Por sus características únicas, Salvador se ha convertido en uno de los
principales destinos turísticos internacionales. Famosa por su historia, por el legado de pueblos
de continentes lejanos, por la mezcla de culturas, por el sincretismo religioso y por la
hospitalidad de su pueblo, la capital de Bahía es, desde hace muchos años, objeto de estudio de
investigadores de diversas áreas. Las calles del casco viejo de la ciudad transportan al turista a
los orígenes de la historia del Brasil.
Los guías turísticos de la región, que conocen profundamente la cultura local,
explican con lujo de detalles la evolución de la colonización desde el punto de vista de la primera
ciudad del país. Hasta el año 1763, Salvador fue la capital de la Corona Portuguesa en América,
además de haber sido el principal puerto del hemisferio sur hasta fines del siglo XVIII. La ciudad
está considerada la capital cultural del país, cuna de importantísimos cultores de las más diversas
manifestaciones artísticas, que descollaron nacional e internacionalmente.
Las actividades culturales y el turismo son fuentes generadoras de empleo y
renta muy importantes y fomentan la producción artística y la preservación del patrimonio tanto
cultural como histórico. Como si eso fuera poco, Salvador tiene aún una infinidad de bellezas
naturales: 50 kilómetros de playa y diversos parques ecológicos.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el casco viejo o centro
histórico de Salvador preserva millares de casonas de los siglos XVI, XVII y XVIII. Está dividido
en tres áreas principales: la plaza Municipal hasta el Largo de Sao Francisco, el Pelourinho y el
Largo do Carmo y, por último, el Largo de Santo Antonio Além do Carmo. Abundan las iglesias y
casonas de otros siglos, rodeadas por la vasta actividad cultural que se desarrolla en el lugar.
Además, a lo largo de sus cuestas y calles pavimentadas con adoquines redondeados (llamados cabeza
de negro) están registrados importantes episodios de la historia brasileña.
Atractivos
Entre los atractivos principales de Bahía, merecen mención las plazas Municipal
y de la Sé, el ascensor Lacerda, la Cámara Municipal, el Consejo Municipal, el Palacio Rio Branco,
la Santa Casa y la iglesia Da Misericordia, el Palacio del Arzobispado, la Catedral Basílica, el
Terreiro de Jesús, el Largo do Cruzeiro de Sao Francisco, el Pelourinho con sus iglesias, locales
comerciales y plazas, y por último, el Largo do Carmo, donde se encuentran el Fuerte de San Antonio
y el gran conjunto religioso formado por la iglesia y el convento de Nossa Senhora do Carmo y por
la iglesia Da Ordem Terceira do Carmo.
Playas
Salvador tiene una de las costas más extensas del Brasil. Tiene 50 kilómetros de
playa distribuidos entre la ciudad alta y la ciudad baja, desde Inema, en el suburbio ferroviario,
hasta la playa de Flamengo, en el lado opuesto de la ciudad.
Mientras las playas de la ciudad baja son bañadas por las aguas de la Bahía de
todos los Santos, que es la bahía más extensa del país, con 1.052 kilómetros, las playas de la
ciudad alta, desde el Farol da Barra hasta Flamengo, son bañadas por el océano Atlántico. La
excepción es el Puerto de la Barra, única playa de la ciudad alta que está ubicada en la Bahía de
Todos os Santos.
Esta distribución colabora a la gran diversidad ecológica de las playas de la
capital. Las playas varían desde ensenadas calmas, ideales para la práctica de la natación, los
deportes a vela, el buceo y la pesca submarina, hasta las que dan al mar abierto y tienen oleaje
fuerte, muy concurridas por los practicantes de surf. También hay numerosas playas rodeadas de
arrecifes que forman piscinas naturales de piedra que son ideales para que los niños se bañen.