Temas como “Hot Stuff”, “Bad Girls” y “She Works Hard for the Money” la convirtieron en la reina indiscutible de la música disco en los años 70 y principios de los 80. Sus canciones llenaron las pistas de baile de todo el mundo y aunque esa época queda ya lejos, Donna Summer, fallecida ayer a los 63 años, siguió siendo una estrella hasta la fecha.
En una ocasión, la revista “Rolling Stone” aseguró que Summer consiguió crear un nuevo estilo internacional de música pop con su mezcla de R&B, pop, soul y rock. Su álbum “Crayons”, que salió a la venta en mayo de 2008, contaba entre sus títulos con “The Queen Is Back” (Vuelve la reina).
Donna Adrian Gaines, nacida en una familia cristiana de seis hermanos de Boston, encontró su trampolín al éxito en Alemania. Tras su paso sin pena ni gloria por Nueva York, llegó a Múnich de la mano de un papel en el musical “Hair” y se quedó ocho años en Baviera. Allí aprendió alemán, se casó con su primer marido, el austriaco Helmuth Sommer (del que transformó su apellido) y conoció a los que durante años serían sus productores: Giorgio Moroder y Pete Bellotte.
En 1975, su primer éxito se convirtió en un escándalo. En “Love to Love You Baby” gemía eróticamente durante 17 minutos en medio de la música disco. Según la revista “Time”, para la grabación tuvieron que simularse hasta 22 orgasmos. Se ganó así la etiqueta de “diosa del sexo” y varias cadenas prohibieron el tema en sus programas.
A su vuelta a Estados Unidos siguieron hits como “I Feel Love”, “No More Tears”, “On the Radio” y “Last Dance”, esta última ganadora de un premio Oscar por el musical “Thank God It’s Friday”. Con cinco premios Grammy, tres álbunes de platino consecutivos y más de 130 millones de discos vendidos, Summer se convirtió en una estrella.
Pero la fama tuvo también un precio para la diva, que intentó quitarse la vida cuando estaba en lo más alto de su carrera. La presión, la ruptura de su matrimonio y una traumática relación posterior la sumieron en profundas depresiones.
Trató de arrojarse por la ventana de un hotel en el Central Park de Nueva York, pero al intentarlo se enrredó en una cortina y pudo ser rescatada por una de las empleadas. Según escribiría después en una autobiograía, esa experiencia la convertiría en una “cristiana renacida”. “Todos sufrimos. Yo también”, reconoció.
Summer estuvo casada durante 30 años con su segundo marido, el cantante y compositor Bruce Sudano, con quien tuvo dos hijas, Brooklyn y Amanda, que se sumaron a Mimi, de su primer matrimonio, y le dieron varios nietos.