La cultura basada en libros está llegando a su término". La sentencia es parte
de un email que circula en el ámbito de la cultura desde hace un tiempo. Su tono apocalíptico suena
a advertencia, y su autor es un reconocido artista plástico que busca sensibilizar con una
convocatoria que apunta a valorar al libro. Luis Camnitzer planea realizar una obra titulada El
último libro, con escritos que la gente envíe, instalación que será ubicada a la entrada de la
Biblioteca Nacional de Madrid. Camnitzer dice que la obra está concebida como un símbolo de una
cultura en retirada.
Camnitzer es un artista uruguayo que actualmente vive en
Nueva York. Nacido en Alemania en 1937, a los pocos años su familia emigró hacia Uruguay, país del
que tomó su nacionalidad. Es profesor emérito de la Universidad Estatal de Nueva York y su obra
integra, entre otras, las colecciones de prestigiosos museos de Nueva York, Buenos Aires, Santiago
de Chile, México, Caracas, San Pablo, París y Milán (ver aparte).
El artista dice en la convocatoria que El último libro es
un proyecto de recopilación de declaraciones tanto escritas como visuales en las cuales los autores
que colaboren podrán dejar "un legado para las generaciones venideras". Quienes deseen sumarse
pueden enviar textos de no más de una página (A4) al email ultimolibro@gmail.com o por correo a
Luis Camnitzer, 124 Susquehanna Ave., Great Neck, NY, 11021, USA.
Con los materiales recibidos Camnitzer realizará una obra y luego
parte de los textos serán publicados.
"El proyecto —explica— parte de la premisa de
que la cultura basada en libros está llegando a su término. Por un lado, por las mutaciones
culturales que, introducidas por las nuevas tecnologías, han transferido la información de la
página impresa a la televisión y a internet. Por otro lado, porque hay un creciente deterioro en
los sistemas educativos junto con una proliferación de fundamentalismos religiosos y
antiintelectualistas".
Según cree Camnitzer "El último libro actuará como cápsula
de tiempo, dejando constancia y testamento de nuestra época, y como estímulo para una posible
reactivación de la cultura en caso que ésta desaparezca por desidia, catástrofe o
conflagración".
En diálogo con Señales, vía email, el artista detalló la
convocatoria, que ya comenzó a provocar polémica ante su tono apocalíptico.
—¿Cómo surgió la idea?
—Surge de una conversación con la novelista española
Rosa Regás. Rosa, amiga desde hace tiempo, era la directora de la Biblioteca Nacional de España y
me preguntó si no tenía algún proyecto artístico para hacer en ese sitio. Entonces se me ocurrió
esta idea.
—Otras veces ya se ha anunciado la muerte del libro,
por ejemplo ante la aparición de la TV ¿Usted cree que esta vez ocurrirá definitivamente?
—Espero que no ocurra. A través del tono apocalíptico
el proyecto quiere advertir y frenar el peligro. No hay intención de profecía. Pero la población
analfabeta crece en lugar de disminuir. Los gobiernos fundamentalistas, en toda la gama que va de
EEUU hasta Irán, son antiintelectuales. Veo dos amenazas. Una es la catástrofe nuclear, ya que
presenciamos una nueva proliferación de armas a pesar de que las existentes ya alcanzan para
desintegrar el planeta. La otra, la tecnología que favorece la inmediatez de la información, y se
entra así al mundo virtual como si fuera nuestro espacio natural, sin percibir que es esquemático,
y por lo tanto el esquematismo contamina nuestra vida real.
—¿Esa sociedad sin libros será peor, mejor o
diferente?
—En Estados Unidos ya hay un 40% de la población que
lee un libro o menos por año. Hay un deterioro alarmante de la ortografía, incluso en la prensa y
entre los intelectuales. La falta de respeto al libro es una amenaza al idioma y a cómo pensamos a
través del idioma. La vida sin libros será totalmente acartonada.
—A lo largo de su obra, siempre estuvo presente el
papel, el libro, las esquelas, ¿qué representa el libro para usted?
—El libro para mí es como una lata de conservas, sólo
que en lugar de sopa contiene un mundo. Eso tiene algo mágico y misterioso en una dimensión que no
es frecuente ver en otras cosas. Tener un estante lleno de mundos me parece algo increíble, al
margen de lo que esos mundos puedan representar.
—¿Cómo será la obra?
—El libro será un enorme archivador compuesto por dos
cajas que contienen las páginas y con las cajas conectadas por varillas de metal muy altas. El
lector recoge la página de una de las cajas y eleva los brazos para pasarla a la otra caja
siguiendo las varillas. El lector se convierte en un performador y el acto de lectura en un
rito.