Urnas y estanflación
Claves. En poco tiempo el gobernador Miguel Lifschitz deberá convocar a elecciones y designar las fechas. Santa Fe estará en campaña en medio de una economía recesiva.

Domingo 16 de Septiembre de 2018

El país vive su eterno desmadre económico, y la política busca lugar en ese espacio repleto de malas noticias. En Santa Fe, la crisis también pega como la cola de un tornado y muchísimo les costará a los partidos políticos entusiasmar a las multitudes.

En poco tiempo más, la lapicera de Miguel Lifschitz firmará el decreto de convocatoria a elecciones. Habrá que esperar algunas semanas para saber si prefiere quedarse en la Casa Gris con un gobernador electo durante seis meses (como le pasó a él con Antonio Bonfatti en 2015) o si extiende un poco más su tiempo unívoco, sin nadie en paralelo, y convoca a comicios generales más cerca del 10 de diciembre. Por lo pronto, Lifschitz reunió ayer a 250 autoridades locales del Frente Progresista y los arengó para trabajar juntos y dejar la provincia en manos de la actual coalición oficialista.

Con el cuadro de estanflación (estancamiento más inflación) que repiquetea, el gobierno nacional deberá extremar los cuidados para no caer en algo peor a lo que cayó: su dependencia total con el FMI. Para todos los demás "jugadores" del mundo financiero, Argentina es un eterno "timbero" que se gastó hasta los ahorros mínimos.

Así como todas las variables de la economía están para atrás, las calificaciones del país son las peores en mucho tiempo. Y no sólo en materia económica. El riesgo país, aquella marca con la que Daniel Hadad ponía en vilo todas las noches a la Alianza desde un programa televisivo, está hoy cerca de los 650 puntos (hasta hace días era mucho peor) . Y la tabla de la corrupción muestra al país en descenso casi directo. No hay buenas noticias para este boletín.

Consignas neutras

Con ese derrotero, poco tiene y tendrá para ofrecer la política santafesina. No hay oro ni moro. ¡Basta de realidades, queremos promesas!, tiene uno ganas de pedir, como se pintaba en las paredes de la revolución mexicana. Nadie se va a enamorar de una consigna que al gobierno le encanta propalar: ¡Viva el equilibrio fiscal y el déficit cero! Cambiamos, pero no tanto.

Entre esos andariveles estarán en poco tiempo más pidiendo el voto Antonio Bonfatti, Omar Perotti, otros peronistas y quienes resulten candidatos de Cambiemos. Si es que no prospera una idea de Julián Galdeano (que les gusta a algunos) de abrir hasta el paroxismo un frente común que unifique a socialistas, macristas y radicales —entre muchas otras tolderías— para darle pelea al peronismo. Un revival de la Alianza Santafesina. No parece tener valor empírico alguno.

Ayer, en la capital provincial, el gobernador se subió a por primera vez a la previa de la campaña y convocó a ampliar el Frente y a trabajar para que Santa Fe no vuelva al pasado.

Lifschitz encabezará la lista de candidatos a diputado provincial, aunque lo negará en público hasta que llegue el momento. La diseñará de puño y letra. Todos querrán estar ahí. Si logra mejorar el flagelo de la seguridad, terminará bien su gestión e intentará darle al oficialismo de hoy la mayoría parlamentaria en Diputados. Salvo los oficialismos (nacional y provincial) nadie tendrá dinero como antes a la hora de hacer campaña. Y los empresarios se cuidarán como nunca, evitando aparecer en futuros cuadernos Gloria.

Pero la pelea por la Gobernación dependerá de cómo llegue el gobierno nacional. O mejor dicho: la economía del gobierno nacional. Aunque muchos subestimen y otros sobreestimen la victoria de Cambiemos en Marcos Juárez, hay que darle a ese mojón electoral un justo valor. Y, debe decirse, no es poco para el macrismo haber ganado en el peor momento de su historia.

Hay un sector de la sociedad que se nuclea en los ámbitos de la producción agropecuaria que no dejará caer la posibilidad de que Cambiemos siga en el poder. Salvo que, como hasta acá, el presidente siga chocando el carrito de golf. El mismo resultado que se dio en Marcos Juárez se daría hoy en algunas ciudades del sur productivo santafesino. De hecho, Marcos Juárez queda más cerca de Rosario que de Córdoba. El gran problema de Cambiemos está en las medianas y grandes ciudades, donde la estanflación está haciendo desastres en cadena.

La caída del macrismo en las encuestas favorece a Omar Perotti, quien es visto en la Casa Rosada como un personaje empático a sus objetivos. Este periodista cruzó por primera vez el portón de la Quinta de Olivos, durante el macrismo, en marzo de 2016. "El político santafesino que le gusta a Mauricio (Macri) es Perotti", dijo un vocero más que calificado..

Pero Perotti, si juega por adentro de la primaria del PJ, deberá vencer al kirchnerismo, que no será un hueso fácil de roer. Si María Eugenia Bielsa se decide a competir, alineará detrás suyo a buena parte de los K. Esa interna sería para alquilar balcones y obligaría al Frente Progresista y a Cambiemos a tener sus propias competencias.

Para que el Frente Progresista pueda ser revalidado en las urnas deberá ejercer una influencia mayoritaria en Rosario. Sin un triunfo contundente en la principal ciudad, no hay futuro posible en el poder. Lo sabe mejor que nadie el gobernador, que cree en su fuero íntimo que deberá atraer votos que se fueron a Cambiemos y retener a todos los radicales en el campus progresista. No hay mucha diferencia con lo que dice Galdeano, salvo que el presidente de la UCR quiere incluir a Cambiemos en el Frente. O viceversa.

No hay que cerrar la puerta a la posibilidad de espacios nuevos ni descartar de antemano las expectativas. Léase Rubén Giustiniani y Carlos Del Frade a nivel provincial o Ciudad Futura en Rosario. Como siempre, la izquierda clasista querrá terciar en la disputa, aunque no haya podido ingresar concejales ni legisladores provinciales en las últimas elecciones. A priori, todos tienen derecho a aspirar por un lugar en la marquesina.

Pero toda esa escenificación preelectoral tardará en asomar. Con semejante estanflación, nadie sabe cuándo pasará el temblor.