Las siete de la tarde de un martes. La hora pactada para la charla telefónica
con Charly García. Del otro lado de la línea se escucha un "hola" acatarrado y agudo. Desde el
vamos, difícil verlo y oírlo a García respetando días, horarios y pactos. Claro que la primera
señal de un Charly distinto no es esta, la de respetar la hora señalada para la charla. Hubo un
proceso de largos meses de una rehabilitación dura, cruel... "Te hacen de goma", dice Charly sobre
el final de la charla. Sí, hay un Charly diferente y no es necesario verlo para darse cuenta de que
es así. Basta escucharlo. Ahora, hasta su voz y sus silencios hablan de un tipo distinto al que
alguna vez fue. Ni mejor ni peor. Ni más ni menos bronce del rock argentino. También este es el
Charly que se reecontrará con su público santafesino esta noche en el Hipódromo, desde las 21. Allí
estarán sus camaradas Fito y Nito Mestre haciéndole el aguante.
"Estoy bien, hoy me van a dar un premio... la vida me sonríe", resume Charly,
como flashes de su presente, en el inicio de la charla. Su voz, una antigua cascada adormecida.
—Bastante duro porque al principio yo quería tocar y no podía. De repente
un día, cuando junté a los muchachos y empezaron a tocar, se armó una banda increíble... todos
amigotes, varios de ellos me hicieron el aguante cuando estaba de Palito (Ortega). Después, el
primer show en Perú fue increíble.
—¿En el inicio de esos shows qué te costó más?
—Nada. Tenía la voz bien, estaba tranquilo y el público me dio todo.
—Spinetta juntó a todas sus bandas, ¿harías lo mismo?
—Yo no puedo porque hay gente que está muerta. No me parece... Además, no
tengo ganas de hacer eso. La música que estoy haciendo ahora tiene un verdadero aguante. Moro ya no
está, María Gabriela (Epumer) no está más, esas cosas me duelen mucho.
—Terminaría siendo algo triste en lugar de una fiesta...
—Claro. Pero apoyo que el Flaco lo haga. Voy a estar ahí.
—¿Te sentís al margen de esa neurosis nacional que señala que Argentina
tiene una personalidad bastante autodestructiva ?
—Y mirá... cada país tiene sus cosas. En la gira visité varios países y
noté que en algunos había una verdadera efervescencia. En la calle, en los shows. En Quito y
Guayaquil estaban todos con sus movicom sacándote fotos. Un poco pesados. Igual noté que la gente
estaba más up que acá donde más bien está down. No sé, yo espero no contagiarme.
—Me refería sobre todo a esa cuestión canibalista...
—Sí, pero a mí me están empezando a reconocer. Era hora. En un rato me dan
un par de premios Clarín (por el martes) y ya me dieron un Grammy a la excelencia musical en Las
Vegas. Algunas cosas vuelven.
—Y tu vida, ¿es más o menos aburrida que antes?
—Es diferente. O sea, uno aprende a suplantar cosas, ¿no? Tengo una vida
mucho más ordenada que antes y es lo que va conmigo ahora. Y me gusta subirme al escenario y no
estar pensando en problemas.
—¿La perspectiva de dónde mirás ahora la vida cambió?
—Cambió mucho. Me convencí que tengo tela para rato y la gente recibió eso
con mucho cariño. Hoy soy un agradecido por este amor callejero que me da la gente, y creo también
que a la gente le gustó mucho que yo hiciera un esfuerzo y volviera de donde algunos no
vuelven.
—Una famosa frase tuya es que “los únicos que nunca me cagaron
fueron las putas y los fans”...
—No sé en qué orden ponerla ahora. Cosas de la vida (largo silencio), en
ese momento era cierto.
—También solías repetir “¡soy un genio!”, ¿qué creés hoy?
—Que soy un muy buen intérprete... En el show se nota la transformación.
Mirándola desde afuera creo que no soy un genio pero sí un buen compositor de canciones.
—¿En qué pensabas en los peores momentos?
—No sé bien; muchas de cosas que me pasaron estaban anticipadas en mis
canciones, pero no era todavía el momento de cambiar. Sólo había una predicción, en otro estado,
claro, mucho más caótico pero sabiendo que íbamos hacia esto que me pasa hoy, y que tenía que
hacerlo.
—¿Dónde quedó ese caos?
—Está como algo virtual. ¡Quedó como Kill Gil! La he pasado bien también,
¡muy bien! Lo haría de nuevo, simplemente es eso.
—¿Y toda esa industria de la recuperación ya forma parte de tu pasado?
—¡Ja, industria de la recuperación! Todavía la padezco. En algún momento
me liberará. Es cierto, es una forma delicada de decirlo... porque te hacen de goma. Bueno...
disculpá pero me tengo que vestir para ir a recibir el premio. Chau.