Cuatro días después del 50º aniversario del golpe militar de Augusto Pinochet en Chile, llega este viernes a Netflix “El Conde”, una comedia negra que imagina un universo paralelo inspirado en la historia reciente de ese país. Retrata al expresidente de facto Augusto Pinochet como un vampiro que vive escondido en una mansión en ruinas en el frío extremo sur del continente. El filme, protagonizado por Jaime Vadell y Alfredo Castro y dirigida por Pablo Larraín, estuvo nominado a mejor película en el reciente Festival de Cine de Venecia, donde obtuvo el premio a mejor guión que el director compartió con Guillermo Calderón.
El origen del protagonista, el conde del título, se remonta a la Francia del siglo XVIII. Durante años adoptó diferentes identidades, antes de tomar su nombre definitivo cuando arribó a Sudamérica. Tras fingir su muerte, hoy es un frágil anciano (Vadell) que está recluido en una antigua y amplia casa en el helado sur del país, donde lo rodean su esposa (Gloria Münchmeyer) y su mayordomo (Castro). Hasta ese lugar llegan una monja (Paula Luchsinger) y su numerosa descendencia, cinco hijos que están ansiosos por saber cuándo será el día en que por fin recibirán la herencia que les corresponde.
El Conde | Tráiler oficial | Netflix
La película plantea que después de doscientos cincuenta años de vida, el conde decidió dejar de beber sangre y abandonar el privilegio de la vida eterna porque ya no puede soportar que el mundo lo recuerde como un ladrón. A pesar del carácter decepcionante y oportunista de su familia, encuentra nueva inspiración para seguir viviendo una vida de pasión vital y contrarrevolucionaria a través de una relación inesperada.
Larraín es autor de películas como “No”, en la que también abordó la figura de Pinochet, y los biopics “Spencer”, sobre Lady Di, y “Jackie, en el que explora la vida de Jacqueline Kennede, entre otras que se pueden ver en Netflix. Durante la promoción de su film sobre la fallecida princesa británica, aseguró que la había hecho para que su madre pudiera ver una de sus películas. Larraín, de familia conservadora, confesó durante una rueda de prensa en Venecia que hasta ese momento su madre no había visto “El Conde” y que esta vez no la hizo para nadie. “Las motivaciones de las películas a veces son bastante misteriosas. No tengo una motivación con respecto a la audiencia. Esta vez no creo que hubiera una motivación”, aseguró sobre “El Conde”.
RLAAGHT6LRDHVP4KJ67RQOMSBE.jpg
Alfredo Castro, Gloria Münchmeyer, Pablo Larraín y Paula Luchsinger en el 80º Festiva de Cine de Venecia.
Sin embargo, destacó la función del cine como registro histórico: “El cine es la gran máquina del tiempo que hemos inventado como sociedad, como cultura, y que te permite pensar lo pensado, vivir lo vivido y te permite recordar y dejar una huella de memoria y de percepción sobre el pasado. En este caso, una huella sobre la impunidad y cómo la impunidad produce eternidad”.
El cine es la gran máquina del tiempo que hemos inventado como sociedad, como cultura, y que te permite pensar lo pensado, vivir lo vivido y te permite recordar y dejar una huella de memoria y de percepción sobre el pasado. En este caso, una huella sobre la impunidad y cómo la impunidad produce eternidad (Pablo Larraín) El cine es la gran máquina del tiempo que hemos inventado como sociedad, como cultura, y que te permite pensar lo pensado, vivir lo vivido y te permite recordar y dejar una huella de memoria y de percepción sobre el pasado. En este caso, una huella sobre la impunidad y cómo la impunidad produce eternidad (Pablo Larraín)
En ese sentido, añadió que todavía “cuesta acercarse” a esa figura que dominó el destino del país entre 1973 y 1990, y cree que es “porque quizás es una figura muy reciente para algunos”. Para el cineasta, todo depende de encontrar “el ángulo correcto, los actores correctos o el tono correcto”. “Chile es un país que está dividido, que sigue quebrado por por la figura y la presencia de Pinochet, y probablemente eso fue debido a la falta de justicia. Pinochet es una persona que murió en plena impunidad, libre, sin haber ido a la cárcel nunca, y es posible que hubiese sido distinto si lo hubiéramos juzgado como lo hicieron los argentinos o los uruguayos”, añadió.
Los géneros elegidos por Larraín para abordar al exdictador fueron la sátira y el absurdo. “Para mí era la única forma de hacerlo”, afirmó. “Me parece que acercarse a Pinochet de una manera realista o dramática, produce la primera complicación, que es que Pinochet podría generar alguna forma de empatía. Quizás el blanco y negro y la sátira produce la distancia necesaria para poder verlo, observarlo y tener la sensibilidad correcta hacia hacia alguien que hizo tanto daño. Alguien que, por tanto, tiene que ser mirado desde el ángulo correcto”, explica sobre su film.
Castro es conocido en Argentina por sus trabajos en “El suplente” y “La Cordillera”, y en “El Conde interpreta a un pulcro mayordomo encargado de que Pinochet no se quede sin sangre. Vadell, de sorprendente parecido físico con Pinochet, dijo a medios chilenos que él, en realidad, no interpreta a Pinochet sino a un personaje. “No pretendí jamás imitar a Pinochet, yo hice El Conde. El actor tiene que hacer lo que está en el guión, y ahí está El Conde, no Pinochet. Todo es una figura imaginaria”, afirmó. Sobre el impacto del film, apuntó que ayudaría a “no ver a esta figura como casi intocable, casi mítica, en la que se ha convertido este caballero”.