La colección “Somos deportistas” suma siete títulos que cuentan las historias de vida de deportistas paralímpicos de distintos puntos del país. Pipo Carlomagno y Yanina Martínez son los protagonistas de Santa Fe. “Celebro que haya habido gente de la provincia y de la Municipalidad de Rosario que hiciera un esfuerzo económico y comprara una buena cantidad de libros para que lleguen a las escuelas”, dice el nadador, y adelanta algo aún mejor: “La idea es que no solo llegue el libro, sino que los deportistas paralímpicos podamos ir a charlar con los chicos y contar nuestras experiencias y vivencias con el deporte, para que ellos puedan decir «bueno, si él pudo yo también puedo», con o sin discapacidad”.
En la charla con La Capital, el deportista —que está a punto de recibirse de maestro de primaria— cuenta sobre la emoción de ser parte de esta colección de literatura infantil y sobre el valor de que estas historias de vida lleguen a las aulas de todo el país.
—¿Cómo recibiste esta iniciativa de Fundación Paradeportes de contar tu historia en un libro infantil?
—La verdad es que fue una emoción muy grande. Surgió durante los Juegos Paralímpicos en Tokio, cuando gano mi medalla y en una entrevista con ellos me hacen la promesa de que en las próximas ediciones de la colección yo iba a ser parte. Ellos buscan que a través de un cuento se relate la historia de las personas que participan de deportes paralímpicos y adaptados, contando cómo fue su infancia y sus vivencias con la discapacidad y el deporte. Este libro habla sobre mi historia familiar y mi infancia. Tiene ese título porque antes de viajar a los Juegos le prometí a mi hija, aún en la panza de la madre, que volvería con una medalla.
—¿Mamaste el deporte desde muy pequeño?
—Sí, desde siempre en el seno familiar estuvo muy presente el deporte. Tanto por mi papá que fue paralímpico, como por parte de mi mamá que es profesora de educación física y muy vinculada al deporte adaptado.
—¿Qué quisiste contarles a los chicos y chicas en ese libro?
—Lo que quise es mostrar mi historia, que vean que a pesar de la discapacidad pude ser un niño como cualquier otro, pude jugar como cualquier otro, fui integrado a una escuela normal y mis compañeros supieron aceptarme como era. Hay una anécdota sobre un campamento al que fui cuando era chico. En un juego había que cruzar un puente colgante y la docente, queriendo protegerme, me pidió que no lo haga. Pero yo insistí en que quería hacerlo e intentarlo. Finalmente lo hice y cuento cómo ese temor se transformó en emoción y en aprendizaje para todos.
—¿Cómo viviste el tránsito por la escuela?
—La verdad es que fue muy bueno. Tengo una personalidad fuerte y eso me permitió estar integrado, siempre formaba parte de los juegos y de las charlas, y nunca sentí discriminación ni de mis compañeros, ni de docentes ni de nadie. Tuve una muy linda experiencia durante mi educación. De hecho por algo estoy casi recibido de docente de primaria, estoy en mi último año. Creo que la educación es la mejor herramienta para el cambio social. En el caso de los adultos es mas complejo cambiar mentalidades, estructuras y formas de pensar, en cambio con los chicos es otra cosa. Hay que aprovechar y ofrecer una linda educación desde ahí.
—Hace un tiempo, en una nota a este medio dijiste: “Arranqué jugando, divirtiéndome”. Esa es una linda definición de cómo vivir el deporte, vinculado al juego y al disfrute.
—Sí, y en esa manera de vivir el deporte creo que fue fundamental mi mamá, que era profesora de educación física. Desde muy chicos, tanto para mis hermanos como para mí el deporte era un juego. El desafío o la rivalidad terminaba en el juego, éramos todos amigos y estaba todo bien. En el cuento está muy presente esto de que en mi niñez junto a mis hermanos jugábamos muchísimo. El juego era un tema que se tomaba muy en serio. Y aprendimos del mismo juego cómo se puede ganar o perder y no pasa nada.
—Los deportistas a veces tienen que lidiar con el perder o el no tener la mejor marca. ¿De eso también habla el libro, de qué pasa cuando las cosas no salen como uno quiere?
—El deporte entre otras cosas nos enseña a levantarnos, a aprender que las cosas no siempre funcionan. A veces aunque uno haya hecho todo bien las cosas pueden no salir como uno espera. Y que no salgan bien no significa que uno se tenga que dar por vencido, sino que tenés que seguir intentando y buscando nuevos objetivos y nuevos desafíos. Mi historia como deportista habla de eso.
—¿Al deporte paralímpico todo le cuesta más, hay que dar batalla para visibilizarlo?, ¿por qué crees que esto sucede?
—Al deporte paralímpico no se le da la misma visibilidad. Primero, tiene que ver con un tema de interés masivo. Cuando la sociedad en general pueda ver a un deportista y no a una persona con discapacidad, los Juegos Paralímpicos serán interesantes para la sociedad. Creo que esa mentalidad va a cambiar. Estos juegos son mucho más modernos que los Juegos Olímpicos, lo que implica que tienen menos historia y por consiguiente menos difusión. Pero es un proceso en el que se está creciendo.
—En ese proceso, ¿la educación es importante?
—La educación es importante mas allá del deporte. Es importante para poder acompañar desde otro lado a la persona con discapacidad, no solo al deportista. Aunque la sociedad está avanzando en ese sentido hacen falta más cambios para que la persona con discapacidad nos sea vista como alguien diferente, sino que podamos entender que desde la diversidad todos somos iguales.
—Una vez afirmaste: “El deporte es para todos, no hay porqué separarlo de las personas con discapacidad”.
—Sí, tal cual. Lo que tiene el deporte es que iguala, dentro del agua no ves una persona con discapacidad ves a un nadador. La discapacidad no te hace ni mas ni menos, somos todos iguales.
—En Tokio conseguiste tu primera medalla paralímpica. ¿París 2024 es la próxima meta?
—Sí, París es la próxima meta. El propósito ahora es año a año, mes a mes ir planteando objetivos personales y deportivos. Con un hijo todo cambia y pasa el resto como a un segundo lugar.
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Marcelo Bustamante
”Somos deportistas”, entre medallas y vidas que inspiran a soñar
El de Pipo Carlomagno es el séptimo título de ”Somos deportistas”, una colección de literatura infantil que narra las historias de jóvenes deportistas paralímpicos. Los otros libros son Pelota de cascabel (protagonizado por el futbolista ciego Silvio Velo), La sonrisa de Yanina (sobre la vida de la atleta Yanina Martínez), Gusa y yo (la historia de la nadadora Daniela Giménez), Un día soñado (protagonizado por los deportistas de tenis de mesa Gabriel Copola y Mauro Depergola), Confiá en mi (narra la vida de la nadadora artística Jacinta Martínez Ranceze) y La pequeña gigante (sobre la lanzadora de bala Antonella Ruiz Díaz)
Como toda la colección, Una medalla para Aurora incluye un código QR para leerlo en Lengua de Señas Argentina (LSA) y en audiolibro para que las personas sordas y ciegas también puedan disfrutar y conocer la historia de Pipo. Además, en un segundo QR los lectores podrán ver las imágenes del máximo hito deportivo de cada uno de los protagonistas, como la carrera consagratoria de Yanina por la medalla dorada en Río 2016, el gol de la victoria de Silvio en la final del mundo ante Brasil y la clasificación directa a los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Todos los cuentos fueron escritos por Lorena La Terza. La idea y dirección periodística fue de Maximiliano Nóbili, fundador y presidente de la Fundación Paradeportes que, junto a la editorial independiente Párrafo Aparte, realizaron “Somos deportistas”.
Los libros están a la venta solo en el sitio de la editorial: www.parrafoaparte.com y en los locales de Sonder en Rosario.