Dos mujeres con todo el peso de la historia
El airbag es su sabiduría, sus años de lectora y escritora, sus convicciones de clase que le permiten enfrentarse con la joven que está detrás de la puerta, a punto de dar el paso que las coloca frente a frente.
9 de junio 2013 · 01:00hs
El encuentro se hace esperar en el interior de una residencia aristocrática. Su anfitriona, una mujer larga, extensamente elegante, que acumula las marcas de la experiencia, mantiene intacta toda su salud para recibir el impacto del choque. El airbag es su sabiduría, sus años de lectora y escritora, sus convicciones de clase que le permiten enfrentarse con la joven que está detrás de la puerta, a punto de dar el paso que las coloca frente a frente. Victoria Ocampo está a punto de recibir a Eva Perón.
El texto de Mónica Ottino no para de representarse desde 1992, primero en la calle Corrientes para luego repetir la fórmula en varios teatros y numerosas giras por el país. Aquella primera versión en Buenos Aires contó con la impronta de dos actrices fuertes como China Zorrilla y Luisina Brando Ahora es el turno de Rosario. En el teatro Empleados de Comercio se presenta una nueva versión de “Eva y Victoria”, con las actuaciones de Norma Pons y Emilia Mazer, puesta en escena de Graciela Dufau y dirección de Daniel Cicaré. “No hay que dialogar con el enemigo, hay que mirarlo de lejos”. Esas palabras con las que Victoria Ocampo (Pons) toma distancia de Eva Duarte (Mazer) van delinenando un relato que en toda la función pretende ser ecuánime, pero que deshilacha algunos puntos de vista.
El ingreso de Evita en escena se lleva los aplausos de todo el teatro: probablemente el espectador percibe el desafío de caracterizar un personaje tan fuerte de la historia nacional, trabajo que carga con mucho más peso que la simpatía -o no- por ese personaje. Aquí la balanza se inclina en favor de Evita.
El contraste entre las dos mujeres se traduce en el grado de empatía con el público. La interpretación de Pons en el primer acto es de una gran contundencia, maneja todos los tiempos de la escena con una gracia que conquista a la platea y que deja a Evita en un pedestal solemne, acartonado, cuya única obsesión es lograr el apoyo para conseguir el voto femenino, un avance fundamental e indiscutible en la democracia de nuestro país. Pero en el arte de la negociación Ocampo aparece como una tía seductora y locuaz, capta todas las miradas convirtiéndose en un personaje flexible, con mayores matices, plantando bandera desde diferentes costados con la misma solvencia.
El segundo acto, muy breve, deja a Evita en un lugar incómodo: la muestra con toda la fuerza de su carácter recordándonos aquella escena de la película en la que Esther Goris retaba a los trabajadores ferroviarios. Decididamente aparece con el dedo acusador en alto, con la voz grave y el tono de revancha. Confronta con ella misma en una escena de su vida privada, no hay contrastes, asume el tono de la pregunta y la respuesta.
En la tercera parte, Evita ya está enferma y juega de local. “Cada año vale por cuarenta”, le confiesa a Victoria en la intimidad de su cuarto. Las dos bajaron algunos decibeles: “Para aprender a hablar, hay que aprender a escuchar”, dicen. Aquí descolla la interpretación de Mazer, una Evita al natural pero intensa, profundamente real. Sin embargo, la clave de cierto posicionamiento se deduce de un dato que no es menor: la que siempre genera el encuentro es Eva Perón. Más allá de los artilugios de Ocampo para manejar las discusiones, desde el punto de vista del diálogo y el acuerdo es Evita la que siempre busca a su interlocutora.
El éxito de una obra que se va reversionando y que plantea una serie de tópicos enraizados en nuestra compleja historia se basa en una propuesta que puede sonar anticuada: un teatro donde no sólo predomina la fuerza del texto sino que durante buena parte las actrices permanecen sentadas, algo que Ottino atribuyó a la propuesta original de China Zorrilla. La obra continúa hoy (hoy a las 20), el sábado 15 de junio a las 21 y se despiden el domingo 16 a las 20 en Empleados de Comercio, Corrientes 450.