Con los números en la mano, leyendo el desempeño aplastante de la oposición cordobesa que tiñó todo de amarillo, Juan Schiaretti se declaró el lunes contento con el resultado de las elecciones. Era extraño porque su espacio había perdido lejos. Pero como lo marcó al día siguiente un periodista de La Voz del Interior su eje ahora era distinto. Lo que rumiaba su mente era que en la próxima conformación del Congreso de la Nación ni el Frente de Todos ni Juntos por el Cambio tendrían mayoría propia. Y por esa razón deberían negociar todos con las bancadas que responden a los gobernadores. Los escaños de los entrantes tres diputados nacionales y el de la senadora nacional, justamente su esposa Alejandra Vigo, en ese marco de paridad cotizarán como el dólar paralelo. El que quiera contar con esas adhesiones, piensa el mandatario vecino, le tendrá que asegurar a Córdoba no pocas cosas, exigidas desde Córdoba.
¿Y cómo lo encuentra a Omar Perotti el paso por las urnas? Sin dudas el panorama para él es distinto. El gobernador santafesino tiene parecidos con el cordobés pero también notorias diferencias. Entre las semejanzas está una distancia deliberada hacia las contraseñas ideológicas del kirchnerismo aunque, claro está, Perotti haya acordado con Cristina Fernández la integración de las listas que compitieron el domingo. Otra coincidencia es la buena relación de ambos alambicada por una común pertenencia a la rama más tradicional del PJ y por una adhesión aspiracional del santafesino al modelo cordobés que hasta le llevó en plena interna a poner a su sector "Hacemos Santa Fe" como reflejo del sello de Schiaretti "Hacemos por Córdoba". Las distinciones están en que mientras Schiaretti manda al parlamento cuatro legisladores propios Perotti que también envía cuatro solo tiene uno que le responde. Santa Fe tiene menos peso que Córdoba para negociar ventajas para la provincia porque el gobernador vecino juega con cuatro escaños autónomos para ofrecer o retacear cuando se trate de lograr quórum.
La fuerte similitud es que ninguno de los dos gobernadores tiene reelección. Perotti sufrió una derrota inobjetable con el desempeño más flaco en comicios de medio término estando el PJ en la Casa Gris. El Frente de Todos perdió en 16 departamentos sobre 19 y por primera vez desde 1983 tendrá un solo senador nacional. El gobernador iba con su nombre y foto en la lista y en su propio departamento Castellanos fue superado por 52 a 25. El gobernador saliente siempre fue el gran elector del sucesor en su espacio. ¿Cómo inciden los resultados en la capacidad de Perotti de jugar ese rol? Indudablemente lo afectan. Pero dependerá de los dos años que le quedan para retomar ese protagonismo.
Y en la construcción de ese destino pesará indudablemente cómo articule la provincia con el gobierno nacional. Hasta ahora varios ejes que se traducen en logros pasan por políticas de la Casa Rosada. Uno es la recuperación industrial en una provincia muy fuerte en ese perfil. Si bien Santa Fe se alineó acompañando con subsidios al sector y créditos acordados a tasa cero, el vector del reimpulso son las políticas del Ministerio de la Producción de la Nación con programas de incentivos, reintegros, préstamos a pymes y protección a sectores afectados por el levantamiento de aranceles de importación. También es de gravitación nacional la política de vacunación que a Santa Fe le tocó administrar, algo que hizo con acierto.
En la capacidad o destreza para obra pública, consumo popular y seguridad pública se jugará Perotti las chances de retirarse de su cargo con capital político para pesar en el futuro de la provincia. Son todos terrenos donde requiere un fuerte entendimiento con la Nación. El primer acto del gobernador no fue acercarse a Alberto Fernández. Tras la derrota electoral nacional y provincial del Frente de Todos no acudió al acto en Plaza de Mayo donde el presidente sostuvo relanzar su gestión. En cambio un día antes asistió a una reunión en San Juan de siete gobernadores invitados por el local Sergio Uñac donde hubo tres peronistas, un radical y tres de fuerzas provinciales. Es más que pensable que en el escenario de paridad que surge de los votos del domingo, que implica bloques parejos de oficialismo y oposición, los siete mandatarios se hayan acomodado a lo que Schiaretti no tuvo problemas en sincerar: cómo llevar agua a los molinos de las provincias. En un escenario donde Fernández, jugado de cabeza su futuro también a los dos años venideros, dependerá de más acuerdos parlamentarios para hacer viables sus políticas.
En Santa Fe las elecciones del domingo significaron en el PJ un mausoleo para el sueño de no pocos dirigentes. Los invitados al recambio fueron primero los derrotados en las Paso donde están Agustín Rossi, Alejandra Rodenas y la liga de senadores encabezada por Armando Traferri. Pero a los vencedores el revés en las generales les angosta el pasillo. De ese panorama se desmarca seguramente Marcelo Lewandowski que entra al Senado triunfante en el departamento Rosario que es su distrito. Roberto Mirabella que es el favorito del gobernador tiene un nombre propio pero quedará condicionado al desempeño de Perotti en los 20 meses que promedian hasta la próxima elección.
Es un horizonte complicado para los oficialismos de todos los niveles. Frágiles hegemonías que forzarán a negociar. Inflación que no baja del 3.5% mensual. Pobreza en el 45% de la población. Dólares que se agotan y constante presión devaluatoria. La negociación con el FMI para un acuerdo por el pago de la deuda con la certidumbre de que en marzo se acaban las reservas. El presidente anunció que hay aval de todos los sectores de su coalición, incluida Cristina, para un entendimiento. Aún así el panorama con desembolsos se tornará muy difícil lo que acentuará la dependencia hacia la recaudación sostenida en una mayor actividad.
A esa gobernabilidad nacional limitada y limitante acercarán las provincias sus cucharas para rascar de la olla. La cabeza de Goliat sigue organizando, debatiendo e interpretando el país en torno de las agendas del área metropolitana de Buenos Aires, aunque el conurbano cada vez menos defina elecciones. Una gran incógnita que deja el mapa de votos que define un nuevo Congreso es de qué modo los gobernadores actuarán en este paisaje de hegemonías débiles con bancadas partidas por la mitad.
Al mismo tiempo parece innegable que la gestión Fernández no desfavoreció a la provincia. La Nación volcó casi 100 mil millones de pesos en 2020 para asistir a los santafesinos y unos $ 10 mil millones fue a fortalecer la caja del Estado a través de ATN y el Fondo Fiduciario Provincial. Además según un estudio reciente del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), el gasto geográfico del gobierno nacional en Santa Fe subirá 45% interanual (13% real) el año próximo de acuerdo al proyecto de presupuesto 2022, con unos 435.671 millones a recibir, siendo el más alto desde 2015. ¿Cómo pivoteará la Casa Gris para mantener o incrementar estas asistencias cuando la acumulación política que piensa el gobernador no implicó ni implicará cercanía con la Rosada?
Perotti empezó esta misma semana a transitar el camino que le asegure o le reduzca su capacidad como elector del sucesor o incluso para su proyección personal. Y en eso incidirá su lazo con la Nación. No hubo anuncios de lineamientos políticos ni de cambios en el gabinete aún. Su apuesta fuerte en Seguridad mostró sus limitaciones discursivas para profundos abismos que no se sortearán con la voluntad de un partido. Esta semana hubo un buen ejemplo sobre lo estructural de esa crisis.
Fue el jueves pasado cuando dos fiscales ordenaron operativos policiales en barrios Tango y Santa Lucía por dos homicidios ocurridos a fines de octubre. Esa violencia venía de pujas en venta de drogas. Se dispusieron 24 allanamientos simultáneos a domicilios. Dos días antes de las acciones la inteligencia de las fiscalías detectó que los habitantes de esos domicilios estaban allí. Cuando se concretaron las requisas ni en una sola de esas casas se encontró gente. En las viviendas había registros de presencia reciente como el desorden rutinario de la vida cotidiana o las heladeras llenas de alimentos. La conclusión fue obvia: la policía vendió los allanamientos.
Este arraigo de la policía con el crimen es sistémico, cubre con su tintura a todas las gestiones y vuelve un reduccionismo explicar la realidad en términos de pacto Estado/delito, lo que no significa que no haya convenios reiterados que implican a representantes de las instituciones con el hampa. Pero algo de tanta hondura histórica no se resuelve en una batalla enunciativa. Ademas Perotti tiene en el Ministerio de Seguridad un enclave que arde en internas y reprobaciones por inmovilidad o ineficacia. La violencia epidémica de ciudades como Rosario no la contiene un solo ministerio. Pero aquí hay un campo de conflictividad social que torna perdurables los costos políticos, los mismos que acaso le hayan significado al socialismo el fin de sus ciclos de gobierno.
En este campo a un gobernador con representación frágil en una Legislatura difícil la opción del discurso rupturista no le está dando réditos. Tampoco en la gestión.
Los que mandan ya recorren un sendero menguante. Sin reelección, con una derrota fuerte, aún presente en un mosaico partidario fragmentado y carente de un líder claro, a Perotti le quedan estos dos años para remodelar su gestión para retener el perfil competitivo que lo llevó a su despacho actual, desde el cual irá por sus chances.