Se terminó un año intenso, como una montaña rusa. Que arrancó con la mochila de la primera ola de la pandemia a cuestas y que atravesó, luego de un breve respiro, una virulenta segunda ola. En el medio, y no sin trabas y operaciones, llegaron las vacunas y consolidaron un rebote económico que, sobre todo en la economía de la región, ya se venía viendo desde la segunda mitad del año pasado.
Cuando la mayoría de analistas y periodistas seguían enfocados en las cifras de la caída económica de 2020, desde estas páginas se fue llevando, a través del análisis y las voces de los protagonistas, la crónica de lo que hoy todos reconocen como una vigorosa recuperación.
Con un 10% de crecimiento, la Argentina está entre los países que lideran la recuperación económica a nivel mundial, basada en la industria, el agro, la construcción y, más recientemente, los servicios que habían sido restringidos durante la pandemia. La mayoría de los indicadores ya recuperaron lo perdido en 2020 pero también buena parte de la caída que sufrieron durante la crisis de 2018 y 2019, provocada por el gobierno de Mauricio Macri.
Los datos del mercado de empleo que se conocieron poco antes de Navidad, coronaron esta reactivación. No es un dato menor para un gobierno que heredó una crisis catastrófica, le tocó lidiar con la pandemia y, en el medio, reestructuró la deuda externa pública por u$s 68 mil millones, generando un ahorro de 37 mil millones de dólares. Queda pendiente, y ese es uno de los desafíos de este año, la renegociación del préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Esta gestión no fue valorada positivamente en las elecciones legislativas de mitad de mandato, lo que dejó en debilidad al gobierno para afrontar los próximos desafíos. El rechazo de la oposición al presupuesto 2022, junto con la ofensiva del Poder Judicial para intervenir en la agenda política, son algunos de los efectos del resultado.
Entre distintas causas de orden político, incluida el abandono de la calle por parte del oficialismo, seguramente influyeron en la derrota la persistente inflación, que terminó el año pasado más de veinte puntos por encima de la previsión realizada a principios de año. Las presiones cambiarias y financieras, frente a un Banco Central con pocas reservas y muchos compromisos pendientes en materia de pagos de deuda pública y privada, elevaron las brechas entre los distintos tipos de cambio.
Inflación y puja distributiva
La inercia inflacionaria, la puja distributiva, la concentración del mercado y la suba de precios en el mercado internacional aportaron lo suyo. Cabe recordar que en todos los países del mundo, como Alemania, Estados Unidos, Chile o Brasil, la inflación de este año fue récord en décadas y motivo de fuertes debates sobre política pública.
La inflación se convirtió en el principal azote de la política económica, pese a la reapertura de paritarias y las medidas de intervención en el mercado de consumo masivo para contenerla. El crecimiento de los precios impacta en el nivel de pobreza e indigencia, pese a la enorme masa de recursos que volcó el Estado a atender a los sectores más vulnerables.
Esta puja distributiva promete agudizarse el año que comienza. Año que, de cajón que arranca con aumentos de servicios públicos, como tarifa eléctrica, de agua, transporte e impuestos, y que también promete un mayor ritmo de devaluación del peso. En este difícil sendero, el gobierno buscará anclar algunas expectativas fortaleciendo la canasta de Precios Cuidados que lanzó la Secretaria de Comercio Interior.
Entre los principales desafíos estará seguramente la negociación con el FMI para repactar la deuda de 45 mil millones de dólares que dejó Mauricio Macri. El cronograma de vencimientos heredado es impagable. Sólo en 2022 son u$s 20 mil millones.
La administración de Alberto Fernández intenta despejar esos pagos con un acuerdo que no ahogue la reactivación. Es decir, que modere el ajuste que receta habitualmente el organismo. Choca contra la dureza del organismo y también de la oposición, que está dispuesta a forzar al Ejecutivo a avanzar en un ajuste más profundo del que pide el propio Fondo.
El directorio del organismo acaba de sacar un informe crítico sobre el acuerdo crediticio que hizo Macri. Dijo básicamente que no fue para nada, que se otorgó por cuestiones políticas y que contribuyó a permitir la fuga de capitales. Nada de eso lo movilizó a hacer más flexible en sus posturas.
Estas negociaciones se dan en un marco de incertidumbre en la economía mundial, en la cual la recuperación es heterogénea, convive con la nueva ola de la pandemia y con una inflación global que induce a los bancos centrales a subir la tasa de interés.
En este mundo difícil, pocas políticas públicas son para mencionar a nivel regional. La Billetera Santa Fe, que ya tiene un millón de usuarios, es el programa más destacado del gobierno provincial. Poco para destacar también en Rosario, atravesada por una crisis de prestación de servicios públicos.
Queda para destacar, la fuerte recuperación de la economía y el empleo. El PBI terminará 2021 con un crecimiento por primera vez en cuatro años y, si se sostiene en este 2022, será el primer período de dos años consecutivos al alza en una década.
Sería importante que sea acompañada por mejores salarios y un descenso de los índices de pobreza.