Los Fabulosos Cadillacs, que anoche colmaron el primer River de su
historia en el penúltimo concierto de la primera parte del “Satánico Pop Tour
2008” con que vuelven a la actividad después de seis años, parecieron no poder
librarse de esa aquelarre de datos que van de la apariencia a la contradicción.
Los muchachos liderados por la dupla creativa Vicentino-Flavio Cianciarulo
no terminaron de plasmar en un Monumental que congregó a un público deseoso por desatar una
fiesta, por dónde pasaba el eje de la hermosa noche.
El sexteto principal que completan Sergio Rotman (saxo), Mario Siperman
(teclados), Fernando Ricciardi (batería) y Daniel Lozano (trompeta) disimuló la emoción por
el reencuentro, coqueteó con varios de sus hits, bosquejó algunas experimentaciones sin ir
al hueso y pareció preso de esas dudas grupales y estéticas.
Hacedores de una mistura que desde fines de los 80 contagió a todo el rock
latino y aportó una nueva manera de asimilar lo diverso, los Cadillacs quedaron a medio
camino de esa leyenda en la gira con que están retornando a escena.
Cuando la luz del día aún mandaba en el estadio, Wallas, líder de
Massacre, remató el set telonero agachándose hasta acariciar el suelo del tablado y
dijo: “a ver, el escenario está caliente para los Cadillacs”. Y a las 21.45, una
hora más tarde de aquella frase, el grupo armó un pogo instantáneo con la seguidilla de
“Manuel Santillán, el león” y “Mi novia se cayó en un pozo ciego”.
El efecto se extendió hasta “Estoy harto de verte con otros” y
“El genio del dub”, pero desde las versión propia de “Wake up and make love
with me”, de Ian Dury, y el posterior saludo del vocalista a la audiencia con la
humorada “hola hola 'Argenchina' (como si se tratara de un extranjero), el repertorio
ingresó en una zona donde la saludable poliritmia que es marca de la banda no hizo
pie.
La visita de Pablo Lescano, a quien el cantante presentó como “el
príncipe de la cumbia argentina”, aportó al atractivo y festejado “Padre
nuestro”, pero enseguida y como síntesis de toda la puesta, las elegantes pantallas con
imágenes en blanco y negro mostraron la obviedad de la luna para anunciar el tema
“Siguiendo la luna” pero el abordaje musical no acompañó ese sentimiento de
“otra que sabemos todos”.
El estupendo “Los condenaditos” (de la etapa más experimental
y arriesgada de LFC) permitió que sus compañeros recordaran a Gerardo “Toto”
Rotblat, fallecido en marzo pasado, y unas canciones después insistieron con el tributo al
ejecutar “La luz del ritmo” (también título del CD que acompaña esta
vuelta).
Otro buen pasaje se sostuvo entre “Calaveras y diablitos” y
“Gallo rojo” (en homenaje al Che Guevara), pero el tramo final exigía agite y
entonces fue el turno de “Gitana”, “Carnaval toda la vida” y
“Mal bicho”.
Las 23 canciones repartidas en exactas dos horas dieron paso a media
docena de bises en los que se sumaron Mimí Maura (voz en “Vasos vacíos”) y
Astor Cianciarulo, hijo de Flavio, de 11 años (batería en “Should I stay o should I
go” y “Guns of Brixton”).
“Vos sabés”, “Matador” y “Yo no me sentaría en tu
mesa” remataron un repertorio dispar y de irregular factura en que también
tomaron parte Matías Brunell (guitarra), Mariano “Pelado” Rosatti (percusión) y
Hugo Lobo (trompetas).
Mañana por la noche, el combo concretará su segundo River con que cierra
el inicio de un regreso que pasó por México, Perú y Córdoba y que en 2009 completará una
agenda con más de medio centenar de shows al también llegar a otros países
latinoamericanos, a España y a los Estados Unidos. (Télam)