Las casualidades no existen. Y si no, que lo cuenten Jo Du y Earl Lee, quienes contrajeron matrimonio hace unos días en Guelph, Canadá y tuvieron un percance solucionado por un impensado salvador.
Momentos antes de casarse, al vestido de la novia se le trabó el cierre y la desesperación se apoderó de la novia ya que nadie sabía cómo reparar el desperfecto.
Sin embargo, David Hobson -un vecino solidario- ofreció "la" solución. Y minutos más tarde, un refugiado sirio acudió a arreglar el vestido. El hombre, Ibrahim Halil Dudu -alojado desde hace algún tiempo en la casa de Hobson- arribó con su kit de sastre, oficio que realizaba en su país antes de huir del mismo en busca de mejores horizontes.
Merced a su intervención, la boda se celebró sin problemas. Y Jo y Earl, ya mujer y marido, afirmaban el día después en televisión que se sentían "tremendamente agradecidos a él por haber salvado nuestro día; fue un increíble gesto de amabilidad".
La fotógrafa del evento, Lindsay Coulter, retrató la entrañable anécdota y publicó las instantáneas en Facebook. "Estoy tan orgullosa de vivir en Canadá, un país que ha abierto las puertas a los refugiados innumerables veces. Estoy en deuda de las familias que han acogido a estos extraños en sus hogares, y me siento inspirada por la resistencia del pueblo sirio. Somos verdaderamente bendecidos por su llegada", escribía Coulter junto a las fotos.
Canadá recibió hasta hoy a 30.862 refugiados sirios. De estos, 50 familias viven en Guelph gracias a la promoción de un hombre de negocios de la ciudad, Jim Estill, que es director ejecutivo de una empresa de electrodomésticos.
Halil Dudu y su familia son unos de ellos. Ahora, ya a salvo de las bombas de Alepo, la ciudad que según la ONU sufre hoy la peor catástrofe humanitaria de la guerra en Siria, está buscando trabajo como sastre.