La joya de Porto de Galinhas, 50 kilómetros al sur de Recife (capital de Pernambuco), lo tiene todo: encantos naturales en sus playas y arrecifes, buena gastronomía, hotelería para todos los bolsillos y muchos paseos cercanos que vale la pena hacer. Paraíso de buzos, amantes del snorkel y ecoturistas, cuenta también con resorts para unas vacaciones con todo el confort. Porto de Galinhas es el puerto de Ipojuca, tomó su nombre alrededor de 1850 cuando se prohibió por ley en Recife traficar esclavos y los dueños de las plantaciones azucareras que usaban negros para cortar sus cañas, los seguían comerciando en este puerto natural hasta entonces conocido como Puerto Rico. La clave para hacer saber que tenían esclavos a la venta era decir “hay galinha nova en el porto” dado que también en los barcos traían gallinas de guinea. Era el código a saber por quien quería comprar un esclavo evadiendo a las autoridades. Felizmente, hoy es un encantador puerto, elegido cada vez más por los argentinos con sus piscinas naturales, en donde los paseos en jangada -embarcaciones planas impulsadas a botavara- llevan a los turistas en la bajante a los arrecifes cercanos, donde la naturaleza explota en colores, peces ideales para disfrutar en snorkel y extasiarse con toda una maravillosa fauna marina.