El recrudecimiento del proteccionismo y el desdibujamiento de la OMC, que perdió su rol como organismo de solución de controversias entre los actores del sistema de comercio mundial, son, a su juicio, síntomas de una crisis de la globalización. Pero no en general, sino de un tipo de globalización, la de “los contenedores”, la del intercambio de productos entre países o bloques comerciales. Pero “la globalización de los datos, la banda ancha, los servicios, es la expresión de la resiliencia de este proceso de vinculación comercial”, aseguró.
Elizondo repasó el impacto de la pandemia en el comercio internacional, con su impacto en la oferta y la demanda. “En lo peor de la crisis sanitaria l intercambio global cayó 7% pero con la salida y la recuperación econoómica creció 20% y, si bien hay un corte en la cadena de suministros, también hay una vocación por sostener la demanda mundial”, señaló.
Este escenario no es ajeno a transformaciones profundas. Las grandes negociaciones de comercio dan lugar a los tratados “regionales”, las disputas arancelarias dejan espacio a la batalla por las regulaciones y la definición de estándares de calidad y las alianzas geopolíticas condicionan la ruta de los acuerdos de comercio. La ciencia, la tecnología, la propiedad intelectual y el capital intelectual, la economía del conocimiento, ganan terreno como campos de disputas.
En este contexto, las cadenas de valor, explica Elizondo, van siendo reemplazadas por los ecosistemas. Ya no juegan en ellas sólo las empresas o el Estado, sino entramados institucionales más complejos.
“La vieja globalización del comercio internacional se va deteniendo y se van creando coaliciones de países, los vínculos internacionales se complejizan”, señala el experto.
La base territorial de este proceso está definida por los “350 acuerdos comerciales que hay en el mundo”, acota. Y las peleas arancelarias fueron reemplazadas por las normas de calidad, medioambientales y de orden institucional o político.
“Según la OMC, el 45% de las exportaciones en el mundo son indirectas, es decir que el grueso del valor no fue generado por el que el lo exportó sino por su cadena de proveedores”, describió.
Y concluyó: “Lo más sofisticado se globaliza, lo menos sofisticado se desglobaliza y en el medio hay un cambio al que hay que prestarle atención”.
La guerra en Europa, librada sobre una de las llanuras más fértiles de la tierra, genera un impacto adicional. Los precios de los commodities se elevaron exponencialmente, los suministros se complicaron, el comercio se cerró y las sanciones comerciales comenzaron a dominar el escenario. La tentación de comparar esta situación con la de mitad del siglo pasado está en los empresarios analistas. Y reaparecen en las mesas de discusión conceptos que hasta hace no pocos tiempo era objeto de bullyng por parte de muchos referentes locales del agronegocio, como los de seguridad y soberanía alimentaria.
Durante una reciente entrevista con La Capital, Gustavo Idígoras, presidente de Ciara, señaló que el mundo está atravesando un momento “novedoso”, muy similar al de la salida de la Segunda Guerra Mundial, cuando la seguridad alimentaria era la principal preocupación para los gobiernos.
“El mercado de trigo está experimentando uno de los escenarios más volátiles e inciertos de los últimos 20 años, debido a la invasión de Rusia a Ucrania, y la última decisión de la India, de la que se esperaba que pudiera brindar alrededor de 8 millones de toneladas en la próxima campaña, reduce aún más la cantidad de oferentes pero también incrementa las necesidades de trigo a nivel mundial”, señaló.
En ese sentido, consideró probable que “estemos atravesando un período más largo de lo esperado de oscilaciones alcistas del precio del trigo a nivel internacional” porque “no hay que descartar que otros países restrinjan también exportaciones”. Así, el mercado y el abastecimiento de trigo a nivel mundial va a ser uno de los temas más importantes de los próximos meses.
“Hoy la seguridad alimentaria, por razones como este conflicto bélico y otras vinculadas con el proceso inflacionario internacional tras la salida de la pandemia, llevan a transformar a algunos commodities agrícolas en una variable geopolítica”, describió. Y entre los primeros movimientos señaló a la Unión Europea, que “está acercándose nuevamente al Mercosur después de dos años de silencio”.
Recordó que en el reciente viaje del presidente Alberto Fernández fueron muy explícitos en transmitirle que la alianza debe ser permanente porque Europa tiene que diversificar suministros.
Algo de eso tiene que ver con que figure entre los invitados de la próxima cumbre del Grupo de los 7.
“Hay reordenamientos, la Argentina hoy vuelve a ser un país de alto interés para gran parte del mundo”, subrayó Idígoras.
Alerta en Davos
Este nuevo escenario se discutió en el Foro Económico de Davos. El día previo, Georgieva publicó un artículo junto a la directora del departamento de estudios del FMI, Gita Gopinath, en el que aseguró que el Foro tendrá lugar en un momento en el que “la economía global enfrenta quizás su mayor prueba desde la Segunda Guerra Mundial”.
“Nos enfrentamos a una confluencia potencial de calamidades”, aseguró Georgieva y llamó a países y empresas a trabajar en una serie de desafíos, entre los que incluyó el “reducir las barreras comerciales para aliviar la escasez y bajar los precios de los alimentos y otros productos” y a “intensificar los esfuerzos conjuntos para hacer frente a la deuda”.
También como parte de la cumbre de Davos, la organización internacional Oxfam, que lucha contra el hambre en el mundo, solicitó hoy la implementación de impuestos de emergencia a los ricos para financiar el apoyo a las personas que se enfrentan al aumento los costos de la energía y los alimentos, y puso como ejemplo las recientes iniciativas de la Argentina, en el marco de la cumbre de Davos.
“Argentina adoptó el año pasado un impuesto a la riqueza único para los más ricos como parte de su campaña Covid 19 y ahora está considerando introducir un impuesto extraordinario sobre las ganancias de energía, así como una contribución única del 20% sobre activos extraterritoriales no declarados para financiar directamente préstamos del FMI”, destacó el informe.