"Gracias al público yo tengo un lugarcito en la ciudad", aseguró José Berlén, uno de los directores teatrales rosarinos que se decantaron por el humor. Justamente, para celebrar los 35 años con el teatro, Berlén presentará la obra "El departamento del señor Gilberto", hoy y mañana, a las 21, en el teatro El Círculo (Laprida y Mendoza). Acompañado por la actriz Natalia Mancino pondrá en escena esta pieza de su autoría sobre un hombre de 60 años que entabla una relación con una mujer treinta años menor y que el intérprete consideró una "comedia llena de sorpresas con un final emotivo". "Es verdad, la gente se acuerda más de Berlén por la parte cómica, pero el género cómico es difícil que sea premiado", reflexionó.
—Aunque hiciste obras dramáticas tu trabajo se caracteriza por la comedia...
—Sí, me caracterizo por la comedia picaresca rosarina.
—¿Creés que es un género no tan valorado?
—Yo no me creo nada. Creo que tengo que seguir luchando con muchas ganas porque esto es lindo, es difícil. Pero el género cómico es difícil que sea premiado. El mejor ejemplo es Chaplin. Portal está olvidado. Hablo de los capos. Hoy se le dice capocómico a cualquiera. Capocómico es una cosa muy especial. Pinti lo es. Son más premiados los actores que hacen drama, comedia dramática o tragedia. Pero el cómico no es que sea desvalorizado, no. Creo que fue siempre así. Chaplin fue reconocido a los 80 años.
—¿Qué respuesta tenés del público?
—El público en a calle, uno por día..., me dice "cómo me reí con tal obra". Es verdad, la gente se acuerda más de Berlén por la parte cómica, pero si me preguntás cuáles son las obras que más amo, la primera es "El pan de la locura", de Carlos Gorostiza , que es una drama; la segunda es "Los días de Julián Bisbal" y la tercera, "La nona", de Roberto Cossa
—¿En algún momento sentiste que tu trabajo era subestimado?
—Te voy a decir dónde. Pero no subestimado. Para armar una producción hay que golpear puertas. Eso significa hablar con amigos, comerciantes, empresarios, porque estos teatros son carísimos. Y por ahí hay lugares donde me han dicho que no porque el tipo de teatro que yo hago no encajaba con esa empresa. Entiendo y lo comprendo ciento por ciento. Pero pregunté ¿y usted qué vio mio? "No, yo no vi nada, pero me dijeron". Y eso no lo permito. Es injusto que te juzguen por algo que no vieron. No le gusta lo que hace Berlén, lo entiendo y estoy totalmente de acuerdo y además tiene que ser así. Pero ¿cómo alguien me está juzgando por algo que no vio?.
—¿Son prejuicios?
—Eso ni que hablar. Y otra cosa que voy a decir es que creo que de la cantidad de gente que a mi me saluda en Rosario en los últimos 35 años, es mas la gente que no me vio que la que me vio. A lo mejor vio un pantallazo por televisión, o escuchó algo sobre lo que hago. Porque debo reconocer que hay público al que le cuesta pagar la entrada si no es con un descuento. Lo siento por los pocos que van y pagan su entrada y no piden vale. Que existen y agradezco de por vida porque gracias al público yo tengo un lugarcito en la ciudad, pero es difícil.
—¿Cómo fue tu debut?
—Debuté con Pepe Costa como director, con el clásico "El lazarillo de Tormes", en el Consejo de Mujeres, el 17 de junio de 1977. Después mis directores fueron David Edery, Félix Reynoso, Mirko Buchín, Güerino Marchesi, entre otros. Pero quien me marca en la carrera fue Miguel Bebán, para mi el mejor actor de la historia del teatro argentino y de quien fui asistente tres años. Hacía teatro con otros directores, pero era su asistente cuando el vivía en Rosario.
—¿Cuáles fueron los éxitos y los fracasos?
—En la carrera de teatro, de la cual no me arrepiento de nada, hay éxitos y fracasos. Entre los éxitos el primero fue "El conventillo de la paloma", en el desaparecido teatro Olimpo en 1981. Conseguimos los derechos no se por qué casualidad del destino cuando la hija menor de Vacarezza y me los cedió para hacerla en Rosario. Estuvimos 17 semanas. El segundo éxito fue "Proceso al inocente" con el que debuté como director, una obra de mi amigo y hermano Gilberto Rey en el Riviera Concert, un espacio que creamos en el hotel de calle San Lorenzo. En 3 años creé el teatro de la Asociación Bancaria, que hoy se llama La Nave. En el 86 tomé el Mateo Booz cuando nadie lo quería y estuve en la Lavardén y en los últimos diez años en El Círculo, el Astengo y el Broadway, que es donde más actué.
—Trabajaste con casi todos los directores que marcaron el teatro rosarino. ¿Qué pensás de las nuevas generaciones?
—Creo que hay una muy buena generación que se renovó, hay una movida. Rosario siempre tuvo mucho teatro. No es ni más antes ni más ahora, pero tal vez haya mas espacios para los elencos locales.