Como muestran las disputas a cielo abierto en el Frente de Todos antes y después de la votación del entendimiento con el FMI, los tironeos entre los negociadores del oficialismo y de Juntos por el Cambio por el texto del proyecto y la lluvia de piedras contra el Congreso, el amplio respaldo que cosechó el entendimiento en Diputados no logra camuflar los frágiles acuerdos sobre los que opera la dirigencia política argentina, que tiene por delante un futuro repleto de conflictos potencialmente explosivos.
Alberto Fernández puede respirar aliviado: el entendimiento con el FMI salió con una mayoría holgada y transversal de 202 diputados y dos de tres (77) integrantes de la bancada votaron a favor. Pero pagó un precio altísimo: 41 de sus 118 diputados no acompañaron el acuerdo (ya sea porque votaron en contra o porque se abstuvieron), su liderazgo quedó aún más resentido y el artefacto político creado de apuro en mayo de 2019 vuelve a crujir.
La negociación conducida por Fernández y Guzmán resintió la interna del Frente de Todos
Representantes de un sector cada vez más minoritario y replegado en la provincia de Buenos Aires, Cristina y La Cámpora se aferran a la identidad kirchnerista y profundizan un operativo despegue que además de debilitar a Fernández de cara a los 638 días que le quedan para terminar su mandato tiene poca probabilidad de éxito en las próximas elecciones.
Un dirigente de un espacio del Frente de Todos que se pronunció a favor del acuerdo indicó que el comunicado de La Cámpora “no plantea un camino alternativo”. Igual, reconoció: “Trabajaron para que salga, sacaron a los propios para que el dictamen salga y dieron quórum. Si realmente querés voltear el proyecto, hacés otra cosa”.
Lo cierto es que desde el viernes a la madrugada el Frente de Todos entró en una escalada todavía más autodestructiva, alimentada en redes sociales por tuits y retuits de las principales figuras de la coalición.
https://twitter.com/larroqueandres/status/1502643185771761667
En este marco, Sergio Massa buscó mostrarse como “el adulto en la habitación”, un mediador tanto hacia adentro como hacia afuera. Reconvertido en un político de palacio pero con el sueño presidencial intacto, el titular de la Cámara de Diputados sabe que no hay futuro para nadie en 2023 si el actual Frente de Todos se parte.
En uno de los principales campamentos del peronismo santafesino comparten el diagnóstico. “La unidad es más necesaria que nunca. La discusión no es entre nosotros y el PTS, es entre nosotros y un programa que está a la derecha del Fondo, que es el que van a aplicar en 2023 si perdemos. Si usamos esta situación para fragmentar el espacio habilitamos un escenario mil veces peor”, advierten.
Rápidos de reflejos, los caciques de Juntos por el Cambio leyeron la debilidad del gobierno, forzaron la eliminación del programa económico -que era para un debilitado Martín Guzmán “inescindible” del apoyo a la refinanciación- y cada uno se llevó algo para su propia toldería.
Un dato no menor para el balcanizado interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados es que nueve de las diez bancadas votaron en la misma frecuencia.
“Ellos tomaron la deuda y quedaron como los garantes de la estabilidad, y nosotros que resolvemos el problema somos los irresponsables”, se quejaban en la bancada del Frente de Todos.
Sergio Massa y Gerardo Morales, dos viejos aliados que trabajaron para que se apruebe el acuerdo
Se verá si la coalición ad-hoc que montaron Fernández y Massa con Juntos por el Cambio para aprobar el acuerdo con el Fondo sobrevive para aprobar otros temas o, por el contrario, se disuelve.
Por lo pronto, que se repita la foto o no dependerá de la evolución de tres frentes de conflicto.
En primer lugar, la interna del Frente de Todos. Si las partes firman algún tipo de armisticio, Fernández optará por acordar con los propios, pero si las tensiones en el peronismo se agudizan, el presidente puede verse obligado a explorar un acuerdo de gobernabilidad con la oposición. Un pacto que, claro está, no será gratuito.
En segundo lugar, la disputa entre el oficialismo y la oposición. Lejos de ser un invento de laboratorio de las élites políticas, la polarización -calificada por los investigadores Ignacio Ramírez y Luis Alberto Quevedo como “la ley de gravedad de la política contemporánea”- expresa desacuerdos sociales profundos. A medida que se acerque la fecha de las elecciones, la presión del electorado por pegarle al gobierno será mayor, sobre todo si la economía empeora.
En tercer lugar, la pulseada entre el gobierno y sectores organizados de la sociedad que buscarán que el ajuste recaiga sobre los hombros de otros. En esa carrera, algunos parten con ventaja.
Proveedor privilegiado de dólares en un país que necesita los dólares más que nunca, y objetivamente más empoderado por la disparada de los precios internacionales de las materias primas por la invasión de Rusia a Ucrania, el mundo agropecuario recibió en Expoagro a dirigentes de todo el arco político pero ya mostró los dientes ante una eventual suba de las retenciones.
Perotti y Kicillof, presentes en la apertura de Expoagro
En el otro extremo de la pirámide social, sindicatos y movimientos sociales le miran el dorsal a una inflación que las estimaciones optimistas ubican en torno al 50%. La masiva movilización en rechazo al acuerdo con el Fondo y los piedrazos al Congreso -¿qué pasaba si uno de los proyectiles le daba en la cabeza a Cristina o un legislador?- agregan condimentos a un cuadro social espeso.
Desbloqueo
Sin protestas en la calle, con menos estridencia y con todos los actores cediendo algo, el jueves la Cámara de Diputados de Santa Fe destrabó el proyecto de presupuesto 2022 y lo envió al Senado, donde, creen todos, no habrá sorpresas. ¿Qué cambió entre diciembre y marzo?
“La cuestión es cuántos frentes querés tener abiertos”, dice un referente opositor en la Legislatura. Y agrega: “Íbamos hacia un bloqueo legislativo, que tenía un costo político alto para el Ejecutivo en términos de incertidumbre en los pliegos y leyes importantes que quieren sacar. Otro factor es la propia dinámica nacional del Frente de Todos, la tensión entre Omar y Alberto es evidente”.
La Cámara de Diputados de la provincia dio luz verde al presupuesto provincial 2022
En la oposición creen que todavía es prematuro para hablar de un nuevo tiempo en la relación entre la Casa Gris y la Legislatura. Desde el socialismo quieren “una agenda que sea productiva para todos”. “Discutamos recursos, pero también una ley de seguridad pública, educación; aprovechemos para trazar acuerdos de largo plazo”, dicen desde el PS.
Mientras tanto, Pablo Javkin hace su juego. Con el acuerdo de gobernabilidad sólido en el Concejo, el intendente ve que los planetas se alinean a su favor y da señales de que saltará a la provincia. Ubicado en la primera trinchera del Estado, el intendente y su núcleo cercano temen que la malla de contención social se rompa y el malestar social engorde a las opciones que se ubican en el margen derecho del espectro político. Algo que, coinciden quienes auscultan minuto a minuto la opinión pública, ya está empezando a suceder.