La escucha atenta a lo que niñas y niños tienen para decir no solo es un derecho de las infancias, también es garantía de posibilidad de políticas públicas mas justas e inclusivas. El registro y la sistematización de esas voces puede ser una clave para no perder de vista el horizonte. Un buen ejemplo de ello es la publicación de Los derechos en primera persona. Voces de niñas y niños acerca de sus derechos, una publicación que lleva el sello del Plan Cuidar de la Municipalidad de Rosario y que recoge la palabra, sueños y anhelos de chicas y chicos de entre 3 y 13 años en distintos espacios institucionales y de participación de la ciudad.
Algunos se pronuncian en contra del maltrato animal y de la violencia, otros piden terminar con los robos, la pobreza, la violencia, pero sobre todo, expresan sus deseos de una ciudad mucho mas equitativa y disfrutable para todos. Como Joel de 12 años, que pide “que haya mas casas para los pobres”, Xiomara de 11 que desea “más plata para todos”, o aquellos que proponen “piletas por todos lados” y “hacer un restaurante para que todos vayan a comer”.
Los escenarios
La calles recreativas, la ciudad de los niños y las niñas, y los distintos centros socioeducativos de primera y segunda infancia de Rosario fueron los escenarios donde chicos y chicas, a través de una propuesta lúdica, respondieron a preguntas como ¿qué es lo que más te gusta de tu barrio, y lo que menos te gusta?, ¿creés que la escuela es importante, te gusta crecer, que te parece injusto?, ¿para qué te gustaría tener mas tiempo, cuándo te sentís cuidado? Las respuestas registradas son contundentes porque sirven de brújula y pintan con simpleza cómo sería una ciudad más linda, y ponen de manifiesto los pendientes que el mundo adulto tiene con las infancias.
“Muchas veces los adultos hacemos aseveraciones que involucran a los chicos directamente y creemos que es fundamental tener su perspectiva. Lo que nosotros decimos es que las políticas públicas que llevamos a cabo son para los niños y con los niños. Por eso se trata de promover y favorecer su participación y el diálogo con ellos”, dice Sonia Colacelli, directora general de Infancias y Familias en diálogo con La Capital. Y con estas afirmaciones confirma que no es posible diseñar políticas públicas para las infancias sin una instancia de escucha a los mismos destinatarios.
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“Que la ciudad tenga más plazas y juegos en los barrios” dice un nene.
Celina Mutti Lovera
Plazas para todos
Colacelli explica que afortunadamente el país tiene un superávit en cuanto a normativas que promueven los derechos de las infancias, pero que la contracara es el cómo se diseñan y ejecutan aquellas políticas públicas que apuntan a su cumplimiento. Por tal motivo, es fundamental detenerse en los espacios cotidianos de niñas y niños para enterarse cómo están transitando sus situaciones familiares y personales. “Las respuestas registradas de chicos y chicas, están ubicadas en un contexto social que nosotros como adultos analizamos. En este momento en el que como sociedad estamos atravesados por múltiples violencias, carencias y fragilidades a la hora de acceder a derechos, hay que escuchar cómo los chicos transitan esas realidades”, indica la funcionaria.
Las respuestas a la pregunta sobre qué es lo que más te gusta de tu barrio y lo que menos te gusta, dejan en evidencia dónde están las fortalezas comunitarias, en qué ámbitos se requiere de más presencia del Estado y cuáles son las cuestiones importantes aún por resolver.
"Lo que más me gusta del barrio es la plaza. Lo que no me gusta del barrio es el agua podrida”, dice Tian de 6 años. “Lo que no me gusta del barrio son los tiros, porque me meten adentro. Y lo que más me gusta es jugar al fútbol con mis primos y amigos”, cuenta Valentino de Programa Andamios.
En todas sus expresiones se destaca la importancia que le otorgan a los espacios públicos y a aquellos lugares donde se sienten cuidados y se propicia la buena convivencia. “Lo que más me gusta del barrio es la esquina donde está la plaza”, dice Camila de 12. Mientras que Brisa de 6 afirma: “A mí lo que más me gusta del barrio es el CCB (Centro de Convivencia Barrial)”.
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“Los chicos siguen encontrando en su familia y en su comunidad más cercana el lugar donde quieren estar”. dice la funcionaria Sonia Colacelli.
Sebastián Suarez Meccia
La publicación suma una pregunta que invita a funcionarios y funcionarias a escucharlos con detenimiento: ¿Si gobernaras esta ciudad que cambiarías?: “Arreglaría todas las plazas y crearía más para que los nenes podamos jugar”, dice Luciano de 12. Una demanda en favor del disfrute y la posibilidad de jugar que se reitera una y otra vez. “Que la ciudad tenga mas plazas, juegos y música en los barrios”, dice D. de 11.
Las respuestas de las infancias sobre la importancia que tiene para ellos la escuela, merece un capítulo aparte. La pregunta dio lugar a controversias y sentimientos encontrados. “La escuela es importante porque te enseñan y aprendés, y a mi me gusta aprender”, dice Guadalupe de 7 años. Román de 12 también dice que es importante ir a la escuela, “porque podés tener un trabajo cuando seas más grande”, y Joaquín de la misma edad agrega: “Y no andar revolcándote en el volquete”. En el mismo sentido, Sheila de 7 dice: “Porque si no vas a la escuela vas a tener que juntar cartones”.
Las opiniones no son unánimes y aparecen los detractores. Como D. de 9 que responde un “no” rotundo, “porque hay que levantarse de la cama”, o Marina de 11 que afirma: “No me gustan las tareas”. Algunos responden que solo es importante el recreo para hacer más amigos, y otros afirman que simplemente en la escuela se aburren.
Escuchar y cuidar
Colacelli indica que a partir de este registro de voces y sentires pueden sacarse conclusiones claras porque hay un común denominador: “Una de las cosas que vemos es que los chicos siguen encontrando en su familia y en su comunidad más cercana el lugar donde quieren estar, mas allá de que estén atravesadas por situaciones de temor o por falta de seguridad y de certezas. Por eso, la primera conclusión que sacamos es que hay que fortalecer a esas familias y comunidades a través de políticas públicas, ese es el mandato inmediato, fortalecer lo que parece no estar garantizado dentro del marco del grupo familiar y promover mejores condiciones de vida”.
Otras de las preguntas que arrojó respuestas a tener en cuenta fue: ¿Qué cosas no saben o no pueden hacer los grandes pero los chicos sí? A esta G. responde: “Lo que no saben los grandes es que hay veces que nos escondemos de ellos y lloramos, eso por ahí pasa, y lo que no pueden hacer los grandes es pegarle a los chicos”.
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“Me siento cuidado con un adulto”, dice Tiziano.
Además, la mayoría de ellos afirman que se sienten cuidados cuando están con su mamá o los abrazan. “Me siento cuidado con un adulto”, dice Tiziano.
Esto indica que fortalecer las capacidades de cuidado y crianza de los adultos se torna imperativo, y en el cumplimiento de este objetivo el rol del Estado es fundamental. La funcionaria destaca este aspecto como clave: “Vemos la importancia de trabajar con los adultos referentes en promover sus capacidades de escucha y favorecer en ellos conductas que promuevan el diálogo, porque el adulto tiene que estar disponible para poder acompañar en esa trayectoria de la vida del niño. En definitiva es el adulto referente el que puede garantizar y restituir derechos en contextos mas o menos desfavorables, que no solo tienen que ver con las condiciones económicas”.
La necesidad de acceso a los bienes culturales y el disfrute que produce en chicos y chicas los momentos compartidos, se pone de manifiesto frente a la pregunta ¿te acordás de algún cuento que te hayan leído? Algunos de ellos responden Caperucita roja, La sirenita, “el del lobo” o Mulán, y hacen referencias a los relatos que escucharon en su casa o la escuela. Pero también aparecen respuestas como “a mí no me leyeron nunca un cuento, me duermo solo”, de Axel de 7, o “yo no tengo cuentos en mi casa” de Leonel de 4 años.