La isla feliz

Aruba es una isla pequeña y encantadora. Ubicada en el corazón del Caribe, tiene 30 kilómetros de largo por 10 de ancho y una gran ventaja está fuera del “cinturón de huracanes”, lo que le garantiza tener buen tiempo todo el año. Está a tan solo 23 kilómetros de Venezuela, lo que permite que en los días claros, que son prácticamente todos, se pueda ver la costa venezolana. Cruzada por los vientos alisios, aunque el sol caiga a pleno, el clima es acogedor.

Los idiomas oficiales son el holandés y el papiamento -una mezcla de portugués, español, inglés, francés y por supuesto el holandés-, pero los arubianos hablan sin dificultad castellano e inglés y no es extraño que sea así, ya que la comunidad que conforman los 110 mil habitantes de la isla -entre los que se cuentan unos 70 argentinos- hay más de 95 nacionalidades distintas.

En el litoral sur se encuentra la zona de playas que, según los expertos, son las mejores del mundo, por sus arenas blancas, la mansedumbre de sus aguas y la amabilidad de sus pobladores. Ahí se ubican también los hoteles de lujo de las grandes cadenas internacionales y también el sector más animado de la isla que, por las noches, se llena de vida, música y diversión. Del otro lado, la costa es escarpada y silvestre, mientras que el interior es desértico, con cactus, cardones y formaciones rocosas bajas.

El centro de Oranjestad es un paraíso de las compras, ahí se concentran las tiendas de las grandes marcas internacionales. Desde el año pasado, la calle Betico, la más transitada de la ciudad, es peatonal, así los fanáticos de las compras la pueden recorrer a sus anchas. Además, en 2012 se inauguró un circuito de tranvía que une el puerto de cruceros con la zona comercial. No sólo es gratis sino que además es cómodo y de fácil acceso. Un paseo inevitable para los turistas que llegan a Aruba.