Bombas, enfrentamientos, cifras de muertos y mucho ruido: así es la narración tradicional de los conflictos de la que huye el documentalista argentino Hernán Zin para adentrarse en el alma humana a través de la "irreprochable" voz de los niños. El resultado es "Nacido en Siria", el documental nominado a un Goya que mañana se estrena en los cines españoles. Como ya hiciera en 2014 con otro documental en este formato, "Nacido en Gaza", Zin (Buenos Aires, 1971) elige a los más pequeños para transmitir, a través de sus relatos, el horror de un conflicto que está a punto de cumplir seis años y de la ola migratoria a Europa desatada en 2015.
"Los niños son un gran vehículo para contar qué pasa dentro de las personas durante los conflictos, de narrar el trauma y la pérdida, y de humanizar todas esas cifras e imágenes que aparecen en los medios de comunicación", explicó Zin en entrevista con DPA en Madrid. "Los niños son las víctimas más inocentes de todas y tienen una sensibilidad y sentido común al hablar que te desarma. No hay especulación sobre si son o no combatientes, son siempre inocentes. Van más allá del conflicto político y son por ello las voces más irreprochables e incuestionables de una guerra", consideró el documentalista argentino.
Los chicos suponen además el 30 por ciento de los refugiados. "Tenían que estar ahí", asegura Zin, que acompañó a más de 20 menores en su huida desde Turquía a Europa Occidental para producir una película que constituye un documento histórico, con narraciones en primera persona, sobre la ruta de los Balcanes y las alternativas de huida cuando se fueron cerrando las fronteras una tras otra.
Desde que la imagen del pequeño niño kurdo Aylan muerto en una playa de Turquía le hiciera abandonar otro proyecto para narrar "el mayor éxodo humano en Europa desde la Segunda Guerra Mundial", comenzaron unos meses frenéticos que llevaron a Zin a Turquía, Grecia, Hungría, Serbia, Croacia, Eslovenia, Austria, Alemania y Bélgica.
Por el camino iba conociendo a niños que le contaban sus historias y cuyo rastro seguía por teléfono y las redes sociales para volver a encontrarlos en sus destinos o para no volver a saber nunca más de ellos. El resultado de esas idas y venidas, de esas entrevistas en marcha, fueron más de 20 historias de las que al azar eligió las siete que muestra el documental, que cuenta con la música de Gabriel Yared, ganador de un Oscar por "El paciente inglés".
"La complicación era enorme, la gente iba caminando, viajaba en colectivo o en tren, sin parar, hacer entrevistas así es muy difícil. Y después seguirlos y volver a encontrarlos se convirtió en una ardua labor, en una pesadilla logística", explicó el cineasta.
Este trabajo le dejó también el retrato inesperado de uno de los mayores traumas de la guerra que sufren los más pequeños: la desgarradora separación de las familias. "Fui descubriéndolo por el camino y fue muy doloroso. Los árabes son muy familiares y llevan la separación con mucho desgarro", señaló Zin sobre el que se convirtió, sin pretenderlo, en un tema crucial del documental.
Otra de las "sorpresas" fueron los retos de la llegada a los países de destino. "No sabía que era tan complicado lo que les esperaba al llegar a Europa, las trabas burocráticas, la integración. Huir de ciudades como Alepo, perder a sus familias o su entorno ya era una experiencia muy desestabilizadora, pero al llegar a Europa los problemas empiezan de nuevo y la vida se convierte en una carrera de obstáculos", explicó.
Zin documenta las primeras semanas del pequeño Marwan en Bélgica o de la joven Jihan en Berlín. "Los admiro por su dura lucha para seguir adelante", aseguró. Una lucha en la que muy pocos países contribuyeron a facilitarles las cosas, como Alemania, que según Zin, fue el único que en la crisis de refugiados ha estado a la altura de lo que Europa significa para el mundo. "Al abrir las fronteras, Merkel tomó una decisión muy valiente. Yo estaba ese día en Hungría y llorábamos de emoción. Ella merece estar en los libros de historia", consideró el documentalista.
Raquel Miguel
DPA