Pablo Echarri no le teme a los elogios ni a las bromas. Está cómodo, y lo
demuestra, en su rol de huésped de Rosario. Encabeza, junto a Federico Luppi y Norma Aleandro, el
elenco de "Cuestión de principios", la película que dirige Rodrigo Grande sobre un cuento de
Roberto Fontanarrosa. Pocas horas antes de finalizar el rodaje, le confesó a Escenario que lo
deslumbró "la mística" que rodeó al rodaje en Rosario; se sumó a la "chicana" futbolera y a las
bromas de la "mesa de los galanes" y destacó la legendaria belleza de las rosarinas: "Lo de las
chicas es patrimonio de otro tiempo, pero me acuerdo que encontrarse con una rosarina en el verano
en Mar del Plata, era salvar el año", recordó con una sonrisa pícara.
—¿Cómo te resultó la experiencia de filmar en Rosario?
—La producción es enteramente rosarina, gestionada por el Pitu Fernández y
por Leo Di Césare. El Pitu fue el que congregó a productores que no son del medio. En su mayoría
son amigos suyos que siente los relatos del Negro y más allá de la posibilidad de un negocio les
daba la posibilidad de ser parte del desarrollo del trabajo de alguien que cada vez me doy más
cuenta de lo representativo que es para Rosario. Eso genera una mística.
—Ya están casi al final del rodaje...
—Sí, y nos da mucha ilusión esta película porque es un combo. Primero un
cuento del Negro Fontanarrosa, con una adaptación propia de él junto con Rodrigo (Grande, el
director). Eso tiene un activo muy fuerte. No es común encontrar diálogos profundos, que no llenan
espacio, que cada palabra está puesta para decir eso y nada más que eso. A nosotros que de alguna
forma siempre estamos en la búsqueda de alguna buena historia, cuando la recibimos y la tenemos
entre manos es muy fácil darnos cuenta.
—¿Qué te parece el resultado hasta ahora?
—Puede ser muy bueno. Cuando se forma un buen equipo, un buen elenco,
técnicos, y las escenas son las que el director quiere, uno puede vislumbrar que me parece que
vamos a tener una gran película. El actor puede lucirse sólo y cuando tiene una buena historia.
—Estás en Rosario con la mesa de galanes más conocida del país ¿Te hicieron un
lugar?
—Todavía no me senté (sonríe). Fue muy particular porque de leerlo al
Negro y de admirar su literatura, conocer a estos galanes hizo que me diera cuenta de cómo empezó
todo.. Y lo que significa esa mesa de bar, esos amigos, profesionales, tipos con un grado de
reflexión muy agudo; muy graciosos y con un sentido de la amistad muy profundo, con esa joda
constante entre unos y otros y esa necesidad de tomar de punto a uno o a otro.
—¿Cómo te trataron?
—Bien porque yo soy medio como ellos (ríe). Me recibieron muy bien, con
mucho cariño. Yo nací en un barrio, crecí con un código irónico y de amistad y de disfrute entre
los amigos bastante particular. Ellos son muchísimo más afilados, más inteligentes y más irónicos,
pero enganché ese código donde bromeamos. En el rodaje la relación se establece a través de las
bromas, a través del gran sentido del humor de ellos. Y la relación se sostiene porque todos
sabemos que ni lo que ellos me an ni lo que yo les pueda decir, obviamente con absoluto respeto, va
a ser tomado mal.
—¿Cómo fue tu rol de galán entre las rosarinas?
—Las mujeres me tratan bien. Yo tengo en general y naturalmente una
relación muy estrecharon las mujeres. Pero a esta altura de mi vida, ya casado, me tengo que
relacionar más con los galanes que con las chicas. Lo de las chicas fue patrimonio de otro tiempo.
Me iba a veranear a Mar del Plata y lo único que esperaba era encontrarme con alguna rosarina. Eso
queda como una máxima: encontrarse con una rosarina en el verano era salvar el año.
—¿Te hicieron hincha de Central o de Newell’s?
—Yo soy de Independiente, que con Central nunca tuvo mucha afinidad.
Siempre la tuvo más con Ñubel. De alguna manera utilizo a Independiente para entrar en rivalidad.
Con ellos me conviene y me divierte más ponerme de la vereda de enfrente, sea cual sea, cosa de
chicanear.
—Y en las calles de Rosario, ¿cómo viviste ser una figura nacional?
—Rosario es una ciudad hermosa. Es generadora de cultura, como Buenos
Aires. La gente es amable y agradece de alguna forma esa alegría de tenernos acá. Quizás parece una
cuestión de tiempo. Cuando es novedad...
—Claro, cuando te vean una semana seguida por la calle Córdoba, el comentario va a
ser "otra vez Echarri..."
—Exacto (risas) Pero por suerte es tiempo de vivir eso. A medida que se
cansen...
—Te vas a filmar a Salta...
—Esperemos que suceda más adelante (risas).