La selección emociona. El sufrimiento, parte inseparable de esa sensación que por tercera vez consecutiva deviene en alivio y satisfacción, sigue presente en cada uno de los encuentros de esta selección de Lionel Scaloni, que sigue cumpliendo, respondiendo al mote de Scaloneta como aquella que nunca te deja tirado. La pregunta ahora que se llegó a una instancia superadora y que se viene un rival realmente de los mismos quilates, es si alcanzará, si será suficiente todo lo mostrado en esta copa del mundo que por momentos se pareció a una montaña rusa. Un repaso a las virtudes y los defectos mostrados hasta aquí por Argentina ayudará a tener un panorama más claro. Aquellas cimentaron este pasaporte adónde suelen llegar los elegidos. Estas alertan de que habrá cuestiones a considerar porque un oponente cómo Países Bajos no lo perdonará. Aquí el repaso:
A favor
La mejor noticia: Messi
Sin dudas, el as de espadas de esta selección desde hace tantísimo tiempo está más afilado que nunca. Lionel Messi a sus 35 años está en el nivel más alto de su carrera. Es cierto, no tiene la misma velocidad pero qué duda cabe que se lo ve más suelto que nunca.
Se lo nota en su juego, en el manejo de los tiempos, en la comodidad de sentirse bien rodeado y por eso mismo sin el peso excluyente de llevar siempre él las riendas. Aunque las lleve.
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La tiene atada. Messi ya sacó el zurdazo que destrabó el encuentro de octavos de final. Decisivo y líder.
No se la dan siempre a él, a veces hasta parece humano y las pierde, pero su soltura para no estancarse en el terreno, para regular los tiempos hasta por una cuestión física (de edad y por haber jugado 72 horas antes, en el caso del último encuentro), de entrar y salir del trámite, y de hacerse cargo cuando el momento más lo requiere, cuando antes era siempre, lo ubican en un grado de maduración excelsa.
Ejemplo. Se encendió para ir a buscar una pelota sobre el lateral, peleó con su marcador y lo hizo enojar (al punto que enseguida le quedó la sangre en el ojo y le hizo la falta a Papu Gómez, de la que vino la apertura) y de ahí marcó un golazo. No es menor que haya sido su primero en instancias decisivas. Está mejor que en Brasil.
Pero además convirtió apenas empezó el Mundial, desanudó el intríngulis emocional ante México y, como otra prueba contundente, marró el penal ante Polonia y no sé desmoronó. Ni él, ni el equipo.
El equipo
Otro ítem que habla de fortaleza. Aún cuando debió hacerse cargo de pagar el precio de los nervios del debut mundialista para muchos, alrededor de Messi hay un proceso previo formativo que consolidó una forma de jugar, un modo que, en vistas de las decisiones que fue tomando Scaloni, no se ata a nombres sino a rendimientos.
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Todos unidos. Los jugadores argentinos, en el gol de Messi.
Por eso a Messi se lo nota cómodo, aún en los momentos incómodos donde se hace cargo. Inclusive cuando Scaloni cambia el sistema en medio del juego. Salvo la desorientación en esos primeros minutos del complemento ante Arabia Saudita, que derivó en un shock antes emocional que futbolístico, hay una estructura confiable. Que puede superarse, pero confiable.
El técnico
Precisamente, Scaloni nunca dijo una cosa e hizo otra. Puede errarle, pero no lo hizo hasta ahora ni se casó con nadie, con pruebas suficientes en los números cambios que hizo. Dejó afuera a titulares indiscutibles en casi todo su exitoso proceso y los reemplazó por los de mejor momento. Alexis Mac Allister, Julián Alvarez y Enzo Fernández son fieles ejemplo de ello, todos autores de goles determinantes como los de Messi. También Lisandro Martínez. Así quedaron afuera Leandro Paredes o el Toro Martínez, por ejemplo. Cuando tuvo que excluir al Cuti Romero lo hizo. Y cuando decidió bancar a otros, también le respondieron. Caso Rodrigo De Paul.
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Dio la talla. Scaloni se manejó muy bien.
Hay también un mensaje acertado del técnico que replican los suyos. Esto es al fin y al cabo un juego, se gana y se pierde, y eso quita presión, sobre todo cuando se ve en la cancha que no es un abrir el paraguas por si acaso, en vistas de que se deja todo. Todos esos méritos hay que atribuírselos al técnico, al conductor, que muestra en sus acciones un halo de sinceridad y capacidad que también se percibe como un gran valor, que en la práctica rinde frutos.
En contra
La inexperiencia
Con el diario del lunes, no hay dudas que el porrazo ante Arabia Saudita vino al pelo, en el sentido que hubo tiempo para recoger sus enseñanzas y corregir a tiempo. Pero no deja de ser una verdad que este plantel argentino vive en su mayoría su primer Mundial, inclusive el técnico como tal, y eso varios lo pagaron, como Ecuador o Estados Unidos.
Ya se disputaron cuatro partidos y varios fueron asimilando la presión pero ahora que viene Países Bajos y todo el potencial que siempre muestra, aún cuando también se recicló, puede resultar un punto en contra.
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El maestro. Louis van Gaal saluda a Gapko. El neerlandés es un técnico muy reconocido.
El viernes en Lusail se enfrentarán el técnico más veterano del Mundial, y muy reconocido cómo Louis van Gaal, y el más joven, el novato Lionel Scaloni. Un duelo de sabiduría que puede jugar su partido y ahí Argentina, amén de las bondades apuntadas hacía el DT argentino, tiene una desventaja relativa.
Alertas defensivas
A esta selección le llegaron en realidad muy poco en este Mundial pero lo lastimaron demasiado en proporción. Inclusive por rivales claramente inferiores. Eso no deja de ser un alerta, un ítem que no se puede descuidar.
Arabia Saudita lo ridiculizó dos veces en nada de tiempo y la segunda vez, más allá del indudable mérito del rival, le maniobraron en una baldosa y uno solo pudo con cuatro jugadores argentinos. Esa situación casi se repite contra Australia, donde un solo jugador en un franja de terreno superior, desparramó a piacere futbolistas albicelestes, aunque esta vez la salvada mascheroniana de Lisandro Martínez evitó el mismo resultado.
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Ufff. Dibu Martínez se queda con el empate.
Y en el final de este último encuentro también fue floja la respuesta ante el centro australiano y nuevamente no hubo un salvador colectivo sino uno individual, el Dibu Martínez. Que, a propósito, no debe confiarse tanto porque a punto estuvo de igualar el macanazo de su colega aussie. Ojo con todo eso.
Di María y el Toro
Así como el bajón de Lautaro Martínez encontró cura con la aparición de Julián Alvarez, no han sido buenos los goles marrados por el Toro en el final contra Australia. Sobre todo porque el hincha tiende a ser enormemente desagradecido. Que lo diga sino Gonzalo Higuaín. No está bueno que Scaloni deba salir a respaldarlo. No parece grave, no impresiona que el 9 de Inter haya perdido confianza pero si así afuera, sería importante la recupere pronto.
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Afuera. Angel, el sábado.
Mientras quedó claro, como con la baja de Giovani Lo Celso, que otro excanalla cómo Angel Di María resulta vital en este equipo. Pero claro, su gran talón de Aquiles han sido las lesiones. Al jugador de la Juve se lo necesita en plenitud para la próxima final. Esa duda es otro punto en contra.