A diferencia de la niñez, donde la consulta con el pediatra es frecuente, en la adolescencia escasean los controles médicos y salvo algún problema de salud previo no es frecuente la medición de factores de riesgo. El monitoreo del adolescente de indicadores de salud que de no ser tratados pueden convertirse en enfermedades crónicas constituye una de las prioridades de un estudio piloto impulsado por la epidemióloga Marta Bravo Luna entre el alumnado de la escuela secundaria provincial Nigelia Soria. El estudio comenzó en 2008 (aún continúa) y se traduce en mediciones de las variables antropométricas, presión arterial y frecuencia cardíaca, estado nutricional, antecedentes personales y familiares y otros parámetros, con el objetivo de conocer el capital de salud de los alumnos del establecimiento. “Entre los 14 y los 19 se establece si el chico va a seguir con la salud que tiene en ese momento o si tiene riesgos de desarrollar alguna enfermedad crónica no transmisible, especialmente cardiovascular”, asegura Luna a La Capital.