar que es para elitistas, sin embargo la encarnadura de este personaje genera inmediatamente un cariño, una empatía que lo hace accesible. Uno entra en un viaje de amor por las palabras, donde se siente identificado en su propia vida. Se está en presencia de un texto abarcador, universal, donde nadie se queda afuera” contó Vena a Escenario, sobre la obra que fue destacada por el Instituto Cervantes como un homenaje al idioma castellano.
El actor sostuvo, además, que se trata de una espectáculo probado en diversos escenarios. “Tanto en el Congreso de la Lengua frente a gente especializada, en festivales o en pequeñas localidades sin la parafernalia de las pantallas, el texto funciona”, indicó y se dispuso a la charla.
—Contame sobre el protagonista de la obra, ¿qué va a encontrar el público en este bibliotecario?
—Este protagonista trasmite muchas cosas, principalmente empatía con el personaje. Es alguien erudito, alguien que sabe la vida a través de su propio oficio, que cuenta la vida y los sentimientos humanos desde un apasionamiento y conocimiento por lo que hace. Esto lo vuelve un personaje entrañable, porque toca el mundo de los libros, de la fantasía, de la literatura, un arte del cual nadie ha zafado de pasar. Están aquellos que han leído un libro una vez y lo recuerdan para siempre, aquellos que viven leyendo libros, los que escriben, los que disfrutan de la lectura. Este hecho es de por sí un gran homenaje al lector.
—Se trata de una obra atravesada por la literatura. ¿Podemos decir que el guión es un deleite para los buenos lectores?
—Por supuesto que sí, en la feria del libro esta obra duró un poco más por la participación y las risas del público, pero también me ha pasado de estar presentándola en localidades más pequeñas de distintos puntos de país, y lo que está probado es que no necesitás ser un especialista en libros para disfrutarla. Villoro dice en el prólogo que no hay nada más teatral que una conferencia, a partir de allí lo que sucede es pura acción, es puro teatro, solo que los textos que rodean a esa acción teatral están plagados de citas de grandes escritores y poetas, y de una manera de expresarse que tiene que ver con el amor por las palabras, el amor por el castellano, por los lectores.
—Además de la literatura, otro tema convocante es el amor.
—Absolutamente. El protagonista parte de la base de que el enamoramiento no se produce por una elección, sino que uno es sorprendido por el amor. “El corazón tiene derecho a una sorpresa”, dice en un momento y lo trae a Cortázar en una cita que creo que ha sido disparadora para construir la obra: “A Julieta no se la elige, a Beatriz no se la elige, no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos”. Esta cita es hermosa porque habla de las parejas que no se arman por convención, sino por esa química, ese fenómeno mágico que se produce en nosotros cuando nos enamoramos, uno no lo puede controlar, cae como la lluvia, aparece como una tormenta que no te avisa.
—¿El libro confirma esa idea de que somos los que hemos leído?
—No necesariamente, lo que te provoca la obra es acompañar al personaje en el recorrido de sus historias. Sus historias amorosas son, de muy graciosas a extremadamente románticas. Hay un recorrido a través del ser humano, el público va y va, y no necesariamente tiene que ser un público avezado en literatura.
—¿Se trata de un relato con un espíritu existencialista?
—El primer texto de este bibliotecario es que está a punto de dar una conferencia y dice que perdió los papeles. A partir de allí, el personaje se encuentra frente al público y no le queda otra que empezar a improvisar, y en esa improvisación viene la divagación. En ese recorrido de historias, un libro lo lleva a otra historia y esta lo lleva a otro libro, y así va encadenando con un espíritu existencialista como decís, un recorrido por su historia íntima, la relación con su padre, con los libros, con sus amores.
—En esta obra sos actor y director. Contame cómo transitás este trabajo simultáneo.
—El trabajo de dirección empieza desde el momento que uno le da el ok a la obra, y prácticamente termina cuando se estrena. Cuando se dice que el teatro es de los actores, es porque son los actores lo que le dan vida todas las noches. Un buen director cada tanto puede corregir alguna que otra cosa, pero creo que termina su labor en el momento en que el actor está frente al público. Para mí ha sido bastante compatible, y esto está relacionado con mi momento de vida en el que armé mi propia escuela de actuación. Quería dirigir pero no aparecía ningún material, hasta que apareció “Conferencias” y cuando la leí quedé enamorado. Dije, qué mejor manera que empezar a dirigir que dirigiéndome a mí mismo, con el cual nunca tengo un problema de horario. Para mí fue una gran apertura, que me permite estar atento desde el minuto cero, desde que entra la gente hasta el último que se va de la sala, y además con un gran equipo que siempre me ha acompañado.
—Llegás a Rosario en solidaridad con la sala Arteón. ¿Cuál es tu mirada sobre la situación actual del arte después de la etapa más crítica de la pandemia?
—Yo creo que ya pasamos lo peor y estamos nuevamente activos. Cada vez que viajo veo el fanatismo que hay por el teatro en el interior, nosotros los argentinos tenemos una cultura teatral enorme. He tenido la suerte de recorrer toda la Argentina y lugar donde vas, lugar que hay un teatro cuidado, eso es fascinante, yo tengo mi propio teatro en Villa Crespo. El teatro es un arte milenario, no creo que nos volteen fácilmente, ya hemos pasado por un momento muy duro pero creo que estamos de nuevo de pie. La presentación en el Arteón ha sido determinante, porque no es lo mismo ir un fin de semana a compartir la obra, que saber que también vamos por un motivo noble y de amor. Pensando, ya no en el cierre, sino dándole fuerza para tomar conciencia y visibilizar algo que nos pertenece, que es nuestro.
—Además de presentar la obra, ¿vas a dar clases de actuación?
—Sí, a partir de la invitación generosa de Puli Rainero, pude crear un formato de llegada a todo el país con lo que doy en mi escuela. En este caso son 3 horas de formación. Lo veo como un tío que llega a la familia para contar cosas que hablan de lo mismo, pero lo hace con una mirada propia. Son formatos de clases muy estimulantes, la gente que se acerca a los cursos no van por obligación, van por amor y placer. Cada clase es distinta para mí siempre, porque me encuentro con grupos diferentes de personas. Para mí es un acto creativo y personal.