Hace unos días una paciente me contó que luego de leer un informe ginecológico, a partir de un estudio que se había realizado, encontró un nombre que le era totalmente desconocido.
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Hace unos días una paciente me contó que luego de leer un informe ginecológico, a partir de un estudio que se había realizado, encontró un nombre que le era totalmente desconocido.
Por eso recurrió de inmediato a Google, y, de repente, aparecieron un montón de páginas e información relacionadas al cáncer de útero.
La ansiedad y el miedo se dispararon. Surgieron más dudas, preocupaciones y atrás de esos sentimientos, más búsquedas, y hasta el “inminente tratamiento” al que debería someterse.
Lo que vino luego fue pánico. Hasta se repitió el estudio.
Visitó entonces a su ginecóloga y según su médica todo estaba bien. No había nada por lo que preocuparse. El término “extraño” al que hacía referencia el estudio era una etiqueta técnica de un síntoma totalmente leve, y que finalmente hasta se descartó.
Es lógico que si experimentamos un malestar o dolor, y consideramos que lo que sentimos puede ser síntoma de una dolencia seria, se nos ocurra una búsqueda de información en la web. Lo que sucede es que creemos que eso nos ayudará a prepararnos, o eventualmente a aliviar nuestra preocupación.
No hay dudas de que internet nos lleva a experimentar un bombardeo constante de información asociada a enfermedades. Pero la cantidad de datos falsos o que no están directamente relacionado con lo que buscamos, termina siendo un problema importante, y esa desinformación atenta contra la salud.
Emparentada con la Hipocondría (obsesión por creer que uno tiene una enfermedad grave no diagnosticada), la Cibercondría es uno de estos nuevos términos que se relaciona con la interacción de las personas con la tecnología.
Tal como le sucede a las personas con hipocondría, al entrar al mundo cibernético en busca de datos, no estamos iniciando una simple consulta. Esa búsqueda está basada en una percepción errónea de estar enfermo y la necesidad de comprobarlo accediendo a información. Incluso, en el caso de que se de en la tecla, quien está afectado no suele interpretar lo que lee de forma adecuada.
Cibercondríacas son aquellas personas que hacen búsquedas excesivas en internet sobre síntomas o enfermedades que les fueron diagnosticadas o que creen tener, pero lo que muestra el celular o la compu no son datos personales, no son un espacio de diagnósticos y tratamientos. En ningún caso puede sustituir la opinión de un profesional.
Si te ocurre lo que le pasó a esta paciente, no sufras en vano. Evitá los blogs y los grupos online (que pueden ser excelentes para las personas recién diagnosticadas por un médico, pero suelen ser complicados para los demás).
En su lugar, consultá a los especialistas, y en todo caso, a sitios web confiables, como los que terminan en .gov y .edu.
Lo primero que deberías mirar son los desarrollos en investigación científica, ya sea que tengas un diagnóstico médico o que necesites consejos para tu salud diaria.
Pero tené en cuenta, también, que la ciencia no es perfecta. Preparate para encontrar documentación e información que puede ser contradictoria, e incluso papers que con el tiempo fueron retractados.
Volvé a las bases, pedí un turno con tu médico, y si realmente te parece que tenés cibercondría, considerá ir a psicoterapia. Incluso la interconsulta con un psiquiatra puede ser necesaria para que te ayude a superar la ansiedad que por momentos puede ser inmanejable si no pedís ayuda.
Por Matías Petisce