El anuncio del "Cosquín Rock - 20 años" generó un impacto enorme cuando se conoció que en la grilla convivían varias generaciones musicales argentinas. Entre los nombres más brillantes sin duda se destacaba Charly García. Sin embargo, un accidente doméstico impidió que estuviera presente como la comunidad rockera lo deseaba. Pero a pocos días del inicio se anunció que su banda estaría sobre el escenario y muchas de las voces brillantes de la escena nacional cantarían sus canciones. Entonces el festival tomó otro color. La incertidumbre por lo que se iba a escuchar a medida que pasaban las horas se iba dilatando por las heterogéneas ofertas musicales.
El predio que recorre en su totalidad casi diez hectáreas tiene como ejes los escenarios Norte y Sur. Al comienzo de la jornada Hilada Lizarazu ofrecía un popurrí del cancionero nacional que encerraba temas de su autoría con algunos clásicos, y con el pasar de las horas, según la parte transitada del predio, las propuestas variaban en estilos, contexto y guiños a la historia. Airbag comenzaba su show con una versión libre de "Little Wing" (Hendrix), Mariano Martínez (con sus compañeros ausentes con aviso) revivió notables canciones de Attaque 77, Las Pastillas del Abuelo amagaban con "Paint It Black" (Rolling Stones) y 2 Minutos —uno de los números con más convocatoria y energía— traducía al punk "Mal romance", el clásico de Riff.
Entre tanto clasicismo, la escena actual tuvo espacios para disfrutar exclusivamente su período. El escenario urbano congregó a cientos de chicos y chicas admiradores de la oferta musical de Replik, reciente descendido de la plana mayor en la FMS, con un futuro prominente en canciones. Y siguió en el mismo espacio con Flu Os, la propuesta que llevan adelante los hijos de Catarina Spinetta. Impresiona el parecido escenográfico de los pibes con la primera etapa de Illia Kuriaky & The Valderramas, mientras se subrayan matices cancioneros con el sonido urbano vigente.
Todo este eclecticismo viviente fue unido en un sitio cuando Divididos dio sonido a su primera canción. Fue realmente impactante ver cómo, desde todos los puntos del predio, se acercaron como hormigas para disfrutar de gemas como "Cuadros colgados" y "Narigón del siglo", con un nivel de ejecución cercano a la perfección y un sonido demoledor.
En cuanto a traslado masivo, lo mismo ocurrió cuando comenzó en el escenario Sur Ca7riel y Paco Amoroso. Es demencial su expansión en las tablas, que desafía todo el tiempo la extrañeza pasiva del revisionismo histórico del cancionero popular.
Asomada la noche, el generoso concierto de El Mató A Un Policía Motorizado confirmó su crecimiento como banda y la magnitud de sus oyentes. Además, todo lo incierto de un festival parece que está a su favor: sus temazos "Chica de oro" y "El próximo movimiento" coincidieron con todos los otros escenarios en silencio.
En la otra punta, Nathy Peluso rompía todo: agresiva, sensual, fina y poética, fue un combo imbatible. "Aguante Talking Heads", dijo, y fue el único momento con un silencio de vacilación. Siguió Mon Laferte, con una postura escénica musical increíble. Fantástico el manejo de los registros de su voz en concordancia con el dominio del escenario.
El show de Emmanuel Horvilleur, centrado en una banda impecable que sostiene a la perfección su —indispensable y categórico— rol de cantante, fue un punto muy alto de la jornada. Y claro que Skay Beilinson nunca falla, y que Los Auténticos Decadentes lograron que casi la totalidad de la gente se quede hasta el final con momentos épicos en "Corazón", "La prima lejana" y "Un osito de peluche de Taiwán".
Pero nadie se podía sacar de la cabeza lo que ocurrió con El Aguante And The Prostitution. Así se llamó la banda de Charly (sin Charly). Es cierto que fue una celebración desprolija, pero el clima de intimidad que le impusieron el Zorrito Von Quintiero como eje musical (y visual), más el trío (los ya clásicos chilenos) y Rosario Ortega empapó de amor y armonía un contexto visceral —sin nostalgia— donde fueron recibiendo a personas muy vinculadas a la historia de García como Nito Mestre, Hilda Lizarazu y la feroz Celeste Carballo.
Además hubo muchas sorpresas: Andrés Ciro Martínez fue inesperado, y le quedó muy bien a "Demoliendo hoteles". Fernando Ruiz Díaz se apropió de todo el contexto con "Cerca de la revolución". Bandalos Chinos mostraron una impecable revelación en "Asesíname" y fue exacta la elección de "No voy en tren" para Los Decadentes. Y también esta consumación de notables nos devolvió a León Gieco. Como él mismo dijo, no fue un homenaje, sino una suplencia.
Luego resultó difícil asimilar que la cosa seguía, que todavía faltaban varias horas para que termine la jornada. Mientras en el final estaban, como buenos Salieris de Charly, todas las voces todas cantando "El fantasma de Canterville" e "Inconsciente colectivo".