En el acontecer de Nora Iniesta no hay un día igual al otro. Hay en su
producción artística mucho rigor y pasión. Su obra vislumbra un entusiasmo que camina de la mano de
la disciplina. Así la artista construye su cosmovisión, su forma de comunicarse con los demás.
La vida siempre sonríe se exhibe hasta el 18 de este mes en el Museo Diario La
Capital. Es una selección de la serie completa que da el nombre a la muestra. Comprende treinta y
cuatro obras de collage, un recurso que es utilizado, en este caso, a modo de recorte, de fragmento
de una realidad.
La infancia de Iniesta aparece escondida detrás de sus obras. No sólo por la
inevitable referencia a la escuela primaria, la historia y los próceres, sino también por la
técnica que repite a lo largo de sus trabajos. "Lo primero que uno aprende en la escuela es a
cortar y a pegar. Eso es crear, para mí los papeles, más allá del contenido simbólico o
representativo que tengan, son pedazos de color".
Sin embargo, la obra se teoriza a través de una categoría que comprende el arte
contemporáneo: el escuelismo. "Para mí es el goce del encuentro en la escuela con estas técnicas y
también poder expresarme. Creo que uno repite, prácticamente de por vida, aquello que vivió en su
infancia. Yo me encuentro siempre recreando dos o tres cosas vividas de chica", reflexiona Iniesta
en diálogo con Señales.
La estética que predomina en esta muestra, como en toda la obra de Nora Iniesta,
no es sucia ni desprolija, tampoco es una estética de lo feo. La artista considera que trabaja bajo
cierto rigor. No es algo que ella elija, es algo transversal a su obra. "No es que me proponga
hacer esto porque creo alguna cosa, o en oposición a tal otra, es lo que yo puedo hacer". Hay, en
este conjunto de obras, algo que indica el porqué en esa elección del collage que podría traducirse
como una reivindicación de lo manual.
La vida siempre sonríe manifiesta una austeridad que se traduce tanto en la
técnica como en la elección de los materiales. Los collages fueron realizados con el arte del
reciclado. Los soportes son, en general, materiales que han conocido otros usos, que ya han sido
vistos y leídos., seleccionados por la artista en su recorrido. Papeles, figuritas, rostros. Todos
son de uso cotidiano, comunes a la gente, no hay sofisticación. En la obra el único trabajo
insustituible es el de la artista, su minuciosa selección y combinación de materiales y colores: es
la fragmentación de cada papel puesto en el ensamblaje.
En un sentido integral, la producción de las obras no escapa a la historia de su
realizadora; su legitimidad pasa por la patria como lugar de pertenencia, pero no está fijada
melancólicamente en el pasado, sino jugada en el compromiso con la actualidad.
En La vida siempre sonríe Nora Iniesta vislumbra la vida con mirada optimista y
esperanzadora "Tengo una visión siempre positiva y siempre para delante de las cosas, y porque
también puedo ser un poco quejosa debo aceptar que hay que apostar a que la vida siempre sonríe. Es
mucho más interesante apostar a eso que apostar a lo opuesto", concluye. En este caso, como en toda
creación artística, es la obra la que habla. Una vez terminada, luego de pasar por la cocina del
trabajo del día a día, camina por su propio sendero. "Es mi mejor embajador, mi mejor
representante. Las palabras no sirven, el arte no es para explicarlo, es para verlo, gozarlo y
compartirlo".
En el Museo Diario La Capital, Sarmiento 763, hasta el 18
de septiembre. Más información: www.museo.lacapital.com.ar
Instantánea
Nora Iniesta es una artista argentina contemporánea vinculada al diseño gráfico,
la objetística, la moda y la comunicación. Interviene con sus obras espacios urbanos, comerciales y
domésticos. Expuso en muestras individuales y colectivas en Argentina y en el exterior y ha
participado en diversas bienales.