A Pierre Auguste Renoir le tenían que atar el pincel a sus manos para poder
trabajar. El artista —uno de los más importantes exponentes del impresionismo— sufrió
de artritis reumatoidea (AR), una enfermedad que provoca en forma progresiva graves daños en las
articulaciones. Cuanto antes se la detecta, mejores son los resultados del tratamiento. A pesar de
esto la mayoría de las personas llega tarde al diagnóstico, afirmó el reumatólogo Eduardo Mysler.
Según un relevamiento efectuado por Ipsos Mora y Araujo a nivel nacional, existe un gran
desconocimiento sobre la enfermedad.
Algunos de los datos relevantes del estudio, que abarcó un total de 1200
personas y se realizó del 7 al 17 de febrero de este año, son: el 36 por ciento de la población
desconoce que la AR es una enfermedad que genera discapacidad a largo plazo; el 52 por ciento cree
que sólo afecta las articulaciones; el 43 por ciento desconoce que acorta la vida; el 20 por ciento
de la población cree que es curable y desconoce que se trata de una enfermedad crónica, y el 20 por
ciento considera que es lo mismo que la artrosis.
El 42 por ciento de la población encuestada afirma haber sufrido alguna dolencia
característica de los síntomas de la AR, principalmente mujeres y mayores de 60 años. De este
segmento, un 37 por ciento no realiza ninguna consulta médica y el 63 por ciento que sí lo hace
acude al médico clínico como primera opción (63 por ciento), seguido del traumatólogo (48 por
ciento). Un bajo porcentaje de los encuestados sabe que es el reumatólogo el especialista entrenado
para tratar la patología.
"La mayoría (90 por ciento) llega al tratamiento de la AR después de dos años de
padecimiento de la enfermedad. Una pequeña proporción, entre el 0,5 y el 1 por ciento, recibe el
diagnóstico en forma temprana", dijo el reumatólogo Mysler, quien es co-director de la Organización
Médica para la Investigación (OMI) y miembro honorario de la Sociedad Argentina de
Reumatología.
¿Por qué es tan importante detectarla en forma temprana? "Si se comienza el
tratamiento antes del primer año es muy probable que se eviten erosiones y cicatrices en el hueso.
El daño óseo aparece normalmente entre el primero y el segundo año de la patología, y una vez que
se produjo es irreversible", explicó el profesional que trabaja en el Hospital Fernández de Buenos
Aires.
Por eso, antes del año de la aparición de la AR, preferentemente durante los
primeros cuatro a seis meses, es el momento ideal para comenzar con la terapia.
Más común en mujeres. La prevalencia global de la enfermedad es de 0,5 al 1 por
ciento y afecta a más de 21 millones de personas en todo el mundo. Es aproximadamente 3 veces más
prevalente en mujeres que en hombres. La incidencia aumenta con la edad hasta aproximadamente los
75 años y luego decrece.
La AR es una enfermedad autoinmune, caracterizada por la inflamación de las
membranas que recubren las articulaciones. La inflamación causa la pérdida de la forma y el
alineamiento de la articulación. Esto genera dolor, rigidez e hinchazón, y puede conducir a la
destrucción irreversible de la articulación y como consecuencia de ello, a la discapacidad.
Entre los síntomas se encuentran enrojecimiento, inflamación, dolor y limitación
del movimiento en las articulaciones de manos, pies, codos, rodillas y cuello. La enfermedad puede
acortar la expectativa de vida al afectar a sistemas importantes de otros órganos.
No se sabe su causa exacta pero sí que dentro de los dos primeros años de
convivir con la patología, hasta el 70 por ciento de las personas presenta evidencias radiográficas
de destrucción articular.
Como presenta síntomas graduales y sutiles, es difícil de diagnosticar. Estar
alerta a las señales del cuerpo y no minimizar las dolencias es clave a la hora de reconocer la
enfermedad. La patología se detecta por la presencia de síntomas, hallazgos en el examen físico,
pruebas de laboratorio y radiografías.
Mysler recomienda no quedarse con la primera opinión médica y consultar a otro
profesional para una segunda mirada. Esto puede ayudar a evitar dejar pasar una patología que
avanza progresivamente, puede resultar incapacitante y en general afecta a personas en edad
productiva.