Desde el centro de la ciudad a la precordillera hay tan sólo media hora de viaje en auto, a 25 kilómetros se interna en la paz de la montaña. El Club Ecuestre Internacional en zona La Deheza es el punto de reunión para una cabalgata por la cintura de la cordillera que se extiende durante toda la soleada jornada. La ceremonia de elegir el caballo para cada visitante no es menor, los encargados de ensillar son Cristian y Santiago, que al llegar identifican al jinete con su animal más amigable. Ya ataviados los estribos, la cincha ajustada que sostiene la montura, comienza la taconeada en fila y la empinada dura dos horas.
Se sube por el cerro con las riendas en mano izquierda, los brazos relajados pero firmes, cola levantada y fuerza en los pies con los talones hacia abajo, no en las rodillas, para que al otro día no queden secuelas dolorosas por mala posición. Ojo, el paspado en los muslos es imposible de evitar.
Hay tiempo para hablar con el caballo, acariciarlo, estudiar la hermosura del paisaje que destaca El Manquehue –el lugar de los cóndores–, adivinar el dibujo del sol, cantar, jugar con las sombras de los animales, competir con los otros jinetes, ir en el grupo de adelante, en el de atrás, sacar fotos, esquivar árboles, galopar, andar en silencio o conocer intimidades de los compañeros de viaje.
Como dice la canción, tarda en llegar, pero al final hay recompensa. Un asadazo aguarda en la meta, en el medio de la nada, los guías -que a esa altura son nuevos amigos- sacan de la galera mesas servidas bien regadas, jugosas carnes, fogata con troncos para sentarse alrededor, copas que van y vienen, los caballos al descanso, colocan en protagonistas de escenas naturales que forman postales una al lado de la otra. No hay internet, pero las selfies y los clics de las máquinas no cesan. Igual, como el tiempo es largo en la cumbre, hasta los teléfonos descansan y otra vez el silencio y la contemplación ganan terreno.
Antes que se vaya el sol, es hora de regreso, que los lugareños extienden hasta que los huéspedes quieran, el tiempo hasta el club es corto, por un camino que no lleva más de 20 minutos y si alguno lo desea puede retornar en camioneta. Es Chile un paraíso con estilo que vale la pena descubrir.