Alrededor de 60 civiles ucranianos murieron en la provincia de Luhansk al ser destruida por una bomba rusa la escuela donde se refugiaban. En la escuela había unos 90 civiles. Mientras, tropas ucranianas se negaban a rendirse en el puerto de Mariupol.
Este lunes 9 de mayo, se celebra en Rusia el “Día de la Victoria” y se suponía que para esta fecha Mariupol iba a estar por completo en manos del ejército ruso. A Vladimir Putin le resultará difícil proclamar la “victoria” en Ucrania cuando en casi dos meses y medio de violenta invasión no ha podido alcanzar ninguno de los objetivos que se había propuesto.
La provincia de Luhansk es una de las dos del extremo este de Ucrania conocido como Donbas, invadido parcialmente por fuerzas prorrusas en 2014 y donde ahora se desarrollan algunas de las operaciones militares más intensas. El gobernador ucraniano dijo que la escuela bombadeada en el pueblo de Bilohorivka se incendió después del ataque aéreo. Los equipos de emergencia encontraron dos cuerpos y rescataron a 30 personas. Pero no lograron llegar al sótano, donde se refugiaban al menos otros 60 civiles. “Lo más probable es que las 60 personas que permanecen bajo los escombros ahora estén muertas’’, informó el gobernador Serhiy Haidai. Los bombardeos rusos también mataron a dos niños, de 11 y 14 años, en la cercana ciudad de Pryvillia.
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Este domingo seguían llegando civiles que lograron salir de Mariupol a la ciudad de Zaporia, pese a que el sábado se anunció oficialmente que todos ya habían sido evacuados de la planta de Azovstal.
Para este lunes, “Día de la Victoria” en Rusia y en todo el mundo, porque se conmemora la victoria final sobre la Alemania nazi en 1945, el ejército ruso buscaba completar la toma de Mariupol, que ha estado bajo ataque implacable desde el comienzo de la guerra. De la ordenada ciudad de 430 mil habitantes solo quedan escombros. Se cree que al menos 20 mil habitantes murieron. El resto logró huir, salvo unos 80 mil habitantes, que sobreviven gracias a la “caridad” de los ocupantes. En Mariupol quedaron resistiendo unos 2.000 combatientes y varios cientos de civiles ocultos en la enorme planta siderúrgica de Azovstal. Recién el sábado se terminó de evacuar a las mujeres, niños y ancianos que se habían refugiado con los combatientes en los subsuelos de la planta. Pero aún anoche llegaban a la ciudad de Zaporia mujeres y niños que habían huido de Azovstal. Las tropas que resisten se han negado a rendirse: dan por seguro que serán asesinados por los rusos. El gobierno ucraniano se ha puesto en contacto con organizaciones internacionales para tratar de abrir un paso seguro para ellos, pero es impensable que Moscú acepte entregarlos.
Por otra parte, una contraofensiva ucraniana avanza hacia los suburbios ubicados al norte de la segunda ciudad del país, Jarkov. Los militares ucranianos lograron así alejar a Jarkov del alcance de la artillería rusa. La ciudad estuvo bajo el asedio ruso casi desde el inicio de la guerra, dada su cercanía con la frontera rusa. En las zonas liberadas se hallaron los cadáveres de unos 40 soldados ucranianos. Las fuerzas rusas en retirada destruyeron tres puentes para tratar de frenar el avance ucraniano. Una medida que parece admitir que la retirada no será momentánea. Se repite algo similar a lo visto al norte de Kiev y Chernigov: la retirada precipitada de los rusos luego de semanas de ocupación violenta. Pero ahora lo hacen bajo la presión de una ofensiva ucraniana muy amplia, que abarca todo el arco norte de Jarkov, una ciudad de dos millones de habitantes. Renunciar a Jarkov es para Rusia otra derrota estratégica, como lo fueron Kiev, Chernigov y Sumy, todas en el norte de Ucrania.
Por otra parte, Rusia no deja de castigar a Odessa, el mayor puerto marítimo de Ucrania. La ciudad fue bombardeada con tres misiles pesados. Uno destruyó un histórico hotel de lujo. Dos misiles rusos más cayeron en zonas civiles residenciales. Pese a este furioso castigo, Rusia se muestra incapaz de tomar Odessa.