Una desaparición enigmática y un libro fundamental
El notable pensador italiano Giorgio Agamben vuelve a dar pruebas de su hondura reflexiva y virtuosismo estilístico en su breve pero intenso ¿Qué es real?

Domingo 14 de Julio de 2019

"La noche del 25 de marzo de 1938, a las 22.30, Ettore Majorana, considerado uno de los físicos más destacados de su generación, se embarcó desde Nápoles, en cuya universidad era el titular de la cátedra de Física Teórica desde hacía un año, directo hacia Palermo en un buque de vapor de la sociedad Tirrenoia. A partir de aquel momento, salvo por noticias e hipótesis no confirmadas, se pierde todo rastro del «joven profesor de treinta y un años, 1,70 m de estatura, esbelto, de cabello moreno, ojos oscuros y una larga cicatriz en el dorso de la mano», como reza el anuncio publicado en La Domenica del Corriere el 17 de abril con el título «¿Quién lo ha visto?». A pesar de las búsquedas, en las cuales se interesaron las autoridades policiales y, bajo presión de Enrico Fermi, el propio jefe de gobierno, Ettore Majorana había desaparecido para siempre".

Cualquier lector podría suponer, con irrefutable lógica, que este párrafo inicial de un libro recientemente publicado pertenece a una de las tantas novelas policiales que proliferan como moscas en el panorama bibliográfico de la actualidad, más ávido que nunca de evasión y entretenimiento. Sin embargo —oh sorpresa—, se trata en realidad del punto de partida de uno de los textos más recientemente difundidos en la Argentina del notable pensador italiano Giorgio Agamben (Roma, 1942), cuyo título es, además, de nítida raigambre y hondo peso filosóficos: ¿Qué es real?

Sucede que el inquieto Agamben, cuyo universo de intereses es tan vasto como honda y precisa su escritura, se sumerge en el enigma aún inexplicado de la desaparición de Majorana —uno de los físicos más brillantes de su tiempo, quien había percibido que sus investigaciones habían contribuido a crear la inminente bomba atómica— para dar cuenta, nada menos, que del estatuto de eso que se habitualmente es llamado "lo real".

De la mano de la genial Simone Weil, y cuestionando con agudeza los fundamentos y postulados de la teoría de los cuanta creada por Max Planck, e involucrándose a la vez con Einstein, Niels Bohr, Aristóteles y Pascal, Agamben dispara: "Majorana comprende de inmediato, una vez que se asume que el estado real de un sistema en sí es incognoscible, que los modelos estadísticos se vuelven esenciales y no pueden más que sustituir a la realidad".

El quid de la cuestión pasa por la disolución de las certidumbres que proporcionaba la física clásica: las exploraciones atómicas, que culminarían con la temida fisión del núcleo y la creación del monstruo que cayó sobre Hiroshima y Nagasaki, habían revelado que el azar —y no la necesidad— era el que regía todo. Y gracias a la probabilidad (aquí ya comienza a jugar la matemática), el azar se vuelve —como asevera Agamben— "experimentalmente controlable". Al abandonar el determinismo por la mera posibilidad, la física cuántica, de acuerdo con la ya mencionada Weil, había renunciado, literalmente, a la ciencia.

Majorana, por su cuenta, había ido más allá: según él, la ciencia ya no era "un instrumento de lo real, sino un modo de intervención en este para controlarlo". Tras tan tremenda intuición, de fuerte contenido político, desapareció.

Su historia ya había sido contada por el gran novelista siciliano Leonardo Sciascia en La desaparición de Majorana (Tusquets, 2007), pero la tesis de Agamben en este inquietante libro magníficamente traducido es que su ausencia autoprovocada (y no vinculada con el suicidio) no sería otra cosa que un extraño modo de probar su propia tesis en torno a lo real y lo probable.

Denso y apasionante, este texto del siempre exquisito Agamben exigirá un esfuerzo intelectual aun del lector más culto y entrenado. Sin embargo, la recompensa será inmediata. Pero claro, no precisamente tranquilizadora.