"Siempre encaré mis proyectos con un espíritu entusiasta e imaginativo"
El genial realizador Francis Ford Coppola reflexionó sobre su obra maestra de 1979 y cuestionó la industria del cine actual y las películas de superhéroes.

Martes 20 de Agosto de 2019

Si el cine fuera una guerra, "Apocalypse Now" sería para Francis Ford Coppola como la batalla de Waterloo. Las batallas que Coppola libró mientras realizaba su épica película de 1979 casi lo destruyen. Un tifón destrozó un escenario importante. Harvey Keitel fue reemplazado por Martin Sheen. El director buscó un buen final con desesperación. Y trabajó aún más duro para convencer a Marlon Brando de que dijera algunos diálogos. Pero en medio de ese tumulto el genial realizador logró crear una obra maestra. Y 40 años después, "Apocalypse Now" nunca se ha visto mejor.

Coppola supervisó una restauración del filme en 4K y, por segunda ocasión, hizo ajustes a la edición. Tras haber ido quizás demasiado lejos en una revisión de 2001 en la que agregó 53 minutos, "Apocalypse Now: Final Cut" reduce la diferencia para un total de 183 minutos.

En su nueva forma restaurada, la majestuosidad y locura de "Apocalypse Now" se siente más vívida y alucinante que nunca. Coppola la considera la versión definitiva con la que completa un recorrido de cuatro décadas en las que convirtió lo que fue casi un desastre en la obra que vislumbró desde un principio. En una entrevista reciente con la agencia Associated Press, el cineasta de 80 años conversó sobre la "Apocalypse Now" de entonces y cómo la ve ahora, por qué estuvo "aterrado" de hacerla y por qué le resulta difícil soltar sus películas.

apocalypsis now final cut

—¿Quiso dejar a conciencia su estampa en las películas de guerra?

—La guerra de Vietnam fue diferente a otras guerras estadounidenses. Fue más una sensibilidad de la Costa Oeste que una sensibilidad de la Costa Este. En películas de guerra previas a "Apocalipsis", siempre había una especie de personaje de Brooklyn, una personalidad de la Coste Este y del Medio Oeste. En "Apocalypse Now" era Los Angeles, surfistas, drogas y rock & roll, así que era una guerra más bien con ambiente de la Costa Oeste. Además, hubo muchas contradicciones extrañas relacionadas con la moralidad. Una vez me leyeron un diálogo que no está en la película pero que para mí resume el significado del filme: "Les enseñamos a los chicos a lanzar fuego sobre la gente pero no dejamos que escriban la palabra «fucking» en sus aviones porque es obscena".

—Eleanor Coppola, su esposa, escribió en sus "Notas" sobre la película que usted asumió algo de la megalomanía de Kurtz (el coronel interpretado por Brando) mientras hacía "Apocalypse Now".

—Cada vez que hacía una película, siempre me comparaba en lo personal con el personaje principal. Cuando estaba haciendo "El padrino" yo era Michael Corleone, maquiavélico y astuto. Cuando hice "Apocalipsis" yo era el megalómano. Cuando hice "Tucker" yo era el emprendedor innovador. La realidad de los hechos es que siempre encaré mis proyectos con un espíritu entusiasta e imaginativo. No tengo talentos que desearía tener. Mis talentos fueron más el entusiasmo y la imaginación y una especie de sentido profético, un sentido de saber lo que va a pasar antes de que suceda.

—¿Emergió de "Apocalypse Now" como un cineasta diferente?

—Sí, pero no más que después de la experiencia extrema de "El padrino". Cada película que he hecho ha sido una nueva hoja de papel. Rara vez repetiría un estilo. Con cada película en la que trabajé terminé siendo una persona diferente.

—Cuando vuelve a sus películas para llevarlas hasta donde quiere, ¿lo hace para preservar su legado? ¿Piensa en cómo quiere que la gente lo recuerde a usted y su trabajo?

—No estoy tan loco por mi legado. Quiero que la gente sepa que me gustaban los niños y que fui un buen consejero de campamento en 1957, que tengo una familia con hijos maravillosos que me parecen fascinantes y muy talentosos. Pero básicamente, para mí, el mayor legado que uno puede tener es que alguien en alguna parte haya visto algo de lo que uno hizo y los haya inspirado a hacer algo que inspirará a alguien más en el futuro. De alguna manera, es una forma de inmortalidad.

—En la actualidad, la mayoría de los directores sólo podrían producir algo de la escala de "Apocalypse Now" en una película de superhéroes. ¿Siente pena por ellos? ¿Qué opina de esta situación?

—Claro que siento pena. Siento que ahora en nuestro país tenemos un cine bifurcado con películas independientes, donde tenemos la riqueza de talento más maravillosa, y la industria del cine, que hace en su mayoría filmes de superhéroes. Unas tienen demasiado dinero: las películas de estudio al estilo cómics de Marvel. Básicamente están haciendo la misma película una y otra vez, y seduciendo a todo el talento. Todos esperan conseguir un papelito en una de esas películas porque ahí es donde está el dinero. Y por el contrario, las películas independientes maravillosas, inusuales, exóticas, interesantes, provocativas y hermosas no tienen dinero. Con el presupuesto para la comida de esas películas de superhéroes fácilmente se podría financiar a algunos de estos cineastas brillantes jóvenes y no tan jóvenes. Eso es una tragedia.

—La longevidad de sus filmes lo ha llevado a lugares extraños. Recientemente los fiscales en el juicio del asesor político Roger Stone quisieron presentar "El padrino" durante el juicio. Y Donald Trump ha citado "El padrino 2" como una de sus películas favoritas.

—La lista de admiradores de las películas de "El padrino" no sólo incluye a los caballeros que mencionás sino también a Saddam Hussein y Gaddafi. Sólo revisá la lista de los dictadores más duros del mundo moderno y la película favorita es "El padrino".

—¿Qué opina de eso?

—"El padrino" es una historia americana de una familia inmigrante que al final alcanza el éxito en Estados Unidos. El éxito no es algo malo, pero depende de cómo uno lo defina. Si uno define el éxito como riqueza, influencia, poder y fama, debe saber que eso no trae la felicidad. Si mirás al uno por ciento de los famosos que tienen todas las cosas que acabamos de mencionar encontrarás a algunas de las personas más infelices del planeta. Lo que te da felicidad son las amistades, el aprender, la creatividad. Sabemos que eso genera felicidad. Pero ¿qué podés hacer si cada nación del mundo pone su principal objetivo en algo que no tiene sentido? Es muy difícil.