Como una chica típicamente caribeña, ondulante, cálida y con mucha buena onda, Aruba ofrece una costa con playas de las más lindas del mundo y la otra escarpada y silvestre; interior desértico, con cactus, pero con canchas de golf; clima tropical y brisa permanente. Todo eso, en apenas 180 kilómetros cuadrados. Aruba es un destino apto para ir en familia, en pareja, en grupo de amigos, en viaje de bodas; a jugar al golf, bucear o, la más recomendable, tenderse al sol y cada tanto darse un chapuzón en sus aguas turquesas, cristalinas y templadas. El resultado será un bronceado envidiable y cara de volver de “isla feliz”.
Para conocer la isla y planificar la estadía, lo más aconsejable es hacer un tour de un día. Lo recogen en el hotel y el bus (o el jeep, si lo prefiere con sabor a aventura) comienza el recorrido por la ruta costera, que permite ir viendo las maravillosas playas de arenas blancas y aguas que viran del azul al turquesa, según la profundidad.
La primera parada es en el Faro California, nombre que proviene de un barco que se hundió frente a ese lugar. A los arubanos no les gusta ese nombre y prefieren llamarlo “el faro de Aruba”. Luego, el circuito lleva hasta una encantadora capilla, Alto Vista (1916), frente a la costa escarpada, y las ruinas del antiguo molino de oro de Bushiribana (1872).
El tour también comprende las formaciones rocosas de Casibari y Ayo, desde las cuales se obtienen vistas panorámicas que permiten “entender” la isla, y admirar el puente natural esculpido en la roca de la costa norte por las olas. Aquí cabe aclarar que el puente natural más grande, el más famoso y el más retratado fue víctima del fuerte oleaje de esa zona y cayó en 2005. Ahora, al lado, hay otro, más pequeño por ahora, hasta que el agua haga su trabajo sobre la piedra caliza.
Otras alternativas para explorar Aruba son en automóvil, motos (hay una importante agencia Harley Davidson que alquila esas increíbles máquinas), a caballo o en bicicleta, todas opciones disponibles para alquilar.
Si el tour se contrata en De Palm Tours (www.depalmtours.com) está la posibilidad de finalizar el paseo en De Palm Island, una isla privada de esta empresa en la que se puede practicar snorkel y una caminata por el fondo del mar con escafandra que resulta realmente inolvidable (sea trek). La misma compañía ofrece otro paseo con navegación en el catamarán De Palm Pleasure, con tres paradas para practicar snorkel: en Boca Catalina; en el Antilla, un barco alemán hundido en 1940, y en Malmok. Este paseo incluye almuerzo y tragos gratis. No hay que olvidar los anteojos de sol, traje de baño, toalla, una gorra y protector solar.
Si un día amanece nublado, algo no muy común en una isla que, aseguran, cuenta con 300 días de sol, el paseo puede ser por el centro de Oranjestad, la capital de Aruba. La Autoridad de Turismo y el gobierno de la isla han invertido buena cantidad de fondos en hermosear y modernizar el centro de la ciudad.
Se puede hacer un paseo en el nuevo tranvía; caminar por calles peatonales llenas de comercios para hacer compras; visitar algunos de los varios museos con que cuenta la isla; sacar fotos de los edificios con fuerte impronta caribeña y holandesa, o almorzar en alguno de los restaurantes de la zona. Uno recomendable es Old Fisherman, en Weststraat, a una cuadra de la avenida principal L.G. Smith.
Menú de playas
Pero, ir a Aruba y no pasarse la mayor parte del tiempo en la playa, sería imperdonable. El “menú” de la isla es casi inabarcable: menciono algunas, cuyos nombres van acompañados del consabido beach, como Arashi, Baby, Druif, Boca Catalina, Hadicurari, Malmok o Aruba Andicuri.
Pero no todo en Aruba es vida al aire libre y bajo el sol. También hay que pensar en qué hacer a la noche. Si le atrae la adrenalina que provoca un paño verde con números, de la ruleta, o el sonido de las monedas cayendo en una slot, en la isla hay numerosos casinos, algunos de los cuales están abiertos las 24 horas. El primer casino de Aruba abrió sus puertas en 1959.
Otra alternativa es salir a bailar. Prepárese con ropa cómoda, si es posible blanca, y calzado apropiado y a “rumbear”. Salir de “caravana” en Aruba es parte del programa. La movida nocturna de Aruba cobra vida en distintos lugares. Por ejemplo, las muchas terrazas de los bares y restaurantes, donde es posible escuchar música en vivo; tomarse una cerveza en un pub; conocer y saborear la atmósfera típica de la isla en un bar local o una tienda de ron, para hacer la previa, y de allí pasar a un club o discoteca para bailar rumba o salsa.
En el área de Palm Beach, a lo largo del J. E. Irausquin Blvd, que cruza Palm Beach por el frente de los principales hoteles, se encontrará con los bares y pubs más populares, como Soprano’s Piano Bar, Señor Frogs y el club Gusto, estos últimos en el área conocida como The Village.
Y si quiere conocer uno de los “clásicos” de la isla feliz, tiene que hacer un viajecito hasta San Nicolás, en el extremo sudeste de Aruba, para visitar el Charlie's Bar, abierto en 1941 por la pareja holandesa de Charles y Marie Brouns. Hoy, reconvertido en bar y restaurante, continúa trabajando a cargo de Charlito, la tercera generación. Es, también, un ecléctico museo de curiosidades de todo el mundo, que incluye banderines y camisetas de fútbol de equipos argentinos.
Finalmente, en Aruba se puede hacer todo lo dicho y más también. Sólo se trata de organizarse y programar las actividades. Aruba es una isla de escasas dimensiones, lo cual permite recorrerla fácilmente, y es también, como lo dice su eslogan, “una isla feliz”.