Un buen punto de salida para considerar a un artista que hace casi 40 años le puso su firma a canciones que todos sabemos de memoria.
Un buen punto de salida para considerar a un artista que hace casi 40 años le puso su firma a canciones que todos sabemos de memoria.
En estas 4 décadas, hubo muchas luces y algunas sombras, pero siempre para contemplarlas, hubo que dirigir la mirada hacia arriba, porque Andrés Calamaro nunca bajó del Olimpo al que accedió tempranamente ya sea con Los Abuelos, Los Rodriguez o como solista.
Siempre tuvo raíce musicales claras. El pop y el rock dominaron su obra, aunque en los 90, su vida en España lo invitó a jugar con rumbas y música flamenca, logrando un estilo que cientos de músicos españoles adoptaron como propio.
Pero su arqueológica sed musical no terminó allí. Honestidad Brutal (1999) aportó su sociedad con Mariano Mores a más de una versión de Naranjo en flor, exquisita composición de los hermanos Expósito.
Algunos miraron de reojo pero aprobaron.
Luego llegó la ruptura de un dique incontenible que fue El Salmón (2000), donde ya sin miramientos, entró en el tango, el folclore y hasta en el pop romántico versionando a Sandro en el clásico Así.
El turno del 2004 fue para el Cantante, en el que se sumergió de lleno en el universo de las versiones y desprendiéndose de cualquier prejuicio, si es que alguno le quedaba, entonó versos de Roberto Carlos, Chico Novarro, Atahualpa Yupanqui, Rubén Blades o Gardel y Le Pera por mencionar algunos.
Pero como si aún necesitara conjurar algunos demonios, en el 2006 se despachó con Tinta Roja, un álbum dedicado al tango más tradicional acompañado, entre otras, por la sabia guitarra de Juanjo Domíngez.
Es por todo esto que a nadie sorprendió Dios los cría.
Sus sociedades con Raphael, Julio Iglesias, Lila Downs, Carlos Vives, Sebastián Yatra o Milton Nascimento, no son más que el excelente resultado de una extensa lista de canciones conjugadas sin miramientos genéricos y despojadas de cualquier pertenencia generacional.
Dios los cría de Andrés Calamaro, es una contundente rúbrica del respeto y admiración que por el sienten sus pares y una demostración de vigencia a 40 años de sus primeras y exitosas canciones.
Y ya nadie mira de reojo.
Por Matías Petisce
Por Claudio Berón