Cuando la familia volvió del paseo y entró a su casa en la ciudad de Vail, Colorado, pensaron que habían sido robados. Una ventana de la cocina estaba abierta y había comida desparramada por todos lados. Pero al revisar las cámaras de seguridad se llevaron una espectacular sorpresa: el ladrón era un oso negro. Y había más, el intruso en cuestión tuvo tiempo para tocar unos acordes en el piano familiar.