Juan Minujín, que encarna al joven Jorge Bergoglio en “Los dos papas”, el filme de Fernando Meirelles que propone una mirada íntima sobre la relación entre Benedicto XVI y Francisco y que tras una reducida exhibición en salas ya está disponible en Netflix, afirmó que el papel no le presentó “una responsabilidad mayor que con otros personajes”.
“Creo que es un personaje muy carismático, muy apasionado, muy estricto también. Muy temperamental”, dijo Minujín en conversación con Télam, acerca del rol que le tocó interpretar y que en el filme puede verse a través de una serie de recuerdos del Bergoglio al que le da cuerpo el galés Jonathan Pryce.
Minujín vive a los 44 años el que probablemente es el pasaje más exitoso de su carrera, con un presente laboral que incluye teatro, con la obra “La verdad”, que regresa al Paseo La Plaza en enero, en TV, con una tira de Telefe en 2020 y “El Marginal” 4, y el estreno en cines la semana pasada de “Las buenas intenciones”, en la que también actúan sus hijas.
Su versatilidad para componer personajes de diferentes estilos y para manejarse con soltura en distintos géneros logró llamar la atención de Meirelles, responsable de “Ciudad de Dios” y “El jardinero fiel” para un papel que llevará su exposición a una escala internacional.
El filme del director brasileño, con guión de Anthony McCarten y el coprotagónico de Anthony Hopkins como el papa alemán Joseph Ratzinger, viene acumulando nominaciones para la venidera temporada de premios y con seguridad tendrá presencia en los Oscar, en febrero próximo.
La historia indaga en las controversias del ex Papa Benedicto XVI, conservador y defensor del Dogma, y en el actual Papa Francisco, popular y renovador de la Iglesia. La historia relata los acontecimientos más trascendentales de los últimos años en el Vaticano, cuando Benedicto XVI decide renunciar y convertirse así en el primer ex Papa vivo desde el siglo XV.
“Más allá de la historia, me interesaba trabajar con Fernando Meirelles, es un director que admiro mucho desde hace mucho tiempo”, explicó Minujín sobre uno de los motivos por los que se acercó al proyecto, y afirmó que le parecía “muy lindo” que el director brasileño “sigue filmando con el entusiasmo y el nivel de detalle de un chico que está haciendo su primer cortometraje”.
Además, el intérprete y también director (“Vaquero”, 2011) manifestó que le había resultado “muy interesante” el modo en que está narrada la parte de la trama en la que interviene.
“Yo aparezco en flashbacks, pero no cualquier flashback, sino un recorte de la reposición que están haciendo Ratzinger con Bergoglio antes de que Bergoglio sea papa”, relató.
Construida alrededor de una serie de encuentros imaginarios durante un fin de semana entre el papa Benedicto y el por entonces arzobispo de Buenos Aires, los flashbacks para contar la historia de juventud de Bergoglio exponen la pesada carga con la que asumiría poco después como sumo pontífice.
Su rol como líder de los jesuitas en Argentina en los 70 y su confuso papel durante el secuestro y tortura por el lapso de cinco meses de los sacerdotes Francisco Jalics y Orlando Yorio, que militaban en el Bajo Flores porteño en 1976, no son eludidos en la película, sino utilizados para explicar la culpa y la duda de Bergoglio al tener ante sí la posibilidad de ser Papa.
“Es el recorte que hace el mismo Francisco recordando su historia. Con lo cual no es que trabajamos sobre una mirada objetiva de esos episodios, es el recuerdo de lo que él hizo y la culpa o remordimientos que puede tener sobre algunas situaciones”, dijo Minujín en defensa de la propuesta del filme y sin querer pronunciarse sobre aquel episodio, en el que periodistas como Horacio Verbitsky llegaron a acusar a Bergoglio de haber tenido responsabilidad.
“Yo me comprometo al cien por cien a hacer a este personaje y a veces comparto más o menos las miradas de las películas que hago”, agregó.
Con respecto a la presión de representar a Bergoglio, Minujín afirmó que no sentía “que haya una responsabilidad mayor que con otros personajes”: “No estamos inventando un personaje de cero, es una persona pública que todo el mundo conoce, pero después las situaciones se atraviesan tanto si uno está haciendo de Bergoglio o de un personaje completamente ficcional”.
El trabajo de composición consistió en ver “prácticamente todo el material que hay en YouTube” sobre Bergoglio, y en un proceso que realizó en conjunto con Jonathan Pryce en Londres.
Juntos trabajaron el acento de Pryce, que aunque es galés debía sonar como un argentino hablando inglés, intercambiaron ideas sobre cómo enfocar las distintas edades del personaje y hasta “las formas de caminar”.
“Fui desplegando mi imaginación alrededor del material de archivo que existe, pero ese material es una referencia sobre lo que aporto mi propia humanidad”, finalizó el actor.
Las dos visiones opuestas de la Iglesia
El realizador brasileño Fernando Meirelles aseguró que el pontífice argentino “es la única voz con poder que lucha por derribar los muros”. “Yo creo que Francisco es una de las voces más interesantes del mundo hoy”, señaló además el paulista creador de elogiados filmes como “Ciudad de Dios” (2002) y “El jardinero fiel” (2005) acerca de qué le había atraído del guión de Anthony McCarten como para aceptar sumarse al proyecto.╠
La Iglesia “es una de las mayores sino la mayor organización del mundo, con 1.200 millones de seguidores y esta institución es la única que está hablando contra el sistema económico, a favor de los cambios que el planeta precisa”, apuntó Meirelles en una entrevista con Télam en la que expresó su “admiración” por el papa Francisco.╠
“Los dos papas” imagina una serie de encuentros a puertas cerradas en 2012 entre el por entonces Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio (Jonathan Pryce), y el papa alemán Joseph Ratzinger/Benedicto XVI (Anthony Hopkins), en los que se enfrentarían dos visiones opuestas sobre la fe y la Iglesia, sobre el perdón y la redención.╠
Para Meirelles, el juego de oposiciones entre Francisco y Benedicto era interesante porque “representan dos lados distintos de la Iglesia”. “Bergoglio pertenece a una visión de una Iglesia que dialoga con el mundo, que tiene que escuchar al mundo y transformar a la Iglesia. Ratzinger quería un mundo que se ajuste a la Iglesia y no al revés”, comentó. Y añadió que si bien esos diálogos íntimos a los que accede el espectador son puramente especulativos, “a la vez son muy verdaderos, porque están inspirados en cosas que han dicho o escrito alguna vez”.
Finalmente, Meirelles aseguró que valora especialmente a Francisco “como político” más que como religioso”.