La orden judicial de abrir tres calles que ingresan al barrio que el club Logaritmo tiene en Ibarlucea generó la reacción de la institución, además de la preocupación entre muchos vecinos.
En una extensa nota enviada a La Capital, el presidente de la institución, Fernando Coronel, afirmó que los planteos contra el cierre de las calles proceden de “un grupo minoritario de los más de 245 propietarios de inmuebles, algunos de los cuales ya no residen en el lugar y que, en otros casos, han dejado de abonar la cuota societaria y las expensas, dos compromisos fundacionales de la entidad, que permiten su funcionamiento bajo valores solidarios”.
Coronel afirmó que “en Logaritmo, las familias conviven en plena integración con el deporte, lo que nos ha permitido gozar de calidad de vida y cumplir una de nuestras grandes metas: formar jóvenes deportistas”. La institución fue fundada en 1946 por alumnos del Instituto Politécnico, que recién en 1974 pudieron adquirir un predio para tomar “una decisión de vida, mucho más profunda que un mero desarrollo inmobiliario”.
Desde la institución se explicó que tras la adquisición del predio “se procedió al loteo preservando espacios comunes para el deporte y otros para el emplazamiento de viviendas particulares. Al respecto, se debe destacar que las calles cuya apertura irrestricta hoy se propicia —Las Leonas, Los Pumas y avenida Logaritmo— no existían como tales, sino que se fueron trazando en atención a las características del barrio cerrado que desde sus orígenes fue Logaritmo, aun cuando esos espacios no existían en la zona. Y lo significativo es que cada familia que se radicó consintió y legitimó esa determinación”.
Por eso, razonó Coronel, “los socios del club sienten que muy lejos están de ser «cautivos», como han expresado algunas voces disidentes. Somos parte de una comunidad que ha construido su espacio en base al consenso”, aseguró. Y resaltó que desde hace años siguen gestionando la sanción de una ordenanza que los encuadre como barrio cerrado y que, así, termine con la indefinición normativa —probable razón de los conflictos— y legitime, entre otras cuestiones, el trazado y la circulación de calles con las que nació.
“Dado que el barrio cerrado no ha cambiado su esencia en más de cuatro décadas, incluida la circulación y el trazado que es la misma de siempre, no se puede sostener que hoy se hayan abierto calles, que son las mismas de siempre”, afirmó el directivo.
Para los responsables del club, la decisión avalada por la Justicia ha puesto a muchos habitantes en una “situación de vulnerabilidad y todo indica que, de persistir la circulación irrestricta, no se va a poder garantizar la seguridad como hasta hace unos días”. De todos modos, consideran que el debate va más allá de la apertura de calles, y remite “a la preservación de una identidad, de un espacio de convivencia sustentado en valores solidarios”. Y en ese sentido, no escapa a sus planteos la necesidad de sostener compromisos asumidos, como ser socio del club y abonar la cuota para mantener y desarrollar espacios para la práctica deportiva, y solventar los gastos en común —limpieza, alumbrado, zanjeo, entre otros—, mediante el pago de expensas, uno de los cuestionamientos que hicieron quienes pidieron una investigación al respecto.
Conflicto irresuelto. Tal como trascendió en los últimos días, hay en el country del club Logaritmo Rugby un conflicto de índole administrativo irresuelto desde hace décadas con la comuna de Ibarlucea que, a juicio de los directivos del club, se trasladó a la Justicia, tanto civil como penal, y al ámbito político, “por cuestiones personales”. La semana pasada el conflicto hizo eclosión con la difundida decisión de un juez penal de ordenar una medida cautelar para abrir los ingresos al country mediante tres calles públicas, que la entidad no considera como tales.
“El público en general, y la comunidad del Club Logaritmo en particular, se preguntan por estas horas a quién corresponde solucionar definitivamente este conflicto”, afirmó Coronel. Y argumentó: “Las calles que figuran administrativamente como públicas nunca fueron afectadas por la comuna al uso público, sino al uso privado del club Logaritmo y del country, y esta situación lleva más de 40 años, o sea que las calles nunca tuvieron uso público. Esas calles conforman con otras calles privadas espacios verdes y otros deportivos y recreativos, de propiedad del club, una unidad de naturaleza inescindible, tanto física como jurídicamente, entrelazando al club con country”.
Alumbrado y mantenimiento. Además, señaló que la comuna de Ibarlucea “no tiene a su cargo, ni lo tuvo nunca desde la misma apertura de tales calles, el mantenimiento ni alumbrado, el que está a cargo del club y sus socios propietarios. La comuna nunca requirió al club la apertura de las calles mencionadas para su uso público, y aceptó y consintió por más de 40 años la existencia del country del club Logaritmo”. Es más, “la comuna tiene acabado conocimiento del clausulado especial de todas y cada una de las escrituras públicas de los socios propietarios del country del club Logaritmo, y nada ha objetado al respecto, mientras que la institución y sus socios propietarios han realizado durante años diversas gestiones tendientes a que las autoridades regularizaran la situación administrativa de las calles indicadas”.
Cuestión de fondo. La institución, a través de sus autoridades, recordó que “la Justicia se ha expedido reiteradamente sobre la cuestión de fondo, de si el country del Club Logaritmo es un barrio cerrado o no, a lo cual ya ha respondido enfáticamente que sí, incluso con sentencias firmes de segunda instancia”.
Para Coronel, “no hay que esperar la opinión de nadie más, se trata de la obligación que tiene la comuna de regularizar una situación administrativa irresuelta sobre la cual ya se ha expedido la Justicia sobre la cuestión de fondo”.
A su entender, es el jefe comunal de la localidad de Ibarlucea, Carlos Massón, quien tiene en sus manos “la oportunidad de ordenar definitivamente lo que ninguno de sus antecesores hizo durante los últimos 40 años, en un simple acto administrativo que ya ha sido respaldado por la Justicia, sin necesidad de involucrarse en la vida institucional y administrativa del club ni de los socios propietarios del country”.
Y acotó Coronel “Tiene la oportunidad histórica de demostrar cómo una gestión eficiente es aquella que resuelve los problemas en beneficio de su comunidad sin ceder a las presiones de aquellos que sólo piensan en sus intereses personales”.