Aquellos tiempos. Viví en Venado Tuerto hasta que vine a Rosario a estudiar Derecho. Hacer una carrera universitaria era muy importante para mí y mi familia ya que mis padres no habían pasado por una facultad. Siempre fui muy estudiosa, de tener buenas notas, entonces había mucha expectativa en eso. A la carrera la elegí yo, no tuve presiones. Los fines de semana volvía a Venado. Allí fue que una amiga que trabajaba en un bar me pregunta si no quería hacer un reemplazo en la barra, y esa experiencia me cambió muchísimo. Sentí que era realmente lo que quería hacer.
Gastronomía. Me gustaba un poco la cocina, por mi abuela, me encantaba verla amasar los tallarines, esas cosas. Pero no se me había ocurrido estudiar algo relacionado. ¡Menos con las bebidas! No, no tuve en el pasado una relación directa con mi trabajo.
El camino. Soy bartender desde 2010 aproximadamente. Después del reemplazo en el bar me quedé como 4 años allí. Sin dudas ellos vieron algunas condiciones en mí desde un principio y me ofrecieron quedarme. La curiosidad creció, empecé a investigar, quería salir de las preparaciones más tradicionales. Estuve en Spiria, en Queen´s de Puerto Norte, Piel de Toro. Rosario fue muy importante en mi formación. Luego me fui a Buenos Aires.
Referentes. Recuerdo que mirando Utilísima la descubro a Inés de los Santos, que de algún modo reinventó la coctelería. Su estilo, su look, su fuerza me resultaron muy atractivas, su manera de preparar tragos. Incluso mi mamá me la mostraba porque le llamaba la atención.
Ambiente. El mundo de la coctelería es bastante masculino. En las competencias, que suelen ser mixtas, el 90% son varones. En general a la mujer no le interesa tanto la competencia, están más abocadas a la investigación o suelen tener un perfil más bajo. De todos modos, de a poco, las cosas van cambiando. Un poco como pasó con los chef.
Unidas. A mí me encanta el trabajo en equipo. Hace unos diez años, cuando ya empezábamos a ser cada vez más las mujeres en este ámbito, me interesó mucho el intercambio de experiencias con otras colegas. Tenemos un proyecto en el que nos unimos para hacer más visible nuestra tarea, armamos como tutorías, entonces, por ejemplo, me vinculo con otras bartenders de Latinoamérica, hablamos de lo que nos pasa y no solamente de las recetas que preparamos. Es súper interesante porque el prejuicio de que como sos mujer quizá no sos tan buena, sigue existiendo.
El premio. ¡Fue una sorpresa enorme! Si bien había participado en otras competencias nunca había logrado un primer puesto. Me eligieron como ganadora global del challenge Johnnie Walker Black Label, siendo la única seleccionada, dentro de la categoría Brand Ambassador, en todo Latinoamérica. ¿Con qué trago? El consuelo, ese es el nombre que le puse. Mandé la receta y jamás me imaginé lo que iba a pasar y la repercusión que está teniendo. Me voy a Escocia en unos días. Ese viaje es parte del premio. Voy a recorrer la experiencia de Jhonnie Walker en Edimburgo, ver una destilería en vivo y en directo, porque yo trabajo con whisky, hablo de whisky pero nunca estuve ahí. Así que es muy emocionante y estoy realmente feliz.
Día a día. No estoy en un bar o espacio físico determinado preparando mis recetas en este momento. Sí, una vez por mes, nos presentamos en algún lugar. Soy parte de Digeo, una compañía muy importante de bebidas que tiene productos de los más reconocidos en el mundo.
Sello propio. Es muy difícil en mi trabajo darle la impronta personal. Uno nunca se tiene que olvidar de lo que quiere el cliente. Entonces tenés que manejar un cierto equilibrio entre la innovación y lo que desea quien está del otro lado de la barra.
Respaldo. Aunque como conté antes mis viejos esperaban que hiciera una carrera universitaria, están muy contentos con todo lo que me está pasando. Me respaldan y me bancan. Y su felicidad es lo más importante para mí.