Un crucero al fin del mundo
Este verano, Star Princess ofreve un viaje lleno de aventuras por la Patagonia, islas Malvinas y los fiordos chilenos.

Domingo 23 de Septiembre de 2018

Una de las formas ideales de recorrer parte de nuestra Patagonia, los fiordos chilenos y llegar hasta las islas Malvinas, es a bordo de un crucero. Desde la practicidad, es un viaje ideal que consta tan sólo de un vuelo porque el itinerario comienza o termina en Buenos Aires. Y cuando decimos crucero, nos referimos al Star Princess, de la compañía Princess Cruises: uno de los más grandes y modernos del mundo que nos sorprende en el puerto con sus 18 pisos de altura y 300 metros de eslora. ¡Son 109.000 toneladas y casi tres cuadras de largo!

El Star Princess aloja a 2.600 pasajeros en base doble, una cantidad considerablemente inferior que otras naves de menor porte, brindando así mayor espacio. Este barco ofrece un sinnúmero de opciones que desafían las expectativas de los pasajeros más exigentes. Por su diseño y comodidades, a bordo se experimenta la cálida sensación de intimidad, típica de los pequeños cruceros: no hay un solo gran restaurante, sino 11; no cuenta con una única piscina, sino que son cuatro, y cada una está ubicada en diferentes decks.

En la variedad de restaurantes, encontramos cinco formales y seis informales, y entre estos últimos está el buffet abierto las 24 horas, un bar de vino y de caviar, una patisserie, una pizzería, un hamburger grill y una heladería. Todas las noches a bordo de este crucero son una fiesta, pero las noches formales lo son aún más.

Si bien no es el primer punto de escala del itinerario, la expectativa y emoción de llegar a Malvinas es inmensa, y compartida por todos los pasajeros argentinos a bordo del Star Princess. Es evidente que ese próximo arribo provoca mucho más que la visita netamente turística. Malvinas es un destino en el que varios cruceros hacen escala, por tratarse de un santuario de vida silvestre: se puede observar gran variedad de fauna como pingüinos de distintas especies, elefantes y lobos marinos y ballenas, orcas y delfines.

Al descender en Puerto Argentino sorprende ver una ciudad de característica inglesa. Es una población pequeña y tranquila, por lo que es recomendable caminarla, apreciar sus construcciones típicas, su iglesia anglicana y su larga rambla sobre el mar. El lugar de su emplazamiento es una bahía tranquila y protegida.

Los fuertes y fríos vientos son una constante en las islas. Caminando por su costa, es posible llegar al museo de la ciudad, donde se pueden ver distintos objetos de los primeros habitantes y visitar la sala que refiere al conflicto bélico de 1982. Otra parada obligada son los bares de la ciudad, típicos pubs ingleses, donde los isleños se juntan a socializar y a mirar los partidos de rugby o fútbol. Los precios son accesibles y vale la pena probar el plato de "Fish and chips" (pescado fresco y papas fritas) que se promocionan en las pizarras ubicadas en las veredas. En pocas cuadras se pueden visitar cinco bares distintos, y cada uno tiene detalles diferentes. Los isleños están acostumbrados a recibir turistas y entre ellos a los argentinos, y no se registran comentarios que aludan a una mala predisposición o resentimiento.

Una visita ineludible es el Cementerio Argentino de Darwin. El viaje toma casi dos horas y en el trayecto se puede comprender la geografía de las islas, su soledad y la dificultad que debe haber sido para cualquier soldado sobrevivir en este ambiente inhóspito. Se pueden ver los campos minados y los picos más altos de la isla, donde muchos soldados argentinos hicieron sus trincheras.

Antes de llegar al cementerio se pasa por la base militar que permanece activa con 1.200 soldados británicos, en una clara señal de la importancia que significan las islas para el Reino Unido. Al llegar al cementerio, las emociones son fuertes. El paisaje es de soledad y normalmente el viento azota a quienes se acerquen. El cementerio es un grupo de 230 cruces blancas y una gran cruz vigilando la inmensidad. A su lado se encuentran las placas de granito negro, con los nombres de los caídos grabados en ellas, y si algo falta para conmover más los sentimientos, basta con leer muchas de ellas que rezan la frase: "Soldado argentino sólo conocido por Dios".

Cabo de Hornos

El verdadero Fin del Mundo es el Cabo de Hornos, ya que se trata del último archipiélago entre el continente Sudamericano y la Antártida. Aparte de su importancia geográfica, el Cabo de Hornos es famoso por su dificultad de navegación, aunque durante el verano la visita no presenta inconvenientes. Además, los barcos actuales están muy preparados para navegar en cualquier circunstancia, no sólo por su tamaño y peso, sino también por los estabilizadores que permiten una navegación relajada independientemente del tamaño de las olas. El paseo por Cabo de Hornos es escénico, aquí no se puede descender.

El barco rodea todo el archipiélago para que se puedan tomar fotografías y observar la base chilena y el monumento al albatros y a todos los marinos fallecidos en diferentes expediciones. Cuando se rodea el Cabo de Hornos, la nave está a pocas horas de la llegada a la ciudad más austral del mundo: Ushuaia.

Llegar a Ushuaia en barco es una experiencia especial y diferente. Desde temprano se comienza a disfrutar las vistas del Canal de Beagle y, antes de llegar a la ciudad, el barco rodea la isla donde está el famoso Faro del Fin del Mundo. A medida que se acerca la ciudad y las vistas son inigualables, no hay medio de transporte que brinde este panorama.

El pasaje vuelve a pisar tierra luego de varios días de navegación, y al descender hay muchas empresas que ofrecen excursiones. Hay varias opciones, entre las que se destacan el Parque Nacional Tierra del Fuego y la Bahía Lapataia. Entre lagos, castoreras, los últimos picos de la cordillera y las islas, un paisaje único.

Luego de pasar unas cuantas horas en el parque es posible regresar a la ciudad para recorrer el centro y el museo penitenciario, un clásico del turismo en Argentina. Hacia el norte es posible visitar el Lago Escondido, otro de los tesoros que guarda esta hermosa provincia.

Por supuesto que muchos turistas aprovechan para probar la exquisita centolla, muy bien preparada aquí y en el sur de Chile.

Ushuaia es una de las ciudades más lindas del país y por eso no hay que sorprenderse al observar la cantidad de turistas extranjeros que la visitan a diario. El puerto está a pocas cuadras del centro de la ciudad, lo que permite caminar sin problemas. Además, como el terreno es en pendiente se obtienen hermosas vistas del Canal de Beagle y de los cruceros esperando el regreso de sus huéspedes.

Se puede disfrutar de la ciudad todo el día y por la tarde se vuelve a embarcar para continuar con el viaje. Atrás queda Ushuaia, con una imagen de la ciudad muy diferente a la de la llegada, ya que el sol está en otro ángulo y cambia por completo el paisaje.

Glaciares

Retomando el rumbo, primero se navega por el Canal de Beagle y pronto aparece un espectáculo único. Los glaciares que descienden a las aguas parecen colgados de los acantilados y a punto de caerse. Navegar por el canal y luego por el Estrecho de Magallanes, es la única forma de poder apreciarlos.

La próxima parada es la ciudad de Punta Arenas, otro clásico del Fin del Mundo. En esta ciudad chilena paraban todos los barcos luego de cruzar el Estrecho de Magallanes. Tuvo sus años de esplendor y una economía muy pujante, y eso se puede apreciar en sus calles, en los edificios públicos y en los museos. Para el turista es posible visitar las colonias de pingüinos cercanas a Punta Arenas, pero para los que prefieren algo más tranquilo se recomienda realizar un city tour.

En la excursión se visita la Plaza Central de Punta Arenas, donde está el monumento a Magallanes, y a la que rodean los edificios públicos y una de las casas de la familia Braun Menéndez, de las más nombradas en la historia de la ciudad. Otra opción, consiste en subir al punto panorámico desde donde se obtiene la mejor vista del Estrecho de Magallanes.

Otro punto de interés es su cementerio, que cuenta con una arquitectura muy particular y encierra los mausoleos y tumbas de algunas de las familias más conocidas de la Región de Magallanes. Por último, un lugar para pasar varias horas, es la zona franca de la ciudad. Se encuentra unos metros después del cementerio y es una zona de varias manzanas con diferentes galerías y comercios, donde se puede conseguir todo tipo de mercaderías y productos libres de impuestos.

Rumbos diferentes

En este punto, los dos itinerarios ofrecidos por Princess Cruises presentan rumbos diferentes. Las salidas del 20 de diciembre, del 17 de enero y del 14 de febrero, continúan navegando por la costa argentina, pasando por Puerto Madryn y Montevideo para luego terminar en Buenos Aires. El 03 y 31 de enero y el 28 de febrero se navega por la costa chilena, haciendo escala en Puerto Montt, para luego finalizar el viaje en el puerto de San Antonio.

Al comenzar el viaje con rumbo norte el clima cambia rápidamente y ya se empezará a sentir el calor del verano. En estos dos días de navegación es muy común ver la cubierta del barco repleta de pasajeros que pasan el día entero en las reposeras tomando sol. Si bien todavía quedan unos cuantos días por delante, ya se ingresa a lo que llaman "el regreso".

Falta menos para que este viaje finalice y sentimos cierta nostalgia, aunque no por eso dejaremos de disfrutar cada rincón del barco y su excelente servicio. Este itinerario es deslumbrante y al regresar no podemos evitar pensar que hemos estado en lugares donde pocos turistas llegarán. Estas sensaciones, combinadas con el placer de viajar en un hotel flotante, donde todos los detalles son tenidos en cuenta para nuestra satisfacción, redondean un viaje perfecto. Navegar a la Patagonia, las Islas Malvinas, los Fiordos Chilenos, el Cabo de Hornos y las ciudades más australes del mundo, es un lujo que se presenta en esta temporada, y que no se puede dejar pasar.