Una multitud vibró anoche con el impactante show de Abel Pintos en el Autódromo Ciudad de Rosario. El artista bahiense repasó su repertorio de pop y baladas con una impecable puesta de luces, sonido y audiovisuales.
Por Pedro Robledo
Fotos: Dosdosuno Prensa
Abel Pintos convocó a una multitud para un recital de dos horas y media en el autódromo.
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Abel Pintos llenó de emociones la noche en un vibrante recital.
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Una multitud se dio cita en el Autódromo de Rosario para disfrutar de las canciones de Abel Pintos.
Una multitud vibró anoche con el impactante show de Abel Pintos en el Autódromo Ciudad de Rosario. El artista bahiense repasó su repertorio de pop y baladas con una impecable puesta de luces, sonido y audiovisuales.
Con “Hasta aquí”, del álbum “La llave”, y “Espejo”, del más reciente “El amor en mi vida”, Pintos inició un brillante show de dos horas y media. Con matices y diversidad rítmica, el cantautor propuso un repertorio de canciones que lograron conmover de manera profunda.
“El amor en mi vida” y “No me olvides”, versionadas con modos expresivos seductores, provocaron que la gente abandonara inmediatamente las butacas y acepte el convite del artista a sumar palmas.
Luego de una intro con base eléctrónica, “Tiempo” permitió el lucimiento de Antonella Giunta y Mery Granados, las coristas del grupo. Mery estuvo poco tiempo en el escenario, sufrió una descompensación, se sintió mejor, pero fue trasladada al hotel para que se recupere totalmente.
“Siento que esta noche es consagratoria a nuestro vínculo de tantos años”, expresó el cantante. Recordó que hubo conciertos inolvidables y otros olvidables, todos en distintos contextos. “No tengo claro cuánto va a durar este show, pero sí tengo claro que hemos traído muchas canciones”, dijo anunciando un concierto extenso.
A “Pájaro cantor”, en un tramo, la cantó a capella, demostrando sus sólidas condiciones vocales. Después de la ovación recibida, pidió al público que se siente y disfrute del concierto. “Tengan paciencia que ya llegará el momento festivo”, prometió.
En la balada “Tiene tu amor” se sumó su hermano Ariel en los coros, luego vinieron “Quiero cantar” y “Cacería” y cerró el bloque con “El mar”, dedicada “para esos amores especiales”.
En esta ocasión no hubo set folklórico en sus formas tradicionales. Solamente incluyó la zamba “Solo”, destacándose el aporte rítmico de Colo Belmonte en el bombo. Allí se tomó un respiro y permitió que la gente le exprese el afecto con una extensa ovación.
“Oncemil” fue otro hit infaltable. A “Tanto amor la cantó con un novedoso arreglo con un dúo de guitarras que concretaron Marcelo Predacino y Ariel Pintos. Siguió con “Una vez más” y con el “acting telefónico” de “Alguna vez”, aplicando un original recurso técnico. “El adivino” fue celebrada desde los primeros acordes de Ariel con su guitarra.
El quiebre emocional de Abel se dio esta vez luego de cantar “Cien años”, el tema de la novela “Argentina, tierra de amor y venganza”. Se quitó los anteojos para que el público note su emoción y sus lágrimas, se mostró conmovido por el afecto recibido.
Pintos sigue cuidando los detalles estéticos en sus shows, con varios cambios de vestuario, una de las características que se destacan en sus puestas en escena. La retrospectiva de su repertorio fue amplia y generosa, siempre instalado en la temática del amor.
Después de “Todo está en vos”, ofreció “Abrazándonos” y “Aventura”, dos canciones con ritmo de bachata a las cuales les agregó sutiles movimientos sensuales. A partir de ahí, inició el prometido segmento festivo en el cual reunió las cumbias “El hechizo”, “Camina” (suave y elegante), “Cuántas veces” y “Y la hice llorar”, desatando la gran fiesta.
Abel pidió aplausos para sus compañeros y compañeras, agradeció al público por el esfuerzo de asistir al show y por conectarse con él y, tratando de no caer en sensiblerías, en su largo discurso pidió bendiciones para todo el auditorio. “Los amo con todo mi corazón, sinceramente”, expresó. Cantó “A-dios” y se retiró de la escena, pero enseguida volvió para regalar los seis bises previstos.
Los dos primeros bises fueron con versiones despojadas, con instrumentación mínima. En “La llave” tocó solamente Predacino (guitarra) y en “Sin principio ni final” acompañó Freddy Hernández (piano).Las elegidas para el cierre fueron “Cómo te extraño”, “Motivos”, “De solo vivir” y “Piedra libre”.
Las mayoría de las canciones de Abel están inspiradas en su derrotero afectivo. La impronta auto-referencial está presente en las letras de los temas. La última imagen que mostró la noche en el Autódromo fue la de los artistas y el público aplaudiéndose mutuamente, sellando nuevamente un vínculo que sigue sosteniéndose y que se refuerza en cada encuentro.