Giuseppe Tornatore es sinónimo de "Cinema Paradiso", pero esta vez vuelve con un cambio de registro. El director italiano pasó de aquella epifanía sobre los valores perdurables y la nostalgia, a la angustia y las psicopatías. Tornatore tiene una trayectoria con piezas de colección como "Fabricante de estrellas", con un buscavidas mentiroso pero con gracia para el engaño, o la "La leyenda de 1900", con su pianista confinado en un barco. Metáforas y relatos con varias capas de lectura. Quizás en la que más cerca estuvo del thriller sea "Una pura formalidad", con Gerard Depardieu y Roman Polansky, un ejercicio brillante de artificio, climas contenidos, guión y dirección. Su último trabajo antes de "La desconocida" fue "Malena", con el encanto de, otra vez, los buenos viejos tiempos. Corría el año 2000. Esta vez una buena parte de aquel universo armonioso aun en el desorden parece haber explotado. Tornatore se sumerge en ese mundo. Pero desde otro lugar.