El arte vuelve a ser el tema de la nueva película de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Sin embargo, la dupla detrás de las exitosas "El ciudadano ilustre", "El hombre de al lado" y "El artista", esta vez se repartió los roles: Cohn produjo y Duprat dirigió "Mi obra maestra", la historia de una amistad entre un experimentado galerista y un artista plástico resentido y en decadencia que dejó definitivamente atrás su época de gloria. El también director de "Todo sobre el asado" convocó a Guillermo Francella y Luis Brandoni para esta coproducción entre Argentina y España que se estrena el jueves próximo en todo el país, pocos días antes de su estreno mundial el 30 de agosto en el Festival de Cine de Venecia.
Duprat dijo que quería contar la historia de dos "amigos como de fierro y pase lo que pase" que sucede como en casos anteriores en el ambiente del arte, al que regresa ahora junto a Cohn y al guionista Andrés Duprat (ver página 3). "Es el mundo del arte porque es un planeta que conocemos muy bien y del cual podemos hablar con autoridad, sin imposturas, tanto Andrés Duprat, el guionista que es el director del Museo Nacional de Bellas Artes, como Mariano y yo que mal o bien pertenecemos a ese mundo y del que conocemos muy bien la fauna y la lógica" y en el que "hay mucha impostura".
Por su parte, según contó Francella, se trata de una "comedia bien a cara de perro", en la que "el mundo del arte es una anécdota porque está hablando de muchas cosas que ocurren desde el sistema". Francella interpreta a Arturo, un marchand que sale en auxilio de Renzo, su viejo amigo pintor, a pesar de los maltratos que tuvo que padecer de un artista al que en los 80 se lo disputaban las galerías más prestigiosas del mundo y que ahora vive en la calle. Renzo se convirtió en un ser "caprichoso, que no quería aggiornarse, no quería el arte contemporáneo, antisocial, resentido y enojado", describió Francella al personaje de Brandoni. Hasta que un día un hecho fortuito hace que Arturo tenga una estrategia arriesgada para finalmente sacar de la decadencia a Renzo, lo que da impulso a esta "comedia con mucha profundidad, suspenso y mucha emoción", describió Francella en diálogo con Escenario.
—¿Qué te interesó de este trabajo con el que regresás a la comedia?
—Es una comedia con un gran guión. Me contaba Duprat que la gente de Venecia la vio como una película italiana, esas con Nino Manfredi, Alberto Sordi, Hugo Tognazzi, Marcello Mastroianni, con una crítica social debajo. Es una comedia bien a cara de perro. El mundo del arte es una anécdota porque está hablando de muchas cosas que ocurren desde el sistema. Es muy interesante porque es una esgrima verbal, una película de personajes de la que me interesó el guión. Había visto mucha filmografía de Duprat y de Cohn y me había gustado mucho, y además con Beto Brandoni, con quien nos une una gran relación de amistad y de laburo. Es una comedia con mucha profundidad, suspenso y con mucha emoción.
—¿Cómo describirías a tu personaje?
—Es un marchand muy vinculado con el mundo del arte, sabe todas las estrategias del arte contemporáneo. Lo que nos ayudó mucho es que Andrés Duprat, el autor, es director del Museo Nacional de Bellas Artes, de modo que conoce este universo como nadie. El nos explicaba un poco el advenimiento del arte contemporáneo, a tal punto que por ejemplo exhiben dos botines de fútbol embarrados, con las medias sucias adentro y cordón envuelto y lo venden por miles de dólares. Pero el ámbito es una anécdota porque puede ser el de los médicos, abogados, deportistas o lo que sea. Lo que pasa es que ellos son del palo y lo dominan muy bien. Y se filmó en lugares extraordinarios. Estuvimos en Purmamarca, en Jujuy, en Brasil.
—¿Hay una reflexión sobre el éxito y el fracaso, las contradicciones entre dinero y arte?
—No solamente eso. Es como este mundo nuevo de la tecnología. Uno no puede negarla, pero el avance se viene y llegó para quedarse. Obviamente que es extraordinario, pero ¿sumó o restó? Hay un momento en el que el modo de ver televisión, el streaming, las nuevas plataformas ¿se convirtieron en algo positivo o negativo para el arte?. Se perdió el arte de consumo, de observar, que no es solamente dinero o arte, sino que es la metodología, la conexión que teníamos antes con respecto a ahora que estamos todos mirando para abajo (los celulares), leyendo. Y ni hablar de los fanáticos de las redes sociales, que están todos ansiosos por recibir un me gusta más que ver otra cosa. Y la crueldad de las redes, cómo se insulta. Además de lo que pasa con respecto al consumo, en relación a lo que pasa con la televisión, el cine, el teatro. En esta película no pasa por las redes, pero pasa por la llegada de nuevas cosas. En un momento se habla de que el arte es un fraude. Una mancha capaz que vale un millón de dólares porque es distinta a la mía, pero ¿dónde está el misterio?. Hay mucha sanata en el medio, mucho marketing, pero esto no faltando el respeto al arte porque quizás yo no sé leer esa mancha.
—¿Tiene implícita una referencia a la idiosincrasia argentina o es una historia universal?
—Creo que es universal, los cambios y las modas son universales. En esto pasa como con el mingitorio de Duchamp, que fue innovador. Después te preguntás si es verdad, pero sí ocurre, y posicionan a alguien de una manera que hay que tener habilidad para hacerlo. Este marchand tiene esa habilidad.
—¿Cómo fue el reencuentro con Brandoni después de haber compartido "Durmiendo con mi jefe" y "El hombre de tu vida?
—Nos queremos mucho con Beto, tenemos una relación divina en la vida y además con ese timing que nos gusta tener en la comedia, de un ida y vuelta como nos pasaba en "El hombre de tu vida", con diálogos eternos, de una profundidad y esgrima verbal, y esto es igual, tiene ese tono. Pero no nos salimos nunca del guión porque la improvisación conspiraría. Al contrario, se trabajó y se ensayó mucho, se trabajó mucho el texto con Duprat. Estuvimos semanas haciéndolo con él, corrigiéndolo a medida que nosotros hablábamos. Quizás le gustaba más algo que habíamos dicho y lo corregía porque optimizaba algo. Entonces cuando llegamos al rodaje no necesitábamos más que hacer lo que ensayábamos.
—¿Cómo vivís el contraste entre el tono de este trabajo y los dramas y thrillers que rodaste los últimos años?
—Me gustó mucho como actor explorar algo distinto. También me gustó trabajar con directores como Pablo Trapero, Alejandro Maci, Armando Bo, Juan José Campanella, pero en el medio también hubo comedias como "Corazón de León", con Marcos Carnevale, o "El misterio de la felicidad", de Daniel Burman. También hubo comedias que me gustaron y no comedias livianas, sino comedias con algo atrás, como "Mi obra maestra".
—¿Estás preparando algo para volver a la televisión?
—Aún no. Volvería a la televisión, ahora se están haciendo series interesantes, con una estética cinematográfica, y si encuentro un contenido que vale la pena, lo haría. Pero en este momento estoy muy concentrado en el teatro. En marzo estrené la comedia "Perfectos desconocidos", compramos los derechos, la dirigí e hice la adaptación y estamos en el Metropolitan con un elenco fantástico, Alejandro Awada, Mercedes Funes, Carlos Portaluppi, Gonzalo Heredia, Agustina Cherri, Peto Menahem y Magela Zanotta.
—¿Cuál es tu obra maestra?
—(Ríe) Nada... Vivo de lo que amo hace muchos años, que es esta carrera hermosa y haber construido mi familia son mis patrimonios. Elijo mi presente en la parte personal y laboral. No sé si hay una obra maestra, pero sí los objetivos trazados y cumplidos me generan felicidad.