Rodolfo Bella / Escenario
Rodolfo Bella / Escenario
La rosarina Valeria Schapira dijo que puede ser una periodista "seria" sin perder el sentido del humor. Su estilo desenvuelto la hizo popular primero en los canales rosarinos y después como panelista de "Acoso textual", "Ponele la firma" y "El diario de Carmen" en América TV, y "¿Por qué no te callas?" en Telefé. Actualmente es columnista del programa que conduce Beto Casella en la radio Mega y lanzó su quinto libro, "Enredados. Sexo, humor y amor en la web". También se da el gusto de subirse "a las tablas", acompañada por Mirta Wongs, donde despunta su vocación de comediante.
Su currículum, al que ella promete que recurrirá cuando duden de su formación, dice es que licenciada en Comunicación Social, que hizo un posgrado en Londes y que se especializó en España. Con todo, decidió sumarte a "la fauna televisiva", como ella la llama. "Lo que pasa es que yo siempre fui esto: soy una vedette frustrada", dijo con irónica resignación.
El costado payaso. "No me da el cuero, no me da el físico, pero me encanta hacer el payaso", definió y añadió: "Me parece que no tenés que ser solemne para ser serio. En Rosario, a veces me costó que se entendiera que puedo ser una periodista informada, seria, pero que tenía mi costado payaso".
Con ese mix, más un libro con título entrador, "Hombres. Manual de la usuaria", su imagen se hizo conocida a nivel nacional.
Schapira aclaró que no tiene prejuicios y que no vivió su paso por los programas de la tarde con el estigma de la banalización: "Lo disfruto. Cuando entré a la televisión sabía que no estaba en la Real Academia Española. La tele hoy es entretenimiento. Pero lo tomo con responsabilidad", afirmó.
La información cotidiana es fundamental: "A mi me vas a ver todos los días leyendo dos o tres diarios todas las mañanas. Escucho la radio todo el día. Es muy raro que me pesques en una falta de información. Y si tengo que estar hablando de Luciana Salazar y las vedetongas, preguntame lo que quieras si me están pagando para eso. Quizás me llamen mercenaria. No lo sé. Mi única finalidad en este momento es divertirme, en lo posible entretener a la gente. No creo que se deshonre a la profesión por eso. Ahora puedo combinar el periodismo y el humor. Y si divertirme me permite ganar guita para vivir, mejor".
Sin miedos. Finalmente logró combinar el humor con el rigor profesional, aunque no fue fácil: "Al principio tenía más miedo. Era más mi prejuicio que el ajeno. Pero cuando me empiezo a cuestionar, si alguien me dice algo, le muestro el currículum", dijo y añadió: "Creo que podés ser un excelente periodista y no perder el humor. Yo trabajé con gente que estaba con cara de orto todo el tiempo y si eso es sinónimo de seriedad prefiero ser un payaso", concluyó.
La denostada "farandulización" de la pantalla chica no es un problema para Schapira: "A la gente la pierde la televisión. La verdad que no estoy haciendo televisión, pero la extraño atrozmente. Tiene algo adictivo. No se si todo el mundo tiene necesidad de eso, pero es fuerte. Creo que a todo el mundo lo pierde el vidrio. El que te dice que no, miente", aseguró.