En Alberdi se está dando un fenómeno particular, que afecta a otros barrios tradicionales y que tiene que ver con diferentes procesos sociales que suceden actualmente en ciudades como Rosario, en zonas residenciales que se desarrollaron hace en los últimos 30 o 40 años: hay viviendas en sobreoferta, eternamente en venta, y demanda de departamentos sin satisfacer.
Por un lado, hay una población envejecida, propietarios de casas de tres o cuatro habitaciones, cuyos hijos han crecido y se independizaron. Esto hace que el hogar les haya quedado grande y les sea difícil de mantener, por razones económicas como pérdida del poder adquisitivo, o funcionales como tener demasiada superficie y el compromiso a la seguridad que eso significa.
Estas parejas de adultos mayores, que ya pasan los 70 años, muchas veces quieran achicarse, pero sin irse del barrio. Por eso, una posible solución es mudarse a un departamento o condominio, donde hay mayor resguardo, los espacios son más chicos y es menos dificultoso mantenerlos. Pero tanto en avenida Alberdi como en bulevar Rondeau no hay mucha oferta de ese tipo, que es casi inexistente.
Recién se están construyendo algunos proyectos de vivienda colectiva sobre la costa, y la zona casi no ha tenido grandes emprendimientos en los últimos 10 o 15 años. De los barrios que tenían potencial, es uno de los que menos se movió. Hoy en sus calles no quedan ya departamentos vacíos para que las personas se establezcan, desde antes incluso que la ley de alquileres provoque que los propietarios los retiren de la oferta.
Una recorrida por el barrio arroja una postal de muchas casas enormes de la década del 80 con el cartel de venta colgado, que no consiguen comprador. La realidad es que las personas se quieren ir de esas grandes propiedades, pero no las pueden vender y no tienen adonde recalar.
Falta de oferta
Pero además, tampoco llegan familias jóvenes a vivir. Si bien la zona cuenta con corredores de transporte, bancos y un montón de servicios, se ha quedado sin población nueva, lo que paraliza el comercio y la vida social, aumentando la inseguridad. Las construcciones son antiguas, y no hay renovación, pero la poca que hubo fue con unidades chicas basadas en inversiones para renta y especulación inmobiliaria, en lugar de atender la demanda.
El boom de la construcción que vivió Rosario a partir del intervalo 2005-2007, de la mano de los excedentes de la soja que llevaron a los propietarios de campos a invertir en la ciudad, provocó un desfasaje entre una sobreoferta de monoambientes y departamentos de un dormitorio, y la falta de unidades de dos y tres dormitorios que buscan las familias jóvenes.
El inmobiliario tiene la particularidad de ser un mercado muy inelástico, lo que hace que el problema sea más complejo. "Si alguien tiene departamentos a la venta y el mercado no le convalida el precio, quizás lo deja al mismo valor. En cualquier otro mercado empezaría a bajar, pero en este se queda igual aunque no se produzcan operaciones", apunta el concejal de Juntos por el Cambio Martín Rosúa.
Esto sucede, según el edil que integra la comisión de Planeamiento, porque "la gran mayoría de los que tienen inmuebles para ahorro no tienen el apuro de venderlos para vivir de eso, entonces resisten un poco más la caída de la demanda".
Proyecto a discutir
Sobre este diagnóstico de falta de oferta, el municipio envió recientemente al Concejo un proyecto para hacer edificios más bajos que aumenten los desarrollos en el lugar. La comisión antes mencionada comenzó a discutir cambios en la normativa de los corredores de Alberdi y Rondeau, con la propuesta del Ejecutivo de dejar de promover las torres e impulsar edificaciones sin espacio entre medianeras, discutida por algunos concejales.
Una de las cuestiones señaladas por la oposición es que las decisiones que se tomen no deben desvirtuar lo que ya hace atractivo a ese sector de la ciudad, tanto para los que ya viven en el barrio, como para los interesados en instalarse. ¿Cuáles son esas características? Las veredas anchas, la condición de barrio jardín, las ventajas en términos de asoleamiento y ventilación.
"Hubo unanimidad en la comisión respecto que es desafortunado desistir de las exigencias que tiene la normativa, como unificar lotes y receder las medianeras. Eso también hace que se rompa con cuestiones ambientales que busca el que se va a vivir a Rondeau y Alberdi. Para vivir entre murallas de cemento, ya está el centro", puntualizó Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular.
Pero además, para la concejal la norma tiene que ir "mucho más allá", no solo limitando la capacidad constructiva y la altura, sino estableciendo un porcentaje obligatorio de tipologías de vivienda de dos o tres dormitorios para nuevas construcciones. "Hoy hay una demanda de familias jóvenes con hijos que no está siendo canalizada por el mercado. Si es por las constructoras, maximizan y te hacen solo monoambientes y departamentos de un dormitorio que usan para especulación", explicó.