“La lectura es una práctica social valiosa en sí misma, no necesita ser un pretexto para otra cosa”, sostiene Fernando Avendaño, docente, investigador y autor de numerosos libros sobre la lectura y la escritura. Autor de La cultura escrita ya no es lo que era y El desarrollo de la lengua oral en el aula (junto a María Luisa Miretti), Avendaño sostiene que en la escuela hay que leer todo tipo de textos. Desde un buen cuento o novela hasta cómo llenar un formulario.
El especialista estará a cargo de la jornada de actualización educativa sobre “¿Por qué, qué y cómo leer en la sala de clases?”, organizada por Homo Sapiens Ediciones para el sábado 23 de abril por la mañana. El 21 de mayo habrá otra jornada a cargo del pedagogo español Miguel Ángel Santos Guerra sobre la innovación en el aula y en la escuela, y el 28 de mayo el docente y psicoterapeuta Lucas Raspall disertará sobre el aula como centro de desarrollo emocional. Las tres jornadas serán en modalidad presencial, con cupos limitados y se entregan certificados con puntaje. Inscripciones en informacion@homosapiens.com.ar
—¿Por qué el aula debe ser un espacio clave que cobije la lectura?
—Me parece sumamente importante, en tanto hay gente que tiene capital cultural y sostén familiar como para desarrollar la lectura por fuera de la escuela. Pero hay alumnos que si no es en la escuela no tienen posibilidad de ejercitar la lectura. Leer tiene que ver con el papel pero también con otros soportes, como las pantallas. Entonces si la escuela no favorece eso hay quienes se quedan por fuera de estar inscriptos en el mundo de la cultura letrada. Con lo cual es estar fuera de la sociedad. Por eso insisto mucho en que la escuela es un lugar privilegiado para desarrollar la lectura.
—En esto se ancla el concepto de la lectura como derecho.
—Es que para ejercer la ciudadanía en una sociedad letrada tenés que saber leer y escribir. La lectura no es solamente una práctica escolar u ociosa, sino una práctica social que te permite el ejercicio de la ciudadanía.
—También acá surge la pregunta por qué tipo de lectura.
—Sí. porque en la escuela hay que leer todo tipo de textos en todo tipo de soportes. En general la escuela privilegia la lectura literaria de cuentos y con suerte la novela. Pero hay una cantidad de textos llamados funcionales que permiten la vida en sociedad y que tiene que ser leídos en la escuela.
—¿Cómo cuáles?
—Digo actas, informes, formularios, recibos de sueldo, agendas o catálogos de supermercados. Son todos textos de circulación social que si no se leen y no se enseña a leerlos es muy costoso después aprenderlo. Todos hemos pasado por la experiencia de que cuando tenés que llenar un formulario y donde dice “calle” completás calle y número. Y después te das cuenta que hay un casillero para la numeración. Bueno, es un ejemplo tonto, pero hasta ese tipo de texto, que parece simple, requiere una práctica de lectura. Por eso en la escuela hay que leer todo tipo de textos y sobre todo los de circulación social, con los que la gente va a construir y modificar las relaciones en el mundo en el que vive.
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Foto: Silvina Salinas / La Capital
—Tenés contacto con docentes de escuela pero también das clases en la universidad. ¿La comprensión de textos sigue siendo un tema a trabajar?
—Si, es un problema a abordar. De hecho en la mayoría de las carreras universitarias, en cualquier campo del saber, se ha incluido la materia de lectura o alfabetización académica. Esto tiene que ver con que en la escuela se ha dejado la lectura de ciertos textos que luego se piden en la universidad. Entonces pasa que un estudiante ingresa a la universidad y no puede sostener la lectura del capítulo de un libro, porque la lectura de textos tradicionales en soporte papel o libro quizás no se hace asiduamente, porque hay otros textos que socialmente se leen, los llamados multimodales. Esta es una práctica que tiene que desarrollarse en la escuela secundaria, porque cuando los chicos aprenden historia en la escuela no es solamente aprender ciertos conceptos o categorías de ese campo disciplinar, sino también a leer y escribir textos de históricos. Lo mismo los que estudian ciencias naturales. Cada género tiene una organización y un formato de presentar la información. Y si eso se trabaja en la secundaria los alumnos llegarían con menos carencias.
—Hay otro eje que es la didáctica. ¿Qué estrategia o buena práctica se puede rescatar?
—Hay algo fundamental que hay que entender: la lectura no empieza cuando uno comienza a pasar la vista por sobre el texto. Hay toda una actividad previa que algunos teóricos llaman la prelectura, que implica posicionarte frente al autor y saber quién es, para saber qué esperar dentro del texto. También saber cuál es la línea editorial o anticipar que es lo que uno espera encontrar a partir del titulo del texto. Luego viene la lectura y es sumamente importante cuando trabajamos con estudiantes interrumpirla, preguntarles si ha entendido, qué no han entendido o cómo suponen que va a continuar en el texto. Luego está la poslectura, que es apropiarse de la información. Entonces, después de haber leído uno puede hacer un cuadro sinóptico, un resumen, una maqueta, ilustrar el texto o ponerle música. Pero también a veces se puede no hacer absolutamente nada, porque el acto de leer es muy valioso en sí mismo, no es un pretexto para otra cosa. A veces en la escuela la lectura se toma como pretexto para realizar otro tipo de actividad, entonces se lee y después hay que responder un cuestionario, o analizar sintácticamente oraciones. Y nadie en su sano juicio va a leer si tiene que hacer ese tipo de cosas. Por eso digo tomar a la lectura como práctica social valiosa, no como un pretexto.