Un tipo musculoso haciendo el amor con dos mujeres fue la primera imagen de “Condicionados”. Al rato un “corten”, una puteada, un director enfurecido, una actriz con aires de diva y el mundo de celuloide pasó a ser de carne y hueso.
Un tipo musculoso haciendo el amor con dos mujeres fue la primera imagen de “Condicionados”. Al rato un “corten”, una puteada, un director enfurecido, una actriz con aires de diva y el mundo de celuloide pasó a ser de carne y hueso.
La tira semanal de Pol-ka, que comenzó el miércoles en Canal 3, refl ejó con ironía y realismo el mundo sórdido de la industria porno. Y, por lo visto en el primer capítulo, dio ganas de seguir espiando por el ojo de la cerradura a ese universo hot. Dicky Cocker (Oscar Martínez) y Lorna Love (Soledad Silveyra) son una pareja en decadencia en medio de un negocio en ruinas, que es hacer cine triple X en la Argentina.
Lo interesante de esta nueva fi cción fue cómo mostraron la cotidianeidad de una familia que no vive de un trabajo convencional. Es aquí que el supuesto atractivo por escenas subidas de tono (que las hubo) quedó un escalón debajo ante la mirada tierna de un tipo tozudo, interpretado por un excelso actor como Martínez, que pelea a fondo por sostener su negocio pero también por mantener su golpeado matrimonio.
Ese director de cine porno, que cualquiera se lo puede imaginar como un tipo onanista y desprejuiciado, está caracterizado como alguien que se emociona con las imágenes de sus películas viejas, que quiere recuperar a la hija de una ex pareja suya y que le declara amor eterno a su mujer.
Lo atrapante de “Condicionados” es esa combinación erótica, que en el debut tuvo un strip tease deslumbrante de Bárbara Lombardo, con la pintura casi costumbrista de la familia Cocker y su entorno laboral. Pero por sobre todo, seduce el lugar que toma el amor en la historia.
El amor idealizado, desgastado, remendado, ilusionado o focalizado en el deseo, es siempre amor. Y ese tópico atraviesa la trama desde el principio al fi n, con el corpiño puesto o tirado por el piso. El amor condicionado supera la fi cción.
Por Javier Felcaro
Por Alicia Salinas