Cine / Crítica de "La muerte de un perro": Humor negro con acento uruguayo

El joven director uruguayo Matías Ganz se descubre en su ópera prima “La muerte de un perro” como uno de los cineastas más originales de los últimos años. Con su singular dirección de actores, el extrañamiento que produce la conducta de sus personajes, el humor oscuro de una intriga sangrienta y absurda y su narrativa pausada pero ágil gracias a sutiles golpes de efecto, Ganz se acerca al estilo de Ethan y Joel Cohen con una trama doméstica que deviene en thriller.

Los protagonistas de la historia son los actores Guillermo Arengo y Pelusa Vidal que interpretan a Mario y Silvia, un matrimonio de mediana edad y una vida cómoda. Silvia disimula su paranoia y la desconfianza que le genera la empleada que trabaja en su casa y Mario es un veterinario a quien accidentalmente se le muere un perro en su consultorio. Ese hecho desencadena un escrache en las redes mientras que, paralelamente, durante una cena en lo de su hija y aprovechando que la casa quedó sola, entran ladrones y se la desvalijan. El escrache y el robo los deja indefensos y temerosos por lo cual pasan unos días a la casa de su hija, lugar en el que la historia toma un giro policial.

Ganz, reconocido en su país, sorprende en el panorama de estrenos por streaming con este elaborado guión que deliberadamente no se adapta a ningún género y que saludablemente no pretende ser moralizante, aunque aborde temas actuales de fondo como la inseguridad, los recelos de clase y el poder de las redes sociales.