La Gran Habana, un área metropolitana que se extiende por toda la costa, engloba la capital de la isla y varios municipios: Marianao, Regla, Guanabacoa, San Miguel del Padrón, Casablanca y Cojimar, entre otros. Debido a su privilegiada situación, la actual capital de Cuba fue en el pasado una importante escala en la Ruta del Oro entre la península Ibérica y América, muy propensa al ataque de los piratas.
Para protegerse de ellos es que se construyó en el siglo XVII un sistema defensivo, con las fortalezas de la Fuerza, la Punta y el Morro. El siglo XVIII terminaba con una docena de plazas y plazoletas constituidas dentro de los seis kilómetros de perímetro amurallado, núcleo primario de la población, conocido hoy como la Habana Vieja, casco antiguo de la ciudad, declarada “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la Unesco.
La ciudad ha conservado el sello de la época colonial, y posee numerosas construcciones de valor histórico y monumentos construidos entre los siglos XVI y XVII. La plaza de Armas es la más antigua y majestuosa de la ciudad. Cuenta con dos museos imprescindibles para quienes deseen conocer el arte y la historia de esta peculiar urbe: el Municipal y el de Arte Colonial, en la plaza de la Catedral, conocida en el siglo XVI como la “plaza Ciénaga” y en la que entre otras cosas se puede admirar la catedral de San Cristóbal, de estilo barroco.
La arteria comercial de la ciudad es la calle del Obispo. Uno de los símbolos de la ciudad es la Giraldilla, estatua de bronce de dos metros de altura que porta en su mano la cruz de Caravaca, y está situada en el castillo de la Fuerza. Al acercarse a la plaza Vieja de la ciudad, es ineludible una visita a la casa del Conde de Jaruco, convertida hoy en día en la sede del fondo cubano de Bienes Culturales, con numerosas galerías de arte, y la casa de las hermanas Cárdenas, centro actual de la sociedad filarmónica de la ciudad. Entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX aparecen nuevos espacios.
Se inaugura el primer paseo habanero, conocido como “la Alameda de Paula”. Otros lugares que se hace impostergable visitar son la plaza de la Catedral -considerada como el conjunto arquitectónico colonial mejor conservado de Latinoamérica-, y la plaza de la Revolución. En el barrio de Centro Habana se puede admirar el hermoso paseo del Prado y el Capitolio, donde se sitúa el “km. 0” a partir del cual se calculan todas las distancias de la isla.
Con el tiempo, amplias avenidas, como el Malecón, Reina o Carlos III, trazan el curso del expansivo crecimiento de la ciudad hacia el oeste. El Malecón es hoy en día un vasto bulevar que se extiende por la costa hasta el barrio de Miramar, en la otra orilla del río Almendrades. Fue construido para proteger la ciudad de las olas provocadas por los ciclones. Concluye en el fuerte de la Chorrera, elevado en 1695 para defenderse de los ataques piratas. Entre Centro Habana y la orilla derecha del río Almendrades, se alza el Vedado. Este enclave, que sirvió en otros tiempos como perímetro de seguridad en caso de que la ciudad fuese atacada, es actualmente el lugar donde los ricos habaneros construyen sus casas.
Grandes hoteles, anchas avenidas y una arquitectura de estilo ecléctico definen este espacio. En él se ubica la universidad de la Habana, con un recinto interior en el que se expone la mayor colección de arte precolombino de la isla. La Quinta Avenida, creada en el siglo XX y una de las más bellas del país, une el Vedado con la zona de desarrollo del litoral, donde hoy se construyen importantes centros de negocio, hoteles y otras infraestructuras turísticas. No se puede abandonar La Habana sin detenerse en el cementerio de Cristóbal Colón y en el barrio de Miramar, en el que se destacan los paseos arbolados, rodeados por la fastuosidad de grandes villas y embajadas.
Gastronomía
La gastronomía típica cubana es el resultado de la interacción de las influencias española, los conquistadores, africana, los esclavos traídos luego de la conquista-, y la asiática -por la inmigración china de fines del Siglo XIX. Los españoles llevaron a la dieta de la isla las legumbres, el arroz, las naranjas, los limones y el ganado vacuno.
Los africanos incorporaron alimentos como el ñame -un tipo de tubérculo-, al que se sumaron los existentes en la isla, como la yuca, el quimbombó, el boniato o batata y el maíz. Todos estos elementos se fundieron con el tiempo en lo que hoy denominamos cocina cubana. En la actualidad, los productos base en la elaboración de sus platos son el arroz, los porotos, la yuca, el maíz, el plátano y el cerdo, así como una rica variedad de frutas tropicales.
El típico plato cubano es el ajiaco, una sopa de viandas y carne. La ternera y el cerdo son las carnes de mayor demanda; es tradicional cocinar el cerdo a la púa, asado al horno entero, destripado y afeitado. También se consume mucho pescado, sobre todo en las ciudades. El más apreciado es el pargo, aunque también se consumen grandes cantidades de camarones, langostas y otras variedades de mariscos. La cocina cubana cuenta con muchos platos de origen creóle -criollo-, como el arroz con pollo y los romeritos, que se preparan con harina blanca y levadura.
En la cocina afro-cubana, muy rica y variada, los platos conservan su nombre africano. El más tradicional es el congri. Este plato tiene dos variedades: arroz con porotos rojos, llamados congo, o con porotos negros, conocido como “moros y cristianos”. Otras especialidades de esta cocina son la zambrilla, a base de rodajas de plátano fritas y amasadas; los chicharrones de cerdo y el picadillo de carne de res, conocido como picadillo a la habanera.
Entre los postres destaca el guenguel, dulce hecho con maíz molido, azúcar y canela, y entre las bebidas la champola, a base de gunábana, con azúcar de caña y leche. El jugo de caña y la melaza sirven para preparar bebidas dulces. Entre las bebidas alcohólicas destacan el ron y la cerveza, aunque en los bares la estrella es el daiquiri, un trago hecho de ron blanco y seco, zumo de limón, azúcar y hielo picado, y que se hizo famoso por la fascinación que sentía por él el escritor norteamericano Ernest Hemingway.
La vida nocturna de Cuba está concentrada en La Habana, las playas de Varadero y en los complejos turísticos. La salsa es uno de los aspectos más conocidos del país, y los visitantes pueden tomar lecciones con un profesor cubano o sacudir sus caderas al ritmo de locales como el Tropicana y el Varadero Mambo. Es conveniente que las actividades nocturnas sean planeadas por el operador o el guía turístico, ya que lo común es ir en grupo.
También es interesante la oferta teatral, operística y de ballet en La Habana, y generalmente muy barata; los cines pasan películas traducidas al español, aunque a veces tienen subtítulos.