Para salir de Pamplona se recorre parte de la ciudad, la que es imponente por el estado de limpieza y conservación. Una ciudad para enamorarse; y una vez que se toma el camino de los peregrinos, el mismo es de un paisaje increíble. Senderos, piedra suelta, bajadas peligrosas, trepadas muy duras, todas estas situaciones en la que la bicicleta se adapta perfectamente.
Se pasa por una zona de viñedos y campos, pasando por el Puente de la Reina o de los enamorados. Terminé esta etapa en Logroño, justamente en el día de la conmemoración de su santo, San Bernabé, estando toda la gente en el centro de la ciudad de festejo.
Día 2: Logroño-Belorado
Luego de los festejos del día anterior, no había nadie en el pueblo en el momento que comienzo la pedaleada. Al ser esta ciudad parte de otra provincia, todos los carteles están en idioma español, no como en otros pueblos por los cuales pasé el día anterior, que también se encontraban en Vasco.
Se pasa por la Ermita del Peregrino, luego por Navarrete, un pueblo tan pequeño y armónico, que lo hace diferente de todo el resto. El periplo es por caminos rurales entre vides, con subidas y bajadas permanentes. En el trayecto se pasa por diferentes pueblos, que como en el caso de Cirueña, sólo es un pueblo de fin de semana. Luego de pasar por Santo Domingo de la Calzada, se llega a Belorado.
Día 3: Belorado-Castrojeriz
En el único día que tuve algo de agua, comienzo la pedaleada con una leve llovizna, la que finalizada, permite disfrutar del camino, entre pinos y una carretera ancha al costado, se pasa por Ages, Atapuerca pasando por una zona militar que de tanta piedra se hace muy difícil pedalear por una distancia de casi dos kilómetros.
Al pasar por Burgos, una visita obligada por la catedral, que para llegar se circula por la Avenida Vitoria, que sorprende por su limpieza y veredas anchas, y al final un parque que hace acordar los Jardines de Versalles. Luego de pasar por Hontanos, se llega finalmente por un camino de asfalto a Castrojeriz.
Día 4: Castrojeriz-Sahagún
De madrugada, ya que todos los compañeros de habitación son peregrinos y ellos siempre arrancan temprano, comienzo el recorrido hacia Sahagún. El comienzo es una trepada con una pendiente del 12 por ciento y una bajada con pendiente del 18 por ciento, lo que hace sumada a la carga de las alforjas, una experiencia particular.
Se pasa por "Bohadilla Camino", se pedalea paralelo al "Canal de Castilla". Por ruta se llega a la Iglesia Santa María la Blanca; y luego de pasar por "Carrión Condes" se llega a través de un camino de ripio a "Calzadilla Cueza". Arribado a Sahagún, resultó que también ese día en este pueblo, era día festivo por ser la fecha de su santo. San Juan de Sahagún. Con motivo de esto, el pueblo era un fiesta, realizándose una corrida de toros por el pueblo, con encierro y posterior corrida dentro de la plaza de toros del pueblo.
Día 5: Sahagún-Hospital del Orbigo
Comienza el pedaleo en un camino pegado a la ruta, con una fila de árboles a la par y por suerte ese día, sin viento. Al legar a León, impresiona el cuidado de los edificios, como también su catedral. Para salir de esta ciudad se pasa por el famoso hotel San Marcos, que resulta impresionante su tamaño y se encuentra en obra.
Luego el camino lo realizo en solitario por única vez durante todos estos días, cruzándome con peregrinos únicamente poco antes de llegar al Hospital del Orbigo. Comienza a notarse en este pueblo los primeros calores que comenzarán a acompañar el resto de los días.
Día 6: Hospital del Orbigo-Ponferrada
Comienzo el día, sabiendo lo difícil que resultaría esta etapa en el tramo correspondiente para llegar a la Cruz de Hierro. Se pasa por Astorga a los 16 kilómetros, para ver la Plaza Mayor, el edificio del ayuntamiento con su reloj y la catedral. Luego de 20 kilómetros más en donde se transita por senderos, comienza la famosa trepada a la Cruz. Por momentos se hace difícil por lo empinada, pero una vez que se llega a la meta, resulta gratificante a la vista. En este sitio, hay que cumplir con dejar una piedra en el lugar, como símbolo de todo lo negativo que uno lleva.
Por suerte, todo lo que se subió hay que bajarlo ahora, por lo que comienza una bajada pronunciada, llegando para almorzar en Molina Seca, que tiene una plaza central espectacular. Luego de otro tramo por senderos, llego a Ponferrada.
Día 7: Ponferrada-Sarria
Luego de desayunar bien temprano, todos los pregrinos abandonamos el Albergue a las siete de la mañana. El camino transcurre por una zona de vides y bodegas. Al pasar por Villafranca del Bierzo, foto de la Puerta del Perdón; para seguir camino a la trepada de O Cebreiro.
Poco antes de llegar a este pueblo, me encuentro por primera vez con dos argentinas, que se encontraban realizando el camino a pie. Una vez arribado al mismo, las vistas de las ciudades de alrededor son espectaculares, como también su Iglesia, parada obligada para todo peregrino.
Al salir de O Cebreiro comienza una bajada de unos 25 kilómetros de largo, por senderos en medio de un bosque, hasta llegar a Sarria, en donde me alojo en un Albergue en medio del campo.
Día 8: Sarria-Arzúa
A partir de esta etapa, como dista 115 kilómetros de Santiago, comienza a haber mucha gente, ya que es la distancia que se exige al peregrino que realiza la misma a pie, para obtener su Compostela (documento que avala la realización del camino de Santiago). El trayecto pasa por puentes de madera angostos, cruce de arroyos, raíces, y zonas de piedras grandes por lo que hay que subir y bajar de la bicicleta bastante seguido.
Luego de pasar por Portomarín, una ciudad que se tuvo que hacer de vuelta por haber quedado inundada en el pasado, comienza la trepada a Hospital, la última de este camino.
Al pasar por Palas de Rei, me recomiendan llegar a Arzúa, y hacer noche allí, ya que este pueblo se encuentra a 40 kilómetros de Santiago. El trayecto para llegar a Arzúa es por senderos de tierra y piedra, y el calor ya se hacía notar cada vez más.
Día 9: Arzúa-Santiago de Compostela
A las nueve de la mañana comienza la última etapa de esta aventura. Mucha gente en el camino, ya que es casi la última parada para muchos de los peregrinos que un día comenzaron con esta travesía. El camino es un sendero entre eucaliptus, con su aroma y brindando una sombra que lo hace un túnel.
Los últimos cinco kilómetros son dentro de la ciudad, que es un laberinto de calles, curvas, ascensos y descensos. Al mediodía, y luego de pedalear más de 700 kilómetros durante nueve días seguidos, arribo a la plaza del Obradoiro y la imagen imponente de la catedral lo deja a uno y a todos los que lograron hacer el camino lleno de emociones.
Un camino que más de 600.000 personas por año lo realizan, que se hace con zapatillas, ojotas o sandalias; que lo hacen niños de cinco años y personas de más de setenta años. Un camino que se hace solo, con amigos o en pareja; que cambia su imagen kilómetro a kilómetro; que lo hace gente de diferentes países.
Un camino que pasa por todos los climas, que toda persona que se cruza dice "buen camino", más allá de cual sea su lengua de origen. Un camino que pasa por distintas regiones de España, una diferente de la otra, que te permite comer cuando lo necesitas; que se hace caminando, en bicicleta o en auto.
Un camino que la gente lo hace en silencio, hablando o cantando; que se hace por motivos religiosos, turísticos o deportivos. Por todo esto y muchas cosa más, ya no es un "buen camino", sino un excelente camino.